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In memoriam de Lipe Collado (30)

Written by Debate Plural

Meritorio Museo Memorial de la Resistencia Dominicana

Lipe Collado (28-12-13)

Apadrinado por la Federación de Fundaciones Patrióticas, el impactante Museo Memorial de la Resistencia, bajo la dirección de Luisa de Peña Díaz, hija del asesinado catorcista Luis de Peña Pichardo, más conocido en las lides revolucionarias de los años sesenta y setenta como Luis Parris, y de la combativa catorcista Cristina Díaz, ha desplegado un largo rosario de realizaciones que proyectan la imagen de ser una institución de larga data. Pero no.

Creado mediante decreto 287-07  de 2007 del Presidente Leonel Fernández, en realidad comenzó a funcionar hacia el público en 2011 al abrir sus puertas del No. 210 de la Arzobispo Nouel, un local donado por el Grupo Vicini a instancias de la Fundación Patriótica 30 de Mayo. De modo, pues, que sólo tiene dos años y meses efectivos, aunque con antecedentes que se remontan de 1999 al decreto de 2007.

Con motivo de un coloquio que organizara recientemente el amigo director de la Biblioteca Nacional Pedro Henríquez Ureña, licenciado Diómedes Núñez Polanco, acerca del difunto profesor, historiador, investigador, escritor, editor, revolucionario Franklin Franco Pichardo – personaje enciclopédico-, escuché a su directora Luisa retrotraer de qué modo Franklin apoyó con calor el proyecto y luego museo memorial, aunque en su mente primaba cierta confusión respecto a las características de un “museo memorial”… hasta que un día, al verlo plasmado en la realidad, le dijo “ahora es cuando entiendo cabalmente lo que es esto”.

Y meses atrás fue cuando yo vine a comprender los alcances y trascendencia de este museo que al principio me pareció un loable gran esfuerzo persistente de Luisa de Peña –que es como le llaman sin el Díaz de su mamá Cristina- y de los anegados dirigentes de las fundaciones patrióticas, muchos de ellos sobrevivientes de cárceles y sesiones escalofriantes de torturas durante el régimen súper oprobioso y asfixiante de la bestia Trujillo, mancomunados en mantener en alto el recuerdo de todos los asesinados, desaparecidos y padecidos, y trazar la raya del “ya nunca más”.

Lo que se exhibe allí y sus actividades magnas y menudas contribuyen al rescate de la memoria de la resistencia histórica y a reafirmar los principios de convivencia y tolerancia democráticos en una nación que alberga a hijos de las vicisitudes derivados de los reveses históricos en cadena.

Luisa y los dirigentes de las fundaciones patrióticas revuelven la gaveta de la memoria histórica y retrotraen la terca resistencia ciudadana por más de las dos terceras partes de nuestros años republicanos a regímenes dictatoriales y/o tiránicos como los 12 años del represivo entreguista Buenaventura Báez, los 20 años del execrable criminal y compraventero de la soberanía nacional Ulises Hereaux (Lilís), los 31 años de la bestia Trujillo y los 12 años del mandadero y ejecutor de las directrices del poder extranjero y siempre mal recordado inefable Joaquín Balaguer, para una sumatoria de 75 años que añadidos a los 35 años de ocupaciones extranjeras nos saldan 110 años de azúcar amarga.

Allí se han celebrados congresos para analizar las causas y vigencias de las represiones, festivales de micro filmaciones de trascendencia histórica y social, foros que auscultan temáticas actuales dominantes como el foro juvenil permanente liderado por Francisco Franco Soto, Alexey Tellerías y Fabricio Collado, exposición secuencial de resistencias y represiones en la que destaca la réplica de la sala de torturas de La 40 en la que exhiben una Silla Eléctrica donde se sometía a suplicio a antitrujillistas, librería de temática cónsona con el museo, tertulia testimonial mensual de parte de involucrados en labores de resistencia trascendental; y por sus pasillos y habitaciones circulan diariamente decenas de estudiantes, profesionales, policías, militares, turistas y público en general para impregnarse de las características del oprobio y de la resistencia al mismo.

De algún modo esta labor conjunta del museo, de Luisa y de los dirigentes de las fundaciones patrióticas constituye un hálito de la dignidad y un perfil sobresaliente de la identidad e idiosincrasia de los ciudadanos de una nación compleja que se fraguaron cual si fueran los habitantes de un continente, por cuanto su historia insular pareciera continental, adornada, curiosamente, por el hecho de que tal vez esta sea la única isla pequeña que tiene la configuración y climas de un continente y sus ciudadanos poseen una cultura portátil que la trasladan, recrean y sostienen donde quiera que se asientan –comida, baile, ritmo del habla, etc.- cual herencia milenaria como la China.

¡Feliz navidad y próspero año nuevo a los bienhechores del Museo Memorial de la Resistencia! ¡La Patria sigue!

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