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Asesinos en el mundo (1)

Written by Debate Plural

Adolf Eichmann

Otto Adolf Eichmann (Solingen, 19 de marzo de 1906-Ramla, 31 de mayo de 1962) fue un criminal de guerra alemán, alto cargo durante el régimen nazi como teniente coronel (Obersturmbannführer) de las Schutzstaffel (SS), responsable directo de la solución final, principalmente en Polonia, y de los transportes de deportados a los campos de concentración durante la Segunda Guerra Mundial.

Eichmann utilizó el nombre de Ricardo Klement1durante su estancia en Argentina, desde el 15 de julio de 1950 hasta el 20 de mayo de 1960, cuando fue secuestrado y trasladado a Israel por el Mossad para ser juzgado

Infancia y juventud 

Retrato de Adolf Eichmann en 1942, durante el cénit de su carrera en la jerarquía de la Alemania nazi.

Eichmann nació en Solingen (Alemania), y fue el hijo mayor de cinco hermanos. La familia se trasladó a Linz (entonces en el Imperio austrohúngaro) porque el padre encontró trabajo en una fábrica de esa ciudad. Su madre murió durante su infancia, y su padre se volvió a casar. Estudió educación primaria y secundaria en la Realschule, donde hizo amistad con un compañero de nombre Salomón que lo invitaba con frecuencia a su casa: con la familia de aquel amigo aprendió a hablar el yidish y el hebreo.

Eichmann estaba considerado extranjero en Austria, lo que le dificultaba conseguir trabajo, aunque sus hermanos menores, nacidos en ese país, eran considerados austriacos. El padre de Eichmann tenía entre sus amistades a Ernst Kaltenbrunner, dirigente nazi de origen austriaco. Kaltenbrunner auspició el ingreso de Eichmann en el Partido Nacionalsocialista Obrero (NSDAP) austriaco. Muy interesado en la doctrina de Adolf Hitler, el 1 de abril de 1932 se afilió al NSDAP y el mismo día se enroló en las SS, siendo transferido a Berlín el 1 de octubre de 1934 a la denominada sección de judíos II 112 del Servicio de Seguridad (SD).

El 21 de marzo de 1935, se casó con Veronika Liebl (1909-1997), con quien tuvo cuatro hijos: Klaus Eichmann (causante indirecto de su posterior captura), Horst Adolf Eichmann, Dieter Helmut Eichmann y el menor de ellos, Ricardo Francisco Eichmann. Este último tiene nombre español porque nació mientras Eichmann estaba fugado en Argentina, ya después de la Segunda Guerra Mundial.

Responsabilidad en el Holocausto

Eichmann fue el encargado de organizar la logística de transportes del Holocausto. Él asumió el papel de liderazgo en la coordinación de la deportación de los judíos de todos los rincones de Europa a la Polonia ocupada y la construcción de las cámaras de gas en lugares como Belzec, Chelmno, Sobibor, Treblinka y Auschwitz-Birkenau. Hombre tenaz en el cumplimiento del deber, era una persona muy dada a cumplir lo que se le exigía, y los judíos eran para él «estadísticas», aunque según sus declaraciones al ser juzgado por crímenes de guerra en 1960 en Israel, no era un antisemita fanático, y de hecho tenía algún parentesco con judíos, como muchos otros alemanes.

Al final de su vida se defendió arguyendo que su participación en el Holocausto se limitó a ser un simple ejecutor de órdenes superiores y no una figura de la talla de Reinhard Heydrich o Heinrich Himmler. Sin embargo, lo cierto es que entró en conflicto con estos en numerosas ocasiones debido al excesivo celo que puso en la «solución del problema judío», yendo incluso más allá de las órdenes recibidas, ya que, cuando a finales de la Segunda Guerra Mundial Himmler decidió acabar con los asesinatos masivos de judíos, Eichmann continuó dando órdenes para que siguieran adelante.

Antes de 1939, cuando el gobierno alemán contemplaba la posibilidad de expulsar a los judíos en lugar de exterminarlos, Eichmann fue uno de los principales interlocutores nazis con el movimiento sionista, el cual estudió la posibilidad de facilitar la emigración judía a Palestina. En la misma línea, fue una de las personas que pensaron en la viabilidad de crear un Estado judío en Europa del Este.

