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George H.W. Bush (1924-2018): un criminal de guerra estadounidense (1)

Written by Debate Plural

Jeremy Scahill (The Intercepted, 14-12-18)

Estados Unidos está en estos momentos inmerso en la canonización grotesca de uno de sus santos imperiales: George Herbert Walker Bush. Esta semana en Intercepted vamos a brindarun honesto servicio conmemorativo a un belicista impenitente que dedicó su vida al militarismo, la guerra, los cambios de régimen y las mentiras sobre el “excepcionalismo estadounidense”. Jeremy Scahill detalla los crímenes de Bush, la propaganda enfermiza de los homenajes de los medios de comunicación corporativos y el rastro de sangre, muerte y lágrimas que Bush deja atrás. El periodista independiente Arun Gupta cubre las décadas de Bush, desde su época al frente de la CIA hasta la presidencia. Gupta habla del apoyo de Bush a Manuel Noriega y de su invasión final de Panamá, del perdón a los criminales del Irán-Contra, de las guerras sucias en Centroamérica, del apoyo a Sadam Husein y del lanzamiento de la guerra del Golfo. El aclamado poeta y erudito iraquí Sinan Antoon describe su vida bajo la dictadura de Sadam apoyada por Estados Unidos, los horrores de la guerra del Golfo y cómo la destrucción de la sociedad civil iraquí por parte de Bush llevó al ascenso del ISIS.

Seann William Scott (SWS) como Peppers : Es una belleza, ¿verdad?

Donald J. Trump (DJT) : ¿De qué se trata?

SWS: Es una pistola tranquilizante. Eh, eh, ten cuidado con ella. Es la pistola tranquilizante más poderosa del mercado.

DJT : Genial. Genial.

SWS Sí, es genial. Dicen que podría perforar la piel de un rinoceronte. Sí, es impresionante.

DJT: ¿Qué? ¿Qué?

SWS: Acabas de pillar uno en la yugular, tío.

DJT : ¡Hala!

SWS : Sí.

DJT: Oh, Dios mío. Oh, Dios mío. Mira esto. Oh, Dios mío.

SWS: Deberías sacarte eso. Esa mierda no es guay.

DJT: Espera, espera. ¿Qué?

SWS: El dardo, tío. Tienes un puto dardo en el cuello.

DJT: Estás loco. Me caes bien. Me siento cansado.

[Se escucha a Simon y Garfunkel en Sounds of Silence]

Melania Trump ¿Sr. Presidente? Sé mejor. Sé mejor. Sé mejor. Sé mejor. Sé mejor.

[Interludio musical]

Jeremy Scahill (JS): Esto es Intercepted. Soy Jeremy Scahill llegando hasta Vds. desde la sede de The Intercept en la ciudad de Nueva York y este es nuestro episodio 76.

Peter Alexander El ataúd del presidente Bush llegaba a la capital cuando el sol se ponía sobre Washington el lunes. La bienvenida al héroe se anunciaba con 21 salvas de cañón .

JS: La religión nacional de Estados Unidos es el excepcionalismo estadounidense y estamos en medio de la grotesca canonización de uno de sus santos imperiales: George Herbert Walker Bush. Y ahora mismo, en este momento, todos los medios de comunicación de este país, todos los políticos, demócratas y republicanos, participan en un elogio colectivo basado en mentiras: mentiras sobre quién era Bush, mentiras sobre sus políticas, mentiras sobre el asesinato en masa que dirigió a lo largo de vida desde los niveles más altos del poder en el gobierno de los Estados Unidos.

