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¿Qué pasa con la integración europea? (1)

Written by Debate Plural

Noam Chomsky (Rebelion, 26-7-18)

 

Las entrevistas de este volumen, Optimismo contra el desaliento (Ediciones B) presentan las opiniones del principal intelectual público del mundo sobre las consecuencias de la globalización capitalista y sobre muchos más aspectos, tal como quedó registrado en conversaciones con quien esto suscribe en el curso de los pasados cuatro años —desde finales de 2013 hasta el inicio de 2017, para ser exactos— y que originalmente se publicaron en Truthout.

Noam Chomsky ha sido la “conciencia moral de Estados Unidos” durante más de medio siglo (incluso si sigue siendo un desconocido para la mayoría de sus compatriotas), así como el intelectual público más reconocido del mundo, pues se expresa con contundencia contra la agresión de EE. UU. y defiende los derechos de los débiles y de los oprimidos en todo el mundo desde los tiempos de la guerra de Vietnam hasta ahora. Sus análisis se sustentan siempre en hechos irrefutables y surgen de consideraciones profundamente morales sobre la libertad, la democracia, los derechos humanos y la dignidad humana.

La voz de Chomsky sigue siendo, de una manera casi singular, un faro de esperanza y optimismo en estos tiempos oscuros, en esta época de desigualdad económica sin precedentes, de autoritarismo creciente, de darwinismo social, con una izquierda que ha vuelto la espalda a la lucha de clases.

¿Se está desacelerando la integración europea?

C. J. POLYCHRONIOU: Noam, gracias por prestarse a esta entrevista sobre los acontecimientos que se dan actualmente en Europa. Me gustaría empezar haciéndole esta pregunta: ¿Por qué piensa que la crisis de refugiados de Europa se está dando ahora?

NOAM CHOMSKY: La crisis se ha estado formando durante mucho tiempo. Si ha impactado ahora en Europa es porque ha rebasado los límites de Oriente Medio y de África. Dos martillazos occidentales tuvieron un efecto dramático. El primero fue la invasión por parte de Estados Unidos y del Reino Unido de Irak, que asestó un golpe casi mortal a un país que ya había sido devastado por un ataque militar masivo veinte años atrás, seguido por las sanciones angloamericanas virtualmente genocidas. Además del asesinato y la destrucción, la ocupación brutal encendió un conflicto identitario que ahora está rompiendo en pedazos el país y toda la zona. La invasión desplazó a millones de personas, muchas de las cuales huyeron y fueron absorbidas por los países vecinos, países pobres a los que se abandona a su suerte para que se enfrenten de algún modo con el detritus de nuestros crímenes.

Un resultado de la invasión es la monstruosidad del ISIS/ Daesh, que contribuye a la escalofriante catástrofe siria. También en este caso los países vecinos han ido absorbiendo el flujo de refugiados. Solamente Turquía tiene más de dos millones de refugiados sirios. Al mismo tiempo contribuye a ese flujo con su política en Siria: el apoyo a los extremistas del Frente Al Nusra y de otros islamistas radicales y el ataque a los kurdos, que constituyen la fuerza terrestre principal para oponerse al ISIS, que así también sale beneficiado por los apoyos —tácitos o no— de los turcos. Pero esa avalancha ya no puede contenerse en esa región.

El segundo martillazo destruyó Libia, que ahora es un caos de grupos enfrentados entre sí, una base para el ISIS, una rica veta de yihadistas y de armas de África occidental a Oriente Medio y un embudo para el flujo de refugiados desde África. Esto a su vez determina factores a más largo plazo. Durante siglos, Europa ha estado torturando a África. Dicho más suavemente, Europa ha estado explotándola para su propio desarrollo, para seguir la recomendación del gran planificador americano, George Kennan, tras la Segunda Guerra Mundial.

La historia, que debería sernos familiar, es más que grotesca. Para tomar solamente un caso, consideremos Bélgica, que ahora se agobia por la crisis de los refugiados. La riqueza de este país procede en no pequeña medida de la “explotación” del Congo con una brutalidad que excede incluso a la de sus competidores europeos. El Congo gano por fin su libertad en 1960. Podría haberse convertido en un país avanzado y rico una vez liberado de las cadenas belgas, con lo que también habría impulsado el desarrollo de África. Las esperanzas eran fundadas, bajo el liderazgo de Patrice Lumumba, una de las figuras más prometedoras de África. La CIA lo tenía marcado para asesinarlo, pero los belgas llegaron antes. Cortaron su cuerpo en pedazos y lo disolvieron en ácido sulfúrico. Estados Unidos y sus aliados apoyaron al asesino y cleptómano Mobutu. En la actualidad el Congo oriental es la escena de las peores matanzas del mundo, con la ayuda de Ruanda, la favorita de Estados Unidos, mientras las milicias enfrentadas alimentan las ansias de las multinacionales occidentales para obtener minerales con los que fabricar teléfonos móviles y otras maravillas tecnológicas. Con esta imagen se obtiene una generalización de lo que ocurre en África, exacerbada por innumerables crímenes. Para Europa, todo esto se convierte en una crisis de refugiados.