En 1939 se optó por la deportación masiva de los judíos alemanes a guetos habilitados en Polonia, y en 1942 se celebró la Conferencia de Wannsee organizada por Heydrich, en la que se lanzó definitivamente la llamada «Solución Final». Eichmann, que participó en la Conferencia, quedó encargado de la logística de las deportaciones hacia los campos de concentración. Fue el artífice de la creación de los Judenräte («Consejos judíos»), que colaboraban en las deportaciones facilitando la identificación de los habitantes de los guetos. Esto se hacía confeccionando la lista de personas a deportar, inventariando sus bienes, etc.

Promociones en la SS

Las siguientes son las fechas en que Eichmann fue ascendido en las SS (según las memorias del propio Eichmann):

  • SS Mann (soldado raso): 1 de octubre de 1932
  • SS Scharführer (sargento primero): 24 de diciembre de 1933
  • SS Hauptscharführer (suboficial superior): 23 de octubre de 1937
  • SS Untersturmführer (subteniente): 26 de agosto de 1938
  • SS Obersturmführer (teniente): 2 de febrero de 1939
  • SS Hauptsturmführer (capitán): 1 de agosto de 1940
  • SS Sturmbannführer (mayor): 1 de julio de 1941
  • SS Obersturmbannführer (teniente coronel): 9 de noviembre de 1941
  • SS Standartenführer (coronel): 20 de abril de 1945

Colaboradores de Adolf Eichmann en el Holocausto 

Los delegados de Adolf Eichmann en la Sección IVB4 de la Gestapo tuvieron como principal responsabilidad la deportación en trenes de los judíos y los enemigos de la Alemania nazi. Por cada país o región ocupada existía un delegado responsable de los envíos de personas hacia los campos de concentración. Entre estos colaboradores de Eichmann estuvieron:

  • Alois Brunner, asistente de Eichmann. De noviembre de 1939 a septiembre de 1944, Brunner dirigió las deportaciones de los judíos de Viena, Moravia, Tesalónica, Niza y Eslovaquia. Desapareció después de la guerra y fue condenado a muerte en ausencia en un juicio en París en 1954. Se le concedió asilo en Siria.
  • Theodor Dannecker, quien dirigió la preparación de los listados de judíos franceses y españoles para la deportación en 1941, y que fue nombrado comisionado en Italia en 1944. Después de la guerra fue capturado por los estadounidenses y se suicidó en un campo de prisioneros.
  • Rolf Günther. Asistente de Eichmann y supervisor de los delegados. Responsable de la deportación de los judíos de Grecia y clandestinamente de Turquía.
  • Hans Günther. Delegado en Bohemia-Moravia.
  • Dieter Wisliceny, el introductor de la Estrella de David como distintivo de los judíos. Fue el responsable de la deportación y asesinato en masa de los judíos de Eslovaquia, Grecia y Hungría. Después de la guerra fue extraditado a Checoslovaquia, donde fue ejecutado en febrero de 1948 por las autoridades comunistas.
  • Hermann Alois Krumey, miembro de la Policía de Seguridad en Lodz. En 1944 fue enviado a Hungría para organizar la deportación de la comunidad judía de ese país. Fue arrestado en Italia en 1945, y después de varios juicios fue sentenciado a cadena perpetua en 1969.
  • Franz Novak, cuya función fue la de coordinar los trenes donde iban judíos y gitanos desde cada país hacia los campos de concentración. Hasta 1961 se ocultó en Austria. Juzgado por sus crímenes en 1964, fue sentenciado a 8 años de prisión, aunque el juicio fue anulado en 1966, siendo absuelto de los cargos y liberado.
  • Gustav Richter, quien en abril de 1941 fue enviado a Rumanía como Asesor de Asuntos Judíos. Realizó el censo de los judíos y gitanos rumanos, planificando la deportación a guetos y el exterminio de cerca de 300.000 judíos en el campo de Belzec. Sus planes fracasaron cuando Rumanía rompió relaciones con Alemania. Fue sentenciado a 4 años de prisión en 1982.
  • Wilhelm Zöpf, delegado de Eichmann en La Haya, responsable de los judíos de los Países Bajos.
  • Heinz Röthke, destinado en Francia.
  • Franz Abromeit, destinado en Croacia y Hungría.
  • Otto Hunsche, destinado en Hungría.
  • Siegfried Seidl, destinado en Hungría.

Fuga, estancia en Argentina, secuestro y traslado a Israel 

Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, Eichmann, que se hacía llamar Otto Eckmann, fue capturado por el Ejército de los Estados Unidos, que desconocía su verdadera identidad. A principios de 1946 escapó de la custodia del Ejército estadounidense y se ocultó en distintos lugares de Alemania y Austria durante varios años. En 1948 obtuvo un salvoconducto para escapar a Argentina, aunque no lo usó inmediatamente.

