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Brasil. La democracia todavía tiene una oportunidad

Written by Debate Plural

 Luiz Carlos Bresser-Pereira (Kaosenlared, 22-10-18)

 

Hace años que vengo luchando por una política de centroizquierda que rechace el neoliberalismo y saque a Brasil de la trampa de los altos intereses y del tipo de cambio apreciado, que viene desindustrializando el país y reduciendo su tasa de crecimiento hacia un cuarto de lo que era antes 1980.

Vengo explicando ese bajo crecimiento por el dominio de una coalición política de centroderecha, financiera-rentista, al insistir en querer crecer con ahorro externo, prácticas de populismo cambiario y fiscal de centro izquierda que, a partir de 2012, llevó al país a la crisis. Y vengo defendiendo el rechazo de los dos populismos como condición del desarrollo brasileño.

En mi análisis sociopolítico de los embates que definen hoy el capitalismo brasileño, veía un “pueblo” atraído por el populismo y el liderazgo carismático de Lula, los empresarios industriales y los intelectuales apostando por un desarrollo social de centroizquierda y a la clase media tradicional, los rentistas y financistas, comprometidos con el liberalismo económico y la trampa de los elevados intereses.

Mi voto a Ciro Gomes en las elecciones presidenciales fue la manera que encontré de dar expresión a esas ideas, las cuales partieron del supuesto de que la democracia estaba consolidada en Brasil. Estas elecciones, sin embargo, indican que tal vez estuviese equivocado con respecto a este último punto: la democracia salió gravemente amenazada.

El día 7, la democracia, la centro derecha representada por el PSDB y la centroizquierda, por el PT, perdieron; venció el voto en contra y el populismo de extrema derecha. La centroderecha y el liberalismo fueron derrotados, pero sus seguidores pueden decir que “en compensación, Bolsonaro está más cerca de nosotros”.  Estarán cometiendo un gran equívoco. La centroizquierda fue igualmente derrotada, pero podrá aún evitar el mal mayor si los brasileños eligen a Fernando Haddad en el segundo turno.

Quien ganó fue la extrema derecha. Se benefició de la corrupción denunciada por la Operación Lava Jato, que afectó a todos los partidos, pero principalmente al PT y de la desmoralización de los políticos en general.

Venció en la primera vuelta porque se aprovechó del clima apasionado de odio que tomó cuenta de la política brasileña a partir de 2013, cuando quedó claro que el gobierno de Dilma había fracasado. Venció no porque tenía propuestas, a no ser la bala, sino porque apeló al voto en contra.

El problema, ahora, es saber si ese cuadro extremadamente preocupante puede ser revertido con la victoria de Fernando Haddad. Él tiene todas las condiciones personales para esto. Durante la campaña, mientras Bolsonaro sólo hacía críticas, él hizo propuestas claras y bien fundamentadas. Porque sabe que el voto racional es el voto a favor de un programa viable; es la elección de un candidato que el elector prevé que será capaz de gobernar bien.

Pero ¿tendrá condiciones políticas? En cuanto a los votantes que entienden que “nada es peor que votar en el PT”, no hay nada que hacer (no son racionales); pero en relación con la gran mayoría de los votantes, incluso de las clases medias tradicionales, hay ciertamente un camino.

Celso Rocha de Barros escribió sobre este tema un artículo notable (Folha 8-10). Para él, “es hora de olvidar el programa de la primera vuelta y abrazar el programa del frente democrático que debe formarse en el segundo”. “Este programa debe reconocer la necesidad de ajuste fiscal, corrigiendo los defectos del ajuste de Temer, y dejar de lado toda la ´payasada´ de la nueva Constitución, control de los medios, y demás tonteras que el intelectual petista coló en el programa de gobierno porque estaba con rabia por el impeachment”.

El compromiso con la responsabilidad fiscal ya está en el programa de Haddad, pero vale la pena hacerlo más claro. En cuanto a las “payasadas”, Celso tiene razón, como también la tiene cuando afirma: “Ahora es el momento de que el partido vuelva a ser la alternativa de la izquierda democrática como fue en los años Lula”.

La democracia todavía tiene oportunidad. Haddad no necesitará renegar de su programa desarrollista y social, que es el programa de una vida, pero necesita dejar claro para todos los verdaderos demócratas, incluso los liberales de centroderecha, que gobernará a Brasil mucho mejor que su adversario.

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