–Las oleadas de inmigrantes (puesto que obviamente muchos de ellos lo son, y no simplemente refugiados de países en guerra) que penetran en el corazón de Europa, ¿representan de algún modo un “desastre natural” o solamente son el resultado de la política?

–Se da un elemento de desastre natural. La terrible sequía en Siria que desgarró la sociedad era posiblemente una consecuencia del calentamiento global, que no es exactamente natural. La crisis de Darfur fue en parte el resultado de la desertificación que llevó a poblaciones nómadas a áreas de población asentada. Hoy, las horribles hambrunas del África central pueden deberse también al asalto del entorno durante el Antropoceno, la nueva era geológica en que las actividades humanas, sobre todo la industrialización, han destruido paulatinamente toda esperanza en una supervivencia decente. Y la destrucción continuará, a menos que invirtamos la tendencia.

–Los funcionarios de la Unión Europea se enfrentan a situaciones difíciles en la gestión de la crisis de los refugiados porque muchos Estados miembros no están dispuestos a cumplir con su parte y no quieren aceptar más que a un puñado de refugiados. ¿Qué significado tiene este hecho en cuanto al gobierno de la UE y en cuanto a los valores de muchas sociedades europeas?

–El gobierno de la UE trabaja con mucha eficiencia a la hora de imponer duras medidas de austeridad que resultan devastadoras para los países más pobres y que benefician a los bancos del norte. Pero ha fracasado casi completamente a la hora de enfrentarse a una catástrofe humanitaria que en gran medida es el resultado de crímenes de Occidente. La carga más pesada ha caído sobre los pocos que estaban dispuestos, al menos de forma temporal, a hacer algo más que nada, como Suecia o Alemania. Muchos otros se han limitado a cerrar sus fronteras. Europa intenta inducir a Turquía para que mantenga los miserables naufragios lejos de sus fronteras, tal como hace Estados Unidos, que presiona a México para que mantenga alejados de sus fronteras a quienes intenten huir de las ruinas de los crímenes que estos han cometido en Centroamérica. A esto se le llega a denominar “política humanitaria” que reduce la “inmigración ilegal”.

¿Qué nos dice todo esto sobre los valores vigentes? Incluso se hace duro emplear la palabra “valores”, así que comentarlo es todavía más duro… Y eso es así cuando escribes en Estados Unidos, tal vez el país más seguro del mundo, ahora consumido por un debate sobre si hay que cerrarse completamente a la acogida de sirios, porque bien podría tratarse de un terrorista que se hace pasar por médico, o si, de un modo más extremo —lo que es, lamentablemente, lo más normal en la corriente de opinión americana—, sobre si hay que cerrarse completamente a la acogida de musulmanes. Y eso mientras un muro enorme nos separa de inmigrantes que huyen de los restos del naufragio al sur de la frontera.

–¿Qué le parece la afirmación de que es simplemente imposible para muchos países europeos acomodar a tantos inmigrantes y refugiados?

–Alemania es quien ha hecho más, puesto que ha absorbido alrededor de un millón de refugiados en un país muy rico de ochenta millones de personas. Comparado con Líbano, un país pobre, con problemas internos severos. Su población es en un 25 por ciento siria, que se suman a los descendientes de quienes fueron expulsados de la anterior Palestina. Por otra parte, a diferencia del Líbano, Alemania necesita inmigración para mantener su población, dado el declive de la fertilidad que se ha producido con la educación de las mujeres en todo el mundo.

Kenneth Roth, al frente de Human Rights Watch, seguramente tiene razón cuando afirma que “esta “oleada de gente” es más bien un goteo si se la considera frente a la piscina que debe absorberla. Si tenemos en cuenta la riqueza y la economía avanzada de la Unión Europea, resulta difícil argüir que Europa carece de los medios para absorber a estos recién llegados”, particularmente en países que necesitan a inmigrantes por el bien de su salud económica.

–Gran parte de los refugiados que intentan llegar a Europa no lo consiguen nunca, y muchos cadáveres aparecen en las orillas de Grecia e Italia. De hecho, según la agencia para los refugiados de la ONU, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, más de 2.500 personas murieron el pasado verano [2015] solamente al intentar cruzar el Mediterráneo para llegar a Europa, con la costa sudoccidental de Turquía como punto de partida para millares de refugiados que los traficantes de migrantes apiñan en frágiles embarcaciones. ¿Cómo es posible que Europa no ejerza una mayor presión sobre el Gobierno turco de Recep Tayyip Erdogan para que haga algo sobre esta horrible situación?

–Los principales esfuerzos europeos, como queda dicho, se han dedicado a presionar a Turquía para que mantenga alejadas la miseria y el sufrimiento. Como hace Estados Unidos con México. Lo que la suerte les depare, una vez que nosotros estamos a salvo del contagio, tiene mucha menor importancia.

–Recientemente acusó a Erdogan de tener una doble vara de medir cuando se trataba de terrorismo, cuando le señaló por una petición que firmó, junto a centenares de académicos, en protesta por las acciones contra la población kurda y le calificó, de hecho, de terrorista. ¿Podría explicarnos este incidente, que tuvo alcance internacional?

 

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