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Leonardo Padura: “La escritura tiene que ser un reto y tengo la aspiración de retarme”

Written by Debate Plural

Emilia Pereyra (D. Libre, 3-10-18)

En su visita a tierra dominicana el acreditado escritor cubano Leonardo Padura, Premio Princesa de Asturias de las Letras 2015, abarrotó escenarios y provocó admiración y aplausos al transmitir su visión de la literatura y la cultura de la zona, temas sobre los que dictó una conferencia en la recién instaurada Cátedra de Literatura Caribeña René del Risco Bermúdez, auspiciada por la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM) y la Fundación René del Risco Bermúdez.

También el creador de La novela de mi vida y de otras obras dialogó en el Centro León con los escritores dominicanos Jochy Herrera y Frank Báez, respondió preguntas del público y sostuvo una conversación con Diario Libre, en la que precisó que la escritura continúa retándolo.

—¿Qué opinión tiene sobre la producción actual de la narrativa en el Caribe hispano?

Hacer cualquier análisis del panorama literario del Caribe Hispano, de Cuba, República Dominicana y Puerto Rico es un tema muy complejo. Tenemos una falta de comunicación… únicamente las personas que estamos muy interesadas profesionalmente y participamos de este complejo tenemos alguna información.

Si vas a la calle y preguntas a alguien por un escritor puertorriqueño o un cubano, y si vas a Cuba y preguntas por un autor puertorriqueño o un dominicano, la gente no sabe. Además, hay un fenómeno que hay que deslindar y es que las literaturas hispánicas del Caribe han tenido una expresión literaria fundamental, que es la poesía. Estos son países de grandes poetas y en segundo término son países de grandes cuentistas, de narradores con narraciones breves, y la poesía y la narrativa breve en estos momentos tienen muchas dificultades en el mercado para distribuirse.

Creo que sigue habiendo grandes poetas, grandes cuentistas, pero fundamentalmente lo más visible es la novela, y esta novela que se está produciendo en estos países, cuando solamente se publica por editoriales locales, pues viaja muy difícilmente de una isla a la otra, y por eso los dominicanos pueden consumir novelas dominicanas, los cubanos novelas cubanas y los puertorriqueños las suyas. Hay que pasar por los centros editoriales hegemónicos, sobre todo españoles, para poder encontrar ahí estos escritores y estas obras.

Creo que en general la novela del Caribe Hispano no está en su mejor momento. Hubo un periodo entre los años 90 y principios de este siglo en que fue más visible y hubo una serie escritores emergentes que tuvieron un espacio, una posibilidad, pero en este momento no hay una producción notable y visible de esa literatura, lo cual es lamentable, y responde a muchos factores…

—Hay todavía mucha expectativa sobre la narrativa cubana, pues se piensa que en los últimos 40 o 50 años se ha escrito mucho y todavía no ha salido a la luz esa producción. ¿Realmente se pueden esperar esas obras?

No creo que haya novelas importantes guardadas en ninguna gaveta. No lo creo. Creo que ha habido una mala promoción de la literatura que se ha hecho y que tal vez no tenga la máxima calidad, no tenga la posibilidad de marcar un rumbo diferente dentro de la literatura cubana, pero sí ha habido una producción que se ha ido publicando de una manera o de otra, en pequeñas editoriales europeas, en Argentina y México y en pequeñas editoriales cubanas con una promoción y una difusión en sentido general poco eficientes.

Creo que uno de los problemas fundamentales que tenemos en nuestros países es la promoción. Lo Hemos hablado aquí en Santo Domingo en estos días. Cuando voy a Puerto Rico lo hablamos y en Cuba también. Hace falta un sistema promocional mucho más adecuado para la literatura… En el caso de la República Dominicana y Cuba creo que a nivel institucional no se está haciendo el trabajo de promoción con la intensidad y profundidad que la situación merece.

—¿Cómo se gestiona en su caso un gran éxito literario y la necesidad de escribir?

La necesidad de escribir la tienen muchas personas y hay personas que tienen la capacidad de expresión y hay personas que tienen la capacidad de profesionalización. En mi caso, yo he tenido la suerte de que escribo hace ya bastantes años. Publiqué mi primera novela en los años 80, mis primeros cuentos, hice mucho periodismo de investigación, periodismo literario principalmente, y en aquellos años cuando más difícil era la situación en Cuba, pues escribí mucho.

Ese trabajo tuvo la fortuna de encontrar un espacio editorial importante y en el año 1996 yo comencé una relación con Tusquets Editores. Publiqué mi primera novela con ellos en el año 97 y tener una editorial seria, importante, muy profesional, detrás de cada uno de mis trabajos ha sido muy importante para mí. La difusión de mi literatura, que ha tenido la representatividad que se ha alcanzado en gran medida, se debe a haber tenido a una editorial que ha trabajado conmigo desde que tenía treinta y tantos años hasta ahora que voy entrando a los sesenta.

Esa editorial hizo una apuesta y en esa apuesta seguimos, y es la posibilidad de que mis libros se publiquen, se difundan y se lean y tengan una visibilidad en toda América Latina, que lamentable no es la que tienen en Cuba. En Cuba esos libros no pueden circular porque económicamente es imposible. Un libro que vale 20, 22, 25 euros es imposible publicarlo, distribuirlo y venderlo en Cuba. De todas maneras, los cubanos por una vía o por otra llegan tener esos libros… Se hacen pequeñas ediciones cubanas que circulan poco y mal y eso hace que tenga una relación complicada con mis lectores naturales.

— Como narrador, ¿qué aspiración no ha podido concretar?

Millones, millones. Yo quisiera escribir La montaña mágica o quisiera escribir Conversación en la catedral, de Vargas Llosa o El siglo de las luces, de Carpentier, imagínate tú. Yo creo que el día que uno se sienta satisfecho con lo que ha logrado empieza a dejar de ser escritor. Yo creo que la escritura tiene que ser un reto y tengo siempre la aspiración de retarme, de que cada libro implique una manera de ver la literatura como un desafío estético e incluso a veces como como un desafío político, porque siempre digo que se puede dar un paso más y, en Cuba, el hecho de que hoy haya una literatura con un carácter crítico bastante abierto se debe a que muchos escritores, y yo he participado de ese proceso, nos hemos empeñado en levantar el techo de tolerancia. Los espacios no te lo regalan, los espacios hay que ganarlos y creo que los hemos ganado escribiendo

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