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La influencia de la Revolución Cubana en el Socialismo del siglo XXI (1)

Written by Debate Plural

Ximena de la Barra (Rebelion, 28-7-18)

 

En América Latina, el Socialismo del Siglo XXI es un proceso cuyos orígenes se remontan al menos a las luchas por la Independencia del colonialismo español. Antecede con mucho a la instauración del socialismo real de la Unión Soviética que tiene antecedentes históricos, contexto y características diferentes. Si bien los objetivos del Socialismo del Siglo XXI están definidos, no lo está su meta temporal porque el socialismo es un proceso siempre perfectible. Se avanza a velocidades distintas en cada país de acuerdo con sus condiciones objetivas propias. Por eso mismo, tanto se avanza como se retrocede, aunque manteniendo siempre el futuro socialista como objetivo, en tanto se frena al neoliberalismo y se pone en evidencia al capitalismo y al imperialismo. Al ideario de Martí, Fidel y el Che se le suman los idearios de Bolívar, Mariategui, Allende, Chávez, y de los pueblos indígenas, entre otros, para inspirar este proceso cuyas características fundamentales son la solidaridad; la democracia participativa e inclusiva; una nueva ética; y una nueva forma de gobernar y hacer política.

Introducción

Creo deber de justicia el comenzar con una de las influencias ideológicas precursoras a la Revolución Cubana como es la de uno de sus mentores, José Martí. Al igual que Miranda y Bolívar antes que él, Martí convoca a la lucha por la soberanía y a la unión entre los pueblos latinoamericanos.

Bolívar, ha sido consagrado en la Historia como El Libertador de América, pues en su día dirigió la independencia de Venezuela, Colombia y Ecuador, buscando constituir La Gran Colombia. Influyó, además, de manera definitiva en las victorias militares para la independencia de Perú y Bolivia. Su sueño era una América unida y libre de colonialismos. Al reconocer el valor de Bolívar en la emancipación y renacer de América, en su Discurso en la velada de la Sociedad Literaria Hispanoamericana el 28 de Octubre de 1893, Martí expresó estas hermosas palabras:

¡Pero así está Bolívar en el cielo de América, vigilante y ceñudo, sentado aún en la roca de crear, con el inca al lado y el haz de la bandera a los pies, así está él, calzadas aún las botas de campaña, porque lo que él no dejó hecho, sin hacer hasta hoy: porque Bolívar tiene que hacer en América todavía!

¿Adónde irá Bolívar? ¡Al respeto del mundo y a la ternura de los americanos!

¡Así, de hijo en hijo, mientras la América viva, el eco de su nombre resonará en lo mas viril y honrado de nuestras entrañas! (Martí, 1893a).

Cuando Estados Unidos convocó a los países latinoamericanos a un congreso precursor del panamericanismo en 1888, Martí ya comprendía la naturaleza y el destino de nuestros países ante la amenaza del imperialismo norteamericano, y lo advirtió diciendo: “Cambiar de dueño, no es ser libre” (Martí, 1889a).

Jamás hubo en América, de la independencia acá, asunto que requiera más sensatez, ni obligue a más vigilancia, ni pida examen más claro y minucioso, que el convite que los Estados Unidos potentes, repletos de productos invendibles y determinados a extender sus dominios en América, hacen a las naciones americanas de menos poder, ligadas al comercio libre y útil con los pueblos europeos, para ajustar una liga contra Europa, y cerrar tratos contra el resto del mundo. De la tiranía de España supo salvarse la América española; y ahora, después de ver con ojos judiciales los antecedentes, causas y factores del convite, urge decir, porque es la verdad, que ha llegado para la América española la hora de declarar su segunda independencia.” (Martí, 1889b).

Fidel Castro, y con él todo el Movimiento 26 de julio, sitúan a la figura de Martí como símbolo del Programa Político Revolucionario del Moncada. En su alegato de defensa al ser capturado tras el asalto al Cuartel Moncada, Fidel lo nombraba como “el autor intelectual” del levantamiento (Castro, 1953). A partir de esta herencia independentista, Cuba se proyecta hacia un futuro esperanzador, soberano y liberador para su propio pueblo y para lo que Martí llamaba “Nuestra América”. La Constitución Cubana de 1976, y hasta el día de hoy, reconoce en su Preámbulo, ser guiada por el ideario de Martí.

La Revolución Cubana: ejemplo emancipador

Durante la lucha contra la corona española por la tardía independencia cubana, Martí fue reconocido como líder revolucionario y como delegado (director) del movimiento libertador. Los exiliados cubanos adoptaron el 28 de Noviembre de 1891, en Tampa, una serie de resoluciones, entre otras: “la organización revolucionaria (del Partido Revolucionario Cubano PRC) … [ha de trabajar] por el respeto y auxilio de las repúblicas del mundo” (Martí, 1891a).

Décadas mas tarde, el Che escribía a su amigo Carlos Quijano, editor del semanario uruguayo, Marcha: “Cuba es la vanguardia de América y debe hacer sacrificios porque ocupa el lugar de avanzada, porque indica a las masas de América Latina el camino hacia la libertad plena” (Guevara, 1965).

La Revolución Cubana, primera revolución socialista del Siglo XX en un país de la periferia del mundo occidental, a solo a 150 Km. de la Florida, marcó un un hito en la política latinoamericana declarándose socialista, anti capitalista y anti imperialista. Influyó en toda América Latina, en todos sus gobiernos progresistas y en todos los movimientos sociales, en la definición de sus objetivos de lucha. Representó el primer desafío real a la hegemonía estadounidense en la región y continúa siéndolo mas de medio siglo mas tarde. El Consenso de Washington1 jamás influyó en lo más mínimo su política pública.

