Guillermo Moreno (D. Libre, 17-9-18)
Se asume que la oposición política es el conjunto de partidos que enfrenta al gobierno de turno. Desde fuera se cree que es un grupo compacto o que tiene posibilidad de serlo. Nada más alejado de la realidad.
En la oposición del país hay que hacer una primera distinción. Los sectores que se oponen a la reelección de Danilo Medina, de los que además de adversar la reelección buscan sacar al peledé del poder sin importar la facción que encabece su candidatura.
En el llamado bloque opositor surgido de las elecciones de 2016 han convivido ambos sectores y ha sido esta diferencia, además de otras de tipo político-ideológico, las que han impedido ir más allá de la lucha por la reforma electoral.
Ahora bien, tampoco son homogéneos los sectores identificados en sacar al peledé del poder. Una parte de éstos no se comprometen a tocar el fondo del modelo que le ha servido de sustento y le ha permitido al peledé reproducirse por 20 años en el poder. Estos sectores de la oposición son los que se han mostrado dispuestos a buscar entendimientos con facciones del oficialismo garantizándoles impunidad. Si cualquiera de estos sectores desplazara al peledé del poder maquillaría el actual modelo pero a fin de cuentas terminaría en un “quítate tú para ponerme yo”.
El otro sector de la oposición propugna por sacar al peledé del poder pero además asumiendo el compromiso de desmontar el modelo que le ha servido para reproducirse y llevar a cabo sus prácticas corruptas, clientelares, antinacionales y autoritarias. Se trata de iniciar el proceso de transición que le ponga fin a esta historia circular en que nos encontramos atrapados por más de 50 años: Trujillo fue ajusticiado para retornar en el 66 en la figura de Balaguer. La voluntad popular sacó del poder a Balaguer en el 78 y éste regreso en el 86 para terminar reciclándose, recargado, a partir del 1996. Esta vez, no podemos permitirnos sacar al peledé del poder para que este retorne con más brío unos años después.
En la oposición hay un sector político y social que se identifica en el planteamiento “sacar al peledé del poder para hacer el cambio democrático”. El cambio democrático se refiere al conjunto de reformas políticas, sociales y económicas que nos permitan avanzar hacia una República Dominicana democrática, productiva, justa, próspera y soberana, para dejar atrás a la república autoritaria, corrupta, neoliberal y entreguista.
¿Qué impide que estos sectores puedan compactar un ejercicio de oposición y una alianza electoral de cara al proceso electoral de 2020? La permanente desconfianza entre si, la competencia mediocre, los protagonismos y, sobre todo, la ausencia de una visión política trascendente que vaya más allá de la búsqueda de cualquier ventaja particular o momentánea.
A pesar de las dificultades creo que en la coyuntura en desarrollo aún hay oportunidad para que este conjunto de partidos, sectores sociales y ciudadanos independientes puedan concretar un ejercicio de verdadera oposición política que vaya más allá de sacar al peledé del poder.
Para ello, lo primero es avanzar ahora en los puntos de coincidencia y dejar para después los de divergencia. Aprecio que entre estos sectores hay suficiente afinidad para comenzar a fijar posiciones conjuntas, una a una, en varios de los temas de la agenda nacional. Enumero algunos: 1) La propuesta de modificación del Código Laboral; 2) la reforma a la Ley de Seguridad Social; 3) compromiso por un 5% del PIB al sistema de salud pública; 4) compromisos concretos por la transparencia y la lucha contra la corrupción y la impunidad; 5) asumir compromisos para el impulso de un modelo de desarrollo productivo; 6) compromisos por una Justicia, Ministerio Público y Cámara de Cuentas independientes; 7) rebaja inmediata del precio de los combustibles; 8) revisión del DR-CAFTA; 9) aumento general de salarios; 10) protección al medio ambiente, en concreto: contra la Gold Quest en San Juan, Sierra de Bahoruco, Cueva de las Maravillas, Loma Miranda.
Lo segundo es esforzarnos en restablecer la confianza política entre los sectores participantes. En ese sentido, cumplir estrictamente con lo pactado y en el momento oportuno crear formas de coordinación nacional y locales que permitan construir un clima de acercamiento y de respeto entre las militancias y participantes de las respectivas organizaciones. Tener el tacto de no comenzar por decretar ni anunciar la constitución de un aparato unitario sino primero ocuparnos de fortalecer de forma horizontal los lazos de identidad con los propósitos que nos animan.
Lo tercero es construir la alianza opositora también desde el trabajo político en los territorios, acompañar a la ciudadanía y los diversos sectores sociales en la lucha por la defensa y ampliación de sus derechos fundamentales y por mejores condiciones de vida.
La fuerza de este ejercicio de verdadera oposición política y social, no radicará en el número de siglas que agrupe, ni porque levante el programa más radical, sino en la claridad de los objetivos políticos, en la coherencia y la confianza políticas que alcance en la ciudadanía.
