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La valoración de Gandhi en la izquierda comunista india (2)

Written by Debate Plural

E.M.S. Namboodiripad e Irfan Habib (Rebelion, 25-7-18)

 

El primer punto a destacar es que Gandhi era un idealista. Idealista no solo en el sentido que la visión del mundo que le guiaba se oponía al materialismo filosófico, sino también en el sentido que mantuvo ciertos ideales a los que se aferró hasta el final de su vida. Valores morales como verdad, no violencia, renuncia a los placeres de la vida, etc.; objetivos sociales como la abolición de distinciones de casta, emancipación de la mujer, unidad de todos los grupos y comunidades religiosas, etc. Eran estas partes indivisibles de su vida y enseñanzas. Es esta adherencia a ciertos ideales lo que le hizo sumergirse en el movimiento satyagraha sudafricano en la primera parte de su vida pública. Fue esto de nuevo lo que le permitió llevar a cabo su campaña de no cooperación y otras para la libertad de la nación. Fue esto lo que le convirtió en el campeón de innumerables causas democráticas y en última instancia lo convirtió en un mártir en la noble causa de la unidad nacional.

En segundo lugar, su idealismo tuvo un papel importante en el despertar de millones de pobres rurales, hasta entonces dormidos. El lenguaje semireligioso que usaba al hablar con ellos, la vida sencilla y sin ostentaciones que llevaba y la pasión con la que lucho por sus demandas, todo esto atrajo a millones de los pobres rurales hacia él. Lo veían como su salvador, como una nueva encarnación de Dios para librarlos de la miserable situación en la que se encuentran.

Podemos ciertamente considerar sus puntos de vista sobre diversas cuestiones sociales, económicas y culturales como ‘reaccionarios’ (muchos de ellos son sin dudas reaccionarios). Sería, sin embargo, un profundo error perderse que fueron estos puntos de vista ‘reaccionarios’ los que le permitieron construir un puente entre las masas del campesinado y los sofisticados representantes y líderes del movimiento nacional-democrático moderno. Puede parecer autocontradictorio si uno dice que Gandhi con su perspectiva social ‘reaccionaria’ fue instrumental para provocar un fenómeno profundamente revolucionario: la atracción de las masas de los pobres ruralesa la arena del movimiento nacional-democrático moderno. Esta autocontradicción, sin embargo, es una manifestación de la contradicción en la vida política real de nuestra nación, nacida del hecho que el movimiento nacional-democrático estaba dirigido por la burguesía, vinculada con el feudalismo.

En tercer lugar, habría que señalar que, a pesar de que interpretó un papel vital en la atracción de las masas de los pobres rurales al movimiento nacional, sería erróneo atribuirle personalmente el tremendo despertar que mostraron en los años posteriores a la Primera Guerra Mundial. Porque este despertar fue el resultado de desarrollos históricos que estaban teniendo lugar en India así como en el resto del mundo. El lento y progresivo deterioro de las condiciones económicas del campesinado indio que alcanzó proporciones alarmantes durante e inmediatamente después de la Primera Guerra Mundial; el crecimiento de un ala radical dentro del movimiento nacional indio, que en ciertas áreas llegó también a sectores del campesinado; el impacto de desarrollos internacionales como las revoluciones turca, china y, sobre todo, rusa sobre las mentes del pueblo asiático en su conjunto. Estas son algunas de las causas básicas que habían empezado a actuar sobre la conciencia del campesinado indio. Hubieran actuado -probablemente no de la misma forma- incluso si Gandhi no hubiese aparecido en escena.

Declarar esto no significa negar el rol de Gandhi como individuo en dar un carácter específico al despertar del campesinado indio, al hecho de que el nuevo aumento significativo llegase a estar vinculado con el movimiento campesino por la libertad y la democracia. Negar la contribución de Gandhi a la atracción de los pobres rurales y el consiguiente fortalecimiento del movimiento nacional-democrático sería tan unilateral como atribuirle todo el crédito por el despertar de la gente en sí.