George Herbert Walker Bush fue un impenitente criminal de guerra que pasó gran parte de su vida haciendo del mundo un lugar peor, un lugar más peligroso, y que deja atrás todo un rastro global de lágrimas, derramamiento de sangre, muerte y destrucción. Su legado se puede ver en la pobreza y la corrupción de Centroamérica y Latinoamérica. Se puede ver en los interminables campos de exterminio de Iraq. Se puede ver en los criminales internacionales a los que perdonó tras el Irán-Contra y en la violencia sistemática de la llamada Guerra contra la Droga. Este legado se puede ver en el azote del SIDA, en la presencia de un acosador sexual, Clarence Thomas, en el Tribunal Supremo, quien, en una ironía enfermiza de la historia, reemplazó a Thurgood Marshall, un ser noble y el primer juez negro en ese Tribunal. George Herbert Walker Bush provenía de una familia poderosa, nació en una cuna de oro de un padre que intimó con los nazis, que profanó la tumba del líder indígena Jerónimo y cuyos negocios coadyuvaron a la agenda imperial para forzar a los pobres del mundo a un régimen de servidumbre por contrato. Estas son las valoraciones que George Herbert Walker Bush debería recibir esta semana. En cambio, nos hemos encontrado con lo siguiente:

Presentador: A lo largo de su dilatada vida, George Bush fue admirado como hombre decente, modesto y de logros poco comunes. Valores que hasta el final reflejaron lo que para él era más importante: su familia.

George H.W. Bush: Tan solo pretendo ir al cielo y no puedo hacerlo alardeando sobre mí mismo. Ya me lo dijo mi madre hace años.

Presentador: George Herbert Walker Bush es recordado hoy como un gran hombre y una persona amable.

Presentador: Hoy se ha honrado al presidente número 41 no solo como estadista, también como padre y vecino. La Sinfónica de Houston rinde homenaje a su amor por los calcetines de colores.

JS: Los medios de comunicación internacionales y estadounidenses están participando de una propaganda enfermiza. Olviden las historias sobre lo elegante que al parecer era Bush, sobre lo genial que fue su matrimonio, de cómo construyó una relación de padre e hijo con Bill Clinton, de lo amable que fue con Barack Obama, de cómo siempre llevaba esos calcetines divertidos; dejen todo eso en manos de su familia para las exequias privadas. Pero el resto de nosotros, el resto del mundo, debemos recordar que sus incalculables crímenes se cometieron en público desde las cámaras más altas del poder en la nación más dominante del mundo. Por ello, el recuento de sus delitos debe hacerse también en público. Pero no, nos dicen que tenemos que ser respetuosos. Nos dicen que no es el momento de discutir nada de eso. Nos dicen que debemos fingir que no era un asesino en masa con mucha sangre en las manos.

¿Saben una cosa? A Donald Trump no le queda tiempo suficiente en su vida para cometer siquiera una fracción de los crímenes internacionales que Bush perpetró durante sus décadas en el poder, ya fuera al mando de la CIA, como vicepresidente o como presidente. Ni siquiera podría acercársele. Los periodistas creen hoy que son muy valientes al exponer las mentiras de Trump, al investigar sus negocios inmobiliarios, al sondear a sus asociados. Y, sin embargo, ninguno de ellos tiene el valor de describir con precisión los crímenes indiscutibles y bien documentados cometidos por George Herbert Walker Bush. Lo que estamos presenciando es cómo una poderosa clase de los medios y una clase política de élite blanquean la vida de un hombre que utilizó sus diversos puestos no para mejorar el mundo, sino para librar guerras impensables, socavar movimientos democráticos, matar a personas inocentes, orquestar golpes e invasiones. Y la razón por la que esto no sucede, por la que no hablamos de todo esto, es porque representa un sacrilegio para la religión del excepcionalismo estadounidense.