A principios de 1950, Eichmann estuvo en Ginebra, donde se hizo pasar por un refugiado llamado Ricardo Klement. Con la ayuda de un fraile franciscano de ideas fascistas, que tenía conexiones con el obispo Alois Hudal, Eichmann obtuvo un pasaporte emitido por el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) y un visado argentino, ambos a nombre de «Ricardo Klement, técnico».

El 17 de junio de 1950 salió en barco desde Génova y llegó a Buenos Aires el 14 de julio.

Se alojó en un hotel para inmigrantes en el barrio porteño de Palermo Viejo y comenzó a trabajar en un taller mecánico. Luego viajó en tren a Tucumán para trabajar en una empresa alemana. Llegó toda su familia a la Argentina y los trasladó a la provincia de Tucumán. En 1952 quebró la empresa en que trabajaba y empezó a trabajar en una fábrica de jugos de frutas, que tampoco tuvo éxito. Intentó instalar una tintorería, pero fracasó, por lo que se colocó a trabajar en la fábrica de calefones Orbis.

Vivía en la zona norte del Gran Buenos Aires, en los partidos de Vicente López y San Fernando. En primer lugar, vivió en la calle Chacabuco de la localidad de Olivos (partido de Vicente López), donde alquilaba un inmueble.

Cuando la empresa alemana Mercedes Benz reabrió sus puertas en 1959, Eichmann comenzó a trabajar como gerente en la fábrica. Se trataba de una empresa de capitales alemanes, sospechada de estar vinculada a los nazis («nido de nazis» la califica la historiadora Gaby Weber).

Con el salario de gerente, compró una casa en la calle Garibaldi 14 (actualmente Garibaldi 6061), en el borde del barrio Bancalari6 (partido de San Fernando), en la zona norte del Gran Buenos Aires, donde fue encontrado por los hombres del Mossad. La casa de la calle Garibaldi fue derrumbada y ninguna indicación hay en dicho lugar sobre los hechos ocurridos.

Adolf Eichmann fue descubierto por Lothar Hermann y su hija Silvia Hermann. Lothar Hermann era un judío alemán ciego, vecino suyo, que había migrado a Argentina en 1938, cuya hija adolescente, Silvia, tenía amistad con el hijo de Eichmann. La chica le contaba a su padre anécdotas «del hogar del señor Klement» que le hicieron caer en la cuenta de su verdadera identidad. Hermann siguió interrogando a la niña hasta convencerse, aunque se encontró con el problema de que los jefes de Mossad no daban crédito a un ciego: según la agencia israelí era imposible que un ciego reconociera a un criminal de guerra. No fue hasta finales de la década de 1950 cuando se decidieron a intervenir. El Mossad lo identificó gracias a una serie de fotografías tomadas de manera furtiva, en las que se le reconocía por la particular morfología de su oreja izquierda (las fotos de Eichmann en su período nazi eran casi todas del lado izquierdo). El primer ministro David Ben-Gurión encargó su captura al jefe del Mossad, Isser Harel, que preparó un plan con la información suministrada por el famoso cazador de nazis Simon Wiesenthal, quien también había recibido la misma información pese a que el FBI negó que fuera cierta, aunque Wiesenthal la confirmó gracias a un colaborador que sedujo a una antigua amante de Eichmann.9

El 1 de marzo de 1960 Harel envió a Buenos Aires a Zvi Aharoni, jefe interrogador del Shabak, que tras unas semanas de investigación fue capaz de confirmar la identidad del fugitivo. Como el Estado Argentino solía rechazar las solicitudes de extradición de criminales nazis, el primer ministro israelí David Ben-Gurión optó por ordenar la captura ilegal de Eichmann. El propio Harel llegó en mayo de 1960 para supervisar la captura. Rafi Eitan fue designado líder del grupo de ocho agentes, la mayoría de ellos agentes del Shin Bet (Shabak).

El 1 de mayo de 1960 un grupo de nokmin (‘vengadores’, en hebreo) del Mossad entraron por vía aérea en Buenos Aires e iniciaron la «Operación Garibaldi» (por el nombre de la calle donde residía Eichmann). Este equipo, dirigido por Rafi Eitan y coordinado por Peter Malkin, «especialista en secuestros y en maquillajes», inició una vigilancia de casi dos semanas. Descubrieron que Eichmann era un hombre de hábitos cotidianos, lo que facilitó la elección del lugar de secuestro.