Cuarto, mientras Gandhi merece por tanto elogios por su rol en la superación de las mayores debilidades del movimiento nacional-democrático -convertir el movimiento en algo realmente nacional y con todas las clases al incluir las grandes masas de los hasta entonces desorganizados pobres rurales- no debería olvidarse que siempre había tenido miedo, y así continuaría hasta su muerte, de los pobres rurales actuando como una fuerza independiente. Aunque estaba completamente de acuerdo con movilizarlos en la lucha por la libertad y la democracia, estaba ansioso porque actuasen bajo el liderazgo de su propia clase, la burguesía.

Desde los días de Chauri-Chaura, había tenido un cuidado especial en diseñar todo tipo de medidas para ver que en cualquier etapa en la lucha por la libertad y la democracia los pobres rurales se mantenían dentro de los límites que eran considerados seguros por la burguesía. Quien no sea capaz de reconocer esta realidad no podrá explicar por qué era tan insistente en que se observase la no violencia por parte de la gente en su lucha contra el imperialismo y sus agentes, mientras no tuvo escrúpulos de conciencia en actuar como un sargento de reclutamiento para el imperialismo durante la Primera Guerra Mundial.

Quinto, no solo en relación con los pobres rurales sino también en relación con la clase obrera y otros sectores trabajadores su enfoque, en la práctica real, ayudaba a la burguesía. Su teoría del fideicomiso (trusteeship), su insistencia en ciertos valores morales como líneas guía para cualquier actividad política, la forma hábil con la que combinaba sus actividades extraparlamentarias (programa constructivo y satyagraha) con las actividades parlamentarias de sus lugartenientes, la forma característicamente gandhiana de combinar negociaciones con el enemigo hasta cuando se llevan a cabo acciones de masas directas contra él. Todo esto demostró en la práctica real ser una ayuda enorme para la burguesía para a) poner las masas en acción contra el imperialismo y b) impedir que recurriesen a la acción revolucionaria de masas. Esta capacidad de incitar a las masas y sin embargo controlarlas, de lanzar acción directa antiimperialista y sin embargo seguir negociando con los gobernantes imperialistas le convirtió en el líder indiscutible de la burguesía. Era un líder en el que todas las facciones y grupos dentro de la clase tenían confianza y quien, por tanto, podía unificarla y activarla.

Finalmente, el papel de Gandhi en la historia como el líder más importante de la burguesía no debería entenderse que significa que estuviese siempre y en todos los temas a una con la burguesía. Por otra parte, era característico de él y de la clase de la que era amigo, filósofo y guía que, en varias ocasiones y sobre varios temas, la suya fuese una voz minoritaria, si no una voz solitaria. En todas estas ocasiones él y ellos se pusieron de acuerdo en que cada uno de ellos iría por un camino distinto de manera temporal. Fue este un fenómeno que se manifestó una y otra vez: primero en los años posteriores a los años de la no-cooperación (división de trabajo entre swarajistas y sin-cambio (no-changers)); luego en los años después del movimiento de desobediencia civil en 1932-33; varias veces durante la Segunda Guerra Mundial y, finalmente, en los meses que precedieron y siguieron a la conquista de la independencia.

En particular esto fue cierto en los últimos días de su vida cuando su idealismo entró en conflicto con el ‘practicismo de hierro’ de la ‘mente de acero’ de Sardar Patel, con el modernismo del intelectual radical Pandit Nehru y varios otros que habían sido sus colegas y lugartenientes durante varios años. Fue este creciente abismo entre él y sus colegas lo que convirtió su vida en algo trágico en los meses posteriores a la independencia antes incluso de que su vida llegase a un trágico fin.

Cuando examinamos este abismo creciente entre él y sus colegas en los últimos días de su vida es cuando llegamos a una valoración realmente objetiva multilateral de Gandhi, el hombre y su misión. Porque este abismo creciente era la manifestación de una realidad: la insistencia de Gandhi en ciertos valores morales había sido una vez útil a la burguesía, pero se había convertido, en los últimos días de su vida, en un estorbo.

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