Cuando la policía mata a tiros a un joven negro desarmado, los medios de comunicación aparecen inundados a menudo con historias de que eran jóvenes con problemas, o tenían antecedentes penales, o habían consumido drogas, o habían tenido problemas con la ley. Las imágenes utilizadas en estas historias son a menudo aquellas en las que a estos hombres negros muertos se les presenta como matones o tipos siniestros. Los periodistas sondearon la vida de Trayvon Martin, Mike Brown, Eric Garner. Los medios hicieron cuanto pudieron para difamar en la muerte a estas personas sin respeto alguno hacia sus familias. No hubo respeto por su humanidad. Si a George Herbert Walker Bush se le tratara de la misma manera que a estos hombres negros, se necesitarían meses de cobertura ininterrumpida 24 horas al días, 7 días a la semana, para comenzar a describir la punta del iceberg de los hechos imperdonables que George Bush cometió. ¿Por qué? Porque sus crímenes los cometió como presidente de Estados Unidos y la naturaleza de esos crímenes fue imperial. Lo hizo con bombas, tanques, invasiones y golpes de Estado.

Al ver la gran hagiografía mostrada esta semana, recuerdo la cita de Voltaire: “Está prohibido matar; por tanto, todos los asesinos son castigados excepto si matan en grandes cantidades y al compás del sonido de las trompetas”. Ese es el personaje de George Herbert Walker Bush: un hombre que mató en grandes cantidades al sonido de las trompetas. Y es por eso que todos estos poderosos medios de comunicación, todos estos demócratas y republicanos están participando en mentiras voluntarias, en un intencionado lavado de cara. Es repugnante ver todo esto y recordar las innumerables vidas a las que este hombre puso punto final por todo el mundo.

[Suena música conmemorativa]

¿Se imaginan un servicio conmemorativo en honor de un líder belicista de otra nación? ¿Y que, en lugar de sus inmensos crímenes, nos bombardearan con historias sobre sus divertidos calcetines y su sentido del humor? ¿Y de lo bueno que era como marido o padre? ¿Y de las fotos de su perro-guía junto a un féretro?

Para las víctimas de Bush en todo el mundo, esa es su realidad en este momento. Esa es su realidad esta semana. Las personas más poderosas de Estados Unidos están fingiendo colectivamente que nada de eso sucedió. ¿Quieren hablar de faltarle el respeto a los muertos? Hablemos de las más de 400 personas que Bush incineró en un refugio antiaéreo en Bagdad en febrero de 1991. ¿Qué les parece a sus familias esta celebración de su asesino y del sentido del humor y los calcetines divertidos de Bush? Bush lanzó cerca de 90.000 toneladas de bombas sobre Iraq. Decenas de miles de personas murieron en esa guerra y cientos de miles de civiles murieron por sus efectos. Y no olvidemos la llamada Carretera de la Muerte , cuando Bush autorizó una masacre masiva en las horas en que las unidades militares iraquíes se retiraban de Kuwait, bombardeando a miles de vehículos y matando a innumerables soldados ya en retirada.

Merrick Krause Nuestra misión es ir y detener la retirada de las fuerzas cuando se vayan de la ciudad de Kuwait, pero él dijo: “Pon algo de odio en tu corazón y te estará esperando aquí cuando regresemos”. Cuando nos fuimos, esperábamos ver convoyes abandonando la ciudad de Kuwait, pero no estábamos preparados para la magnitud, para la cantidad de vehículos que había en tierra cuando aparecimos por debajo de las nubes.

JS: Todos sabemos que el hijo de George Herbert Walker Bush, George W. Bush, mintió a Estados Unidos sobre la invasión y ocupación de Iraq. Pero fue una lección que aprendió de su papá. En el período previo a la guerra del Golfo de 1991, poderosas firmas estadounidenses de relaciones públicas organizaron una campaña para convencer al mundo de que los soldados iraquíes habían entrado en hospitales kuwaitíes y habían matado a bebés en incubadoras y apuñalado a mujeres embarazadas. Esta campaña, basada enteramente en la ficción, culminó con una audiencia bipartidista del Congreso, supuestamente sobre derechos humanos. Y contó con la declaración de una joven kuwaití que reprimía las lágrimas mientras afirmaba haber sido voluntaria en un hospital de Kuwait donde presenció estas atrocidades.

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