El 11 de mayo de 1960 lo esperaron en una calle, fingiendo una avería, y cuando Eichmann bajó de su autobús, los agentes lo rodearon y lo introdujeron en el coche. Fue trasladado a un piso franco e interrogado hasta que Eichmann, quien dijo llamarse Ricardo Klement y luego Otto Henniger, dio por fin su número correcto de las SS y admitió su verdadera identidad.

Peter Malkin confesó más tarde:

Eichmann era un hombrecito suave y pequeño, algo patético y normal, no tenía la apariencia de haber matado a millones de los nuestros… pero él organizó la matanza.1

Al día siguiente de su secuestro, la empresa Mercedes Benz, sin saber oficialmente qué le había sucedido, dio de baja a Eichmann del registro de pensiones.1

Las autoridades argentinas retrasaron una semana la entrada del avión de la aerolínea israelí El Al por motivos burocráticos, lo que incrementaba la posibilidad de que los familiares o amigos de Eichmann dieran la alarma. Mientras esperaban, obligaron a Eichmann a firmar una carta que decía:

Yo, Adolf Eichmann, por medio de esta carta declaro que voy a Israel por mi propia voluntad a limpiar mi conciencia.

El 20 de mayo de 1960, el Mossad sacó a Eichmann del país drogado, disfrazado de mecánico y con pasaporte falso, y lo condujo a la ciudad de Haifa, en Israel.

Por este secuestro, la cancillería argentina, por medio del embajador Mario Amadeo ―el presidente de Argentina era Arturo Frondizi―, denunció una grave violación de su soberanía ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Argentina recibió apoyo del organismo internacional, pero Israel nunca tuvo intenciones de devolver al criminal nazi, lo que generó un grave incidente diplomático entre Argentina e Israel.

Juicio y ejecución en Israel  

La captura fue anunciada con gran despliegue de medios, incidiendo en la colaboración de Simon Wiesenthal (quien había ayudado a su localización) y en la causa sionista para encubrir la poco ortodoxa participación del Mossad en la operación.

En Jerusalén, Eichmann fue sometido a juicio por un tribunal presidido por los jueces Moshe Landau, Benjamin Halevy y Yitzhak Raveh. Su abogado defensor fue Robert Servatius.

Eichmann alegó en su defensa que todas sus acciones respondían a la obediencia debida a sus superiores y que estos se aprovecharon de esta circunstancia. El jurado lo declaró culpable de genocidio.

La sentencia, dictada el 15 de diciembre de 1961, lo condenó a morir en la horca por crímenes contra la Humanidad. Este juicio también está considerado como la gran causa judicial del Estado de Israel. La sentencia se cumplió la madrugada del 31 de mayo de 1962 en la prisión de Ramla.

Sus últimas palabras fueron:

Larga vida a Alemania. Larga vida a Austria. Larga vida a Argentina. Estos son los países con los que más me identifico y nunca los voy a olvidar. Tuve que obedecer las reglas de la guerra y las de mi bandera. Estoy listo.2

Sus restos fueron incinerados y las cenizas dispersadas en el mar Mediterráneo desde una nave de la Fuerza Naval israelí en presencia de algunos supervivientes del Holocausto, fuera de las aguas jurisdiccionales de Israel. De este modo se pretendía evitar que su tumba se convirtiera en lugar de peregrinación.

En el juicio, Eichmann dejó algunos testimonios del porqué de su participación en el Holocausto:

No perseguí a los judíos con avidez ni placer. Fue el gobierno quien lo hizo. La persecución, por otra parte, solo podía decidirla un gobierno, pero en ningún caso yo. Acuso a los gobernantes de haber abusado de mi obediencia. En aquella época era exigida la obediencia, tal como lo fue más tarde la de los subalternos.22

La filósofa Hannah Arendt hizo un ya clásico estudio del personaje y sus obras a raíz del juicio, titulado Eichmann en Jerusalén. Un estudio sobre la banalidad del mal. En él defiende que el hombre que pasaba por ser el mayor asesino de Europa no era ningún «genio del mal», trazando en ese texto la tesis de la banalidad del mal. Defiende que lo preocupante de la existencia del mal entre nosotros es que cualquier hombre, en determinadas circunstancias, puede reaccionar como Eichmann y realizar actos tremendamente malvados e inhumanos porque cree que es «su obligación» o «su trabajo». Señaló además, que las acciones de Eichmann bien pudieron haber sido fruto de la subordinación de la cual es víctima un individuo dentro de un régimen totalitario.