Durante la Segunda Asamblea Nacional del Pueblo de Cuba, Fidel dijo:

El deber de todo revolucionario es hacer la revolución… Ningún pueblo de América Latina es débil, porque forma parte de una familia de 200 millones de hermanos que padecen las mismas miserias, albergan los mismos sentimientos, tienen el mismo enemigo, sueñan todos un mismo mejor destino, y cuentan con la solidaridad de todos los hombres y mujeres honrados del mundo entero… Porque esta gran humanidad ha dicho “¡Basta!” y ha echado a andar. Y su marcha de gigantes ya no se detendrá hasta conquistar la verdadera independencia (Castro, 1962a).

Mas adelante, las palabras de Fidel el 1 de mayo del año 2000 en la Tribuna Abierta de la Juventud, los Estudiantes y los Trabajadores por el Día Internacional de los Trabajadores, en la Plaza de la Revolución, nos definen claramente el sentido de ese proceso.

Revolución es sentido del momento histórico; es cambiar todo lo que debe ser cambiado; es igualdad y libertad plenas; es ser tratado y tratar a los demás como seres humanos; es emanciparnos por nosotros mismos y con nuestros propios esfuerzos; es desafiar poderosas fuerzas dominantes dentro y fuera del ámbito social y nacional; es defender valores en los que se cree al precio de cualquier sacrificio; es modestia, desinterés, altruismo, solidaridad y heroísmo; es luchar con audacia, inteligencia y realismo; es no mentir jamás ni violar principios éticos; es convicción profunda de que no existe fuerza en el mundo capaz de aplastar la fuerza de la verdad y las ideas. Revolución es unidad, es independencia, es lucha por nuestros sueños de justicia para Cuba y el mundo, que es la base de nuestro patriotismo, nuestro socialismo y nuestro internacionalismo. (Castro, 2000).

La Revolución Cubana inspiró a multitud de movimientos sociales, que junto con sus propios antecedentes históricos, se constituyeron en importantes soportes ideológicos que potenciaron a la Región e impulsaron a la lucha popular por la recuperación de la soberanía nacional y regional. Otros procesos le siguieron, aunque con características propias, ninguno de ellos por la vía armada, como el chileno a principios de los años setenta, el nicaragüense en los años ochenta y los de Venezuela, Bolivia y Ecuador a principios del Siglo XXI, estos tres últimos denominados países miembros del Socialismo del Siglo XXI.

Salvador Allende, al referirse a la visita que Fidel Castro hiciera a Chile en 1971, dijo:

Chile oyó su palabra [la de Fidel]: nos entregó su experiencia, nos habló con el lenguaje de la realidad, y fortaleció la fe de nuestro pueblo en sus propias fuerzas. Y al hablar de su pueblo y de ustedes, hizo entender a muchos que la revolución es sacrificio, generosidad y renunciamiento; que los revolucionarios tienen que sentir la necesidad de entregarse plenamente para afianzar la independencia de su patria, y trabajar para que las generaciones del futuro no sufran lo que hemos sufrido estas generaciones. Por eso, la presencia de Fidel significó fortalecer la fe revolucionaria del pueblo chileno y la fe revolucionaria de los pueblos latinoamericanos (Allende, 1972a).

Después de la implantación del tandem neoliberalismo/dictaduras, el retorno a gobiernos civiles hacia finales del Siglo XX se produjo sin ninguna garantía de democracia ni de mejores niveles de vida para la población. Por el contrario, los resultados no fueron más que fuertes incrementos de la pobreza y de la malnutrición, la disminución de los servicios básicos, el desprecio por sus poblaciones indígenas y la destrucción de la naturaleza, lo que convirtió a América Latina en la región con las mayores disparidades del mundo.

A comienzos del Siglo XXI, con la elección de lideres anti-neoliberales y anti-imperialistas en un grupo de países, dispuestos a escuchar y a responder a sus pueblos, se lograron desarmar algunos de los mecanismos de dependencia y sacar a buena parte de América Latina fuera del vertedero creado por el neoliberalismo para los sectores populares. Aunque han habido serios retrocesos en los años recientes, la Cuba incólume y el acumulado revolucionario en la Región, sin duda alguna volverá a florecer. Al decir de Salvador Allende: “Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor” (Allende, 1973).

¿Que es el Socialismo del Siglo XXI?

Tanto Bolívar como Martí han sido reconocidos como los máximos ideológos primigenios del Socialismo del Siglo XXI, aunque no son los únicos. Por ejemplo, ya a comienzos del Siglo XX, es indudable la influencia del peruano José Carlos Mariategui quien proclamaba que había que pensar en forma descolonizada y creativa y consideraba que el socialismo peruano no debía ser, “ni calco ni copia sino creación heroica. Tenemos que dar vida, con nuestra propia realidad, en nuestro propio lenguaje, al socialismo indo-americano” (Mariátegui,1928).

El Che en los años 1965, 1966, ya desvinculado de sus cargos formales en Cuba, fue intensificando su critica al socialismo realmente existente, y desmontando las consignas dogmáticas que lo sostenían. Incluso señaló que algunas de las mismas contradicciones estaban presentes en la Revolución Cubana y advirtió que el marxismo soviético no era estrictamente aplicable a otras realidades y en especial al subdesarrollo (Guevara, 1965-1966). Fidel agregaba: “…el proceso se construye sobre la realidad. El proceso no se construye de una manera idealista en la cabeza de los hombres. El proceso se construye como una realidad viva sobre una determinada realidad económica, social y política. (Castro, 1962b).

 

 

 

 

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