Cultura Nacionales

El centro de estudios caribeños. Balance de un proyecto de vida

Written by Debate Plural

Mu-Kien Adriana Sang (El Caribe, 30-11-18)

 

Balance
Mario Benedetti

En el Activo consta lo siguiente
un corazón inhábil y porfiado
los padres como abrigo
corno mundo   
dos viejas noches de hace treinta años
los zapatos rodeados de juguetes
buenas imitaciones del amor
un alegre cansancio repetido
trampas para mentiras
libros
viajes
tres corbatas que nunca se arrugaron
alguna charla con pocos amigos
memoria y tacto de cinturas
labios
el segundo en que aflojan los dolores
una ducha en enero
soledades
la provisoria paz de la conciencia
el turbador regreso de un desmayo
las cosas que se dicen cuando se ama
la tarde en que uno escribe de un tirón
los ojos de alguien en un gran silencio
el rato en que uno olvida que hay la muerte.

En el Pasivo consta lo siguiente
odios pesados y livianos
rabias
que son amargas hasta en la saliva

El Centro de Estudios Caribeños de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, fue una aventura que se inició en el enero del año 2012, hace ya siete años. Todo comenzó con una conversación que sostuve con Monseñor Agripino Núñez Collado.

Tenía que abandonar mi cargo como Vicerrectora de Postgrado por razones de salud. Le pedí entonces que me ubicara en un lugar donde pudiese desarrollar mi pasión: la lectura, la escritura, la investigación y la creación de nuevos programas. Esta petición era mi compensación a los largos años que estuve sumergida y sin respiro en la agotadora administración académica.

Me propuso que asumiera la dirección del Centro de Estudios Caribeños, que había sido creado hacía años, pero no habían podido encontrar a alguien con las condiciones para desarrollar esta idea. Le respondí: “Monseñor, pero yo no conozco mucho sobre el Caribe.” Me respondió simplemente: “Una oportunidad para aprender”. Le dije que sí.

Inicié formalmente como directora del nuevo centro en enero del año 2012. Éramos solamente mi secretaria Gina Díaz y yo. Nos alojaron en una pequeña oficina que tenía dos pequeños espacios. Uno para mí y otro para mi secretaria.

Durante los primeros tres meses, me dediqué a conocer las estructuras y los programas de otras universidades sobre la temática caribeña. La mayoría de las instituciones en Estados Unidos cuentan con centros de estudios latinoamericanos y caribeños, pero no son específicamente del Caribe. En las universidades del área, Cuba y Puerto Rico han sido las que más programas han realizado.

Las universidades europeas, sobre todo las francesas, sí están interesadas en el Caribe. De hecho, hace unos años se creó el proyecto “Caribe Plural”, coordinado por la Universidad de Burdeos. Participé activamente como parte de mi universidad y representando a las universidades caribeñas. Hicimos varias actividades en la PUCMM. Al finalizar el proyecto, todo se detuvo, como ocurre siempre cuando terminan los fondos.

Además de la búsqueda en internet sobre los programas y proyectos existentes, me dediqué a entrevistar a las personas a mi alrededor que conocían sobre el tema caribeño. Una de las más interesantes, no cabe la menor duda, fue la conversación que tuve con mi amigo de infancia Miguel Ceara Hatton. Por su experiencia, por ser uno de los pioneros en el estudio del Caribe y habiendo vivido largos años en Trinidad porque trabajaba en ese entonces en la recién creada Asociación de Estados del Caribe, la conversación fue más que interesante. Como he expresado en otras conversaciones, me sugirió que escribiera una columna con temas caribeños: “De esta manera, decía, aprenderías sobre el Caribe y la gente te conocería como caribeñista”. Me pareció acertada la sugerencia. Por esta razón, y acogiendo la sugerencia, fui a ver al amigo Osvaldo Santana. Le hice la sugerencia, y en el año 2012 inicié la serie-columna, que ha continuado a través de estos siete años.

Comencé a publicar. Y la verdad es que he aprendido mucho. En septiembre del año 2016, salió a la luz, gracias a la generosidad de los ejecutivos de Medios El Caribe, mi primer libro sobre el tema que se llamó “Pensando el Caribe”. El libro está hecho en base a los artículos publicados durante los años 2012, 2013 y 2014. Como había escrito artículos temáticos, pudimos organizarlo por capítulos. El primero se tituló “El imaginario caribeño. Apuntes para su comprensión.” El segundo lo bautizamos así: “El Caribe es tierra de migrantes”. El siguiente fue dedicado al tema haitiano: “Repensando la situación haitiana”.
El cuarto es uno de mis favoritos pues se dedica al pensamiento: “Pensamiento caribeño del siglo XIX, Apuntes para una relectura”.

El capítulo V, está dedicado a la expresión del alma. “La poesía como grito de amor, dolor, frustración y esperanza”. Y el Capítulo VI se dedicó al III Congreso de Estudios Caribeños. Avances de

Las reacciones al libro fueron múltiples. Recibí retroalimentación de muchos de mis lectores. El amigo Fernando Ferrán me llamó un domingo para decirme que le había encantado el libro. Me confesó que inició su lectura con cierta aprehensión, pero mientras leía más se entusiasmaba. Antonio Avelino fue otro de los que se comunicó conmigo para decirme que estaba embebido leyendo el libro. Me dijo que conocía los artículos, y que le había encantado la forma en que había organizado el

En la actualidad estoy preparando el segundo tomo con los artículos correspondientes a los años 2015,2016, 2017 y 2018.

Trabajar en estas nuevas reflexiones, se evidencia un avance en el complejo mundo caribeño. Cada isla, cada país que es tocado por el hermoso e inmenso mar, tiene su historia, sus secretos y su propio mundo. En el Caribe hay unidad y hay diversidad. Esta realidad se podrá apreciar a lo largo de las páginas de este libro que estoy preparando, y que me ha retrotraído al pasado reciente, en el que comenzaba a explorar los difíciles caminos del conocimiento de esa realidad tan cercana y lejana de nuestra media isla.

El espacio se agotó. En la próxima entrega hablaremos sobre las múltiples actividades que hemos realizado a lo largo de estos años.

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