Sin embargo, aunque algunos vieron en sus palabras una justificación de las acciones de Eichmann, Arendt no defiende la inocencia del acusado ni cuestiona la condena a muerte final; más bien cree que el planteamiento por el cual Eichmann fue presentado por la Fiscalía como un supervillano no obedecía a la verdad, sino más bien a intereses personales de los acusadores (crear un «caso estrella»), políticos (mostrar al mundo que el Estado de Israel, excluido de los Juicios de Núremberg, podía también juzgar a sus verdugos) y sobre todo sociales (un Israel que había ganado en el campo de batalla cierta seguridad militar, estaba pasando por una cierta crisis existencial y necesitaba un punto en torno al cual pudieran unirse las nuevas generaciones pos-Holocausto).

Hanna Arendt cree, sin embargo, que Eichmann merecía la condena a muerte, pero no por haber organizado ningún plan maestro, o por haber participado físicamente en la muerte de judíos, sino por no haberse opuesto a los crímenes y por haber colaborado eficientemente en el exterminio, incluso excediendo las órdenes de sus superiores directos.

Si los jueces hubieran absuelto libremente a Eichmann de estas acusaciones, estrechamente relacionadas con los espeluznantes relatos de los innumerables testigos que ante ellos comparecieron, no por ello hubieran llegado a un fallo distinto con respecto a la culpabilidad del acusado, quien, en modo alguno, hubiera escapado a la pena capital.

Por ejemplo, cuando casi al final de la guerra el regente de Hungría Miklós Horthy y el propio Himmler decidieron suspender las deportaciones de judíos húngaros, Eichmann autorizó motu proprio algunos envíos de judíos a la muerte, con el celo profesional que los nazis llamaban «trabajar en la dirección del Führer y del Reich».

No cabe ninguna duda de que incluso en el mes de abril de 1945, cuando prácticamente todos pasaron a ser «moderados», Eichmann aprovechó una visita que Paul Dunand, de la Cruz Roja Suiza, efectuó a Theresienstadt, para hacer constar que no estaba de acuerdo con la nueva política seguida por Himmler con respecto a los judíos.

Las declaraciones de la filósofa, pese a todo, resultaron polémicas, y más dada la circunstancia agravante de su propia condición de judía. También es interesante ver la visión que aporta Michel Onfray sobre Eichmann en su obra El sueño de Eichmann. En otra obra, Un kantiano entre los nazis, Onfray demuestra la conformidad del pensamiento político kantiano con lo expresado por Eichmann en el juicio: «No hay derecho a rebelarse y hay obligación absoluta de obedecer».

Rafi Eitan, quien dirigió el grupo que capturó a Eichmann, fue durante 25 años oficial de Inteligencia en el Mossad y dirigió el Shin Bet. En noviembre de 1985 fue destituido al ser descubierto como director de una red de espionaje contra Estados Unidos.

«Lo más inquietante de Eichmann es que no era un monstruo, sino un ser humano», había declarado en alguna entrevista Peter Malkin, el agente que detuvo a Eichmann, quien, tras 27 años de servicio en el Mossad, se retiró en 1977 como especialista en contraterrorismo en Nueva York, ciudad donde vivió hasta su muerte el 4 de marzo de 2005.2

La detención de Eichmann alertó a otros nazis en Argentina y Brasil como Josef Mengele y Franz Stangl, quienes tomaron precauciones y se ocultaron.

Impacto 

El juicio y su cobertura por parte de los medios renovó el interés en los acontecimientos que tuvieron lugar durante la guerra, y junto con la publicación de memorias e investigaciones, ayudaron a que el Holocausto dejara de ser un tema tabú ante la opinión pública. El juicio recibió amplia cobertura por parte de la prensa de la Alemania Occidental, e incluso consiguió que las escuelas israelíes añadieran lo ocurrido en el Holocausto a sus temarios. En Israel, el relato de los testigos del juicio llevó a un profundo entendimiento del impacto del Holocausto en los supervivientes, especialmente en los jóvenes que no lo vivieron.2

En 2015, la televisión británica estrenó una película basada en la grabación del juicio por el productor Milton Fruchtman y el director de programas de televisión Leo Hurwitz. The Eichmann Show tiene como actores protagonistas a Martin Freeman y Anthony LaPlaglia. En ella se intercala metraje histórico procedente del juicio que se grabó en 1962.

En 2018, la cadena de streaming Netflix estrenó «Operation Finale», sobre la cacería y captura de Adolf Eichmann en Argentina, protagonizada por Ben Kingsley, que encarna al oficial alemán huido, y el estadounidense de origen guatemalteco Oscar Isaac, que interpreta a Peter Malkin, uno de los agentes israelíes.

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