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La presidencia de Francia y el «Gladio B» (y 2)

Written by Debate Plural

Thierry Meysan (RedVoltaire, 29-7-18)

 

Los principales responsables operativos de la red stay-behind–que debía pasar a la clandestinidad en caso de invasión soviética– habían sido responsables y participantes de la represión nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Los franceses saben que el capitán SS y jefe de la Gestapo en Lyon, Klaus Barbie, trabajó para la CIA en Bolivia –como miembro del stay-behind– en la búsqueda y captura del Che Guevara, pero no saben que el ex prefecto de policía de París Maurice Papon [7], bajo cuya responsabilidad un centenar de argelinos fueron masacrados –en plena capital francesa– el 17 de octubre de 1961, era en aquel momento uno de los responsables del stay behind en Francia, a cargo de la lucha contra el FNL [8].

Aquí mismo, en Damasco, la capital siria, donde resido actualmente, otro oficial de las SS, Alois Brunner, que había dirigido en Francia el campo de concentración de Drancy, fue consejero de los servicios secretos sirios, enviado por la CIA estadounidense y el MI6 británico a mediados de los años 1950 para impedir que Siria se pasara al bando soviético. En cuanto asumió el poder, en julio de 2007, el presidente Bachar al-Assad ordenó el arresto de Alois Brunner.

En Francia, el stay-behind se volvió en contra del gobierno de Charles De Gaulle, acusándolo de haber dejado Argelia en manos de los soviéticos. El stay-behind o Gladio organizó entonces el golpe de Estado de 1961 contra De Gaulle y financió la OAS (Organización del Ejército Secreto). De Gaulle respondió recuperando varios agentes y creando con ellos una milicia secreta contra la milicia secreta que era la OAS financiada por la CIA y el MI6. La milicia secreta de De Gaulle fue el Servicio de Acción Cívica (SAC) [9].

A pesar de las apariencias, todo lo anterior no es tan antiguo como parece porque todavía tenemos en el mundo de la política actual varias personalidades que fueron miembros de la red stay-behind. Una de esas personalidades es el actual presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Junker, quien fue el jefe del Gladio en Luxemburgo [10].

Por supuesto, en pleno siglo XXI ya no se tortura y se asesina a la gente como antes. Ahora se utiliza la prensa para desacreditar a los que crean problemas. Como ya no hay Unión Soviética, tampoco hay stay-behind. Pero aquel personal, ya utilizado… y renovado, ha habido que “reciclarlo”. Muchos elementos demuestran que aquellos agentes dirigieron primeramente la yihad contra los soviéticos en Afganistán y que actualmente hacen lo mismo en contra de Rusia [11], al extremo de llegar a ser designados por el FBI como Gladio B [12]. La eficacia de esa red en el «Medio Oriente ampliado» durante los últimos 17 años está más que comprobada.

En Estados Unidos, la cuestión de la lucha contra el terrorismo –o su manipulación– dependía precisamente del US Secret Service, el Servicio Secreto, y la Presidencia de Francia estaba preparando la creación de un equipo similar. Resulta extraño el hecho que ya se creó un equipo paralelo a la task force antiterrorista de la Presidencia de Francia. Esta última se halla bajo la dirección del prefecto Pierre de Bousquet de Florian, mientras que la dirección del «grupo» paralelo está en manos de un «encargado de misión» que sólo rinde cuentas al almirante Bernard Rogel, jefe del estado mayor particular del presidente de la República. Según la publicación L’Opinion, fue ese «encargado de misión», Ludovic Chaker, quien favoreció la decisión de contratar a Benalla. Ludovic Chaker es un «ex» agente de la DGSE (Dirección General de la Seguridad Exterior [13]) [14].

No se trata de comparar a Alexandre Benalla con Maurice Papon sino de que nos preguntemos si es posible que Benalla sea miembro de una fuerza represiva ilegal que hoy se halla en proceso de formación (¿o de reinstauración?) en Europa.

¿Quién desencadenó
el escándalo Benalla?

Al no existir una denuncia proveniente de las personas maltratadas por Alexandre Benalla y ante la dificultad que presentaba su identificación en las imágenes de los incidentes, resulta muy evidente que el escándalo no estalló espontáneamente.

Las personas que hicieron estallar este escándalo debían estar muy bien informadas, tanto sobre Alexandre Benalla como sobre la confusión reinante en la sede de la Presidencia de Francia. Pero la posición oficial de esas personas las obligaba a actuar con discreción. Es difícil no pensar, en primer lugar, en responsables de la Dirección General de la Seguridad Interior (DGSI) y de la Dirección de Inteligencia y Seguridad de la Defensa (DRSD, siglas en francés).

Tampoco es imposible que, al facilitar a Benalla los atributos de la policía que este personaje llevaba indebidamente el 1º de mayo, algún responsable (o varios) de las fuerzas del orden simplemente estuviese tendiendo una trampa a este colaborador del presidente Macron [15].

Francia no está hoy en la situación que vivió en tiempos de la guerra fría y durante la guerra de Argelia. El Affaire Benallano tiene nada que ver con el caso del SAC. El presidente Macron no estaba tratando de proteger a Francia de una milicia sediciosa, como hizo Charles De Gaulle, aún al precio de violar él también las leyes de la República.

Estamos, por el contrario, en una situación de enfrentamiento en la que Rusia y Estados Unidos luchan contra el Estado Profundo anglosajón, desencadenado contra el presidente Trump.

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