Educacion Nacionales

El conocimiento gestionado desde la organización y la universidad (4)

Las Universidades son las instituciones educativas que tienen en sus manos el desarrollo del país, que las universidades deben contribuir significativamente al esclarecimiento de los problemas de la nación y colaborar en la orientación de la vida del país. Es rectora en educación, cultura y ciencia, para lo cual, debe crear, asimilar y difundir el saber, a través de la investigación y la enseñanza, al mismo tiempo que completa la formación integral de los ciudadanos y capacita equipos de profesionales y técnicos necesarios para la nación.

Lo expresado aduce que las universidades se fundamentan en el conocimiento para poder cumplir con los retos planteados vitalizando e impulsando la sociedad. Ortiz (2008), se refiere al conocimiento como una contribución de varios elementos, entre ellos la experiencia, valores, información, esquemas mentales y procesos que facilitan el hacer, forman parte de la complejidad del ser humano, capacitándolo, así como a la organización para afrontar y entender los grandes cambios que se generan constantemente en el mundo y que inciden en la vida de nuestras sociedades. De Luna N, A (2008) y Kanter (citada en Guédez, V. 2003), coinciden en que el conocimiento es el activo más valioso en la actualidad y que ésta es la época de gestionar la información y el conocimiento con inteligencia, pues si se tiene el conocimiento se tiene todo. Así mismo ratifican que es muy importante aprovechar las oportunidades de la globalización y las nuevas tecnologías, y que esto solo será posible en la medida en que aprendamos a dominar el cambio, explican que el aprendizaje obtenido proviene del valorar las ideas, de las innovaciones y de las habilidades de la gente. Ortiz (ob.cit.), expresa que la universidad es generadora y propiciadora de la creación del conocimiento en todos los ámbitos, a través de sus docentes e investigadores, los cuales según Ortiz, se constituyen en gestores del conocimiento ya que con su saber moldean la vida profesional de los ciudadanos.

Por lo anteriormente expuesto es importante gestionar el conocimiento que los profesionales universitarios poseen no solo de sus especialidades, sino también de su experiencia y de los procesos del saber hacer al ocupar distintos cargos administrativos, gerenciales y académicos, los cuales deben ser gestionados para darlos a conocer, ampliarlos y profundizarlos. Es importante destacar lo aseverado por López S, F (2005), quien expresa que a pesar de la adopción de herramientas de mejoras como planificación estratégica, evaluación de proyectos, dirección por objetivos, gestión por competencias, calidad total, evaluación institucional, introducción a las tecnologías de información y comunicación TIC´s y mejora en la gestión de los procesos administrativos y académicos en la universidad, que han repercutido en el aumento de la eficacia; el nivel gerencial del personal universitario sigue siendo alarmantemente bajo, lo cual, es un asunto muy delicado teniendo en cuenta que afecta los puestos directivos, ocupados habitualmente por excelentes académicos pero con poca preparación para la dirección y la gestión. Infiere además que lo que se necesita es reforzar sus conocimientos con colaboración de profesionales en el área gerencial. Por otra parte, Guédez, V (2003), expresa, que:

El conocimiento se convertirá en el activo fundamental de la sociedad y los profesionales del conocimiento pasarán a ser la fuerza dominante en el mercado de trabajo. Las implicaciones para la economía, la política, la universidad, la empresa y el individuo son incalculables. Al mismo tiempo, los mayores niveles de incertidumbre – claramente visibles en todas partes – están obligando a las organizaciones a repensar como prepararse para tener, sino un poco más de control, al menos una mejor capacidad de respuesta ante tanta turbulencia. El aprendizaje organizacional se presenta cada vez más como una vía adecuada y efectiva para mejorar el desempeño gerencial y los resultados de la organización, así se trate de empresas productoras de bienes y servicios o de instituciones dedicadas al gobierno, la educación, la salud o la investigación. De allí surge la necesidad de « gerenciar el conocimiento». (p.11).

Uno de los aspectos más importantes para analizar es sobre las particularidades que afectan la relación universidad-conocimiento en consecuencia, las posibles conexiones con las organizaciones externas interesadas en el conocimiento. Un primer paso consiste en estudiar la relación que mantiene la universidad con el conocimiento, en las diversas dimensiones en que esta se establece (Castell, 1999) a saber:

  1. La dimensión creación de conocimiento. Esta labor es realizada por la investigación y tiene formas diversas: investigadores, grupos, centros de investigación, en los cuales participan profesores y estudiantes de la universidad.
  2. La enseñanza de los conocimientos explícitos de una ciencia o disciplina por medio de un programa curricular. En este caso, la labor del docente consiste en la transmisión, aplicación y modificación de los conocimientos adquiridos, provenientes de una determinada ciencia o disciplina. El conocimiento se comparte en esta dimensión.
  3. La aplicación del conocimiento para dar solución a los problemas del entorno y a realidades concretas. Esta es labor del consultor, del asesor o se desarrolla por medio de las actividades de extensión.
  4. La conservación del conocimiento. En la universidad, el conocimiento se mantiene bien sea en sus integrantes, expertos en disciplinas o campos del saber, o en sus bibliotecas y múltiples tecnologías de reserva de conocimientos disponibles.

El conocimiento explícito de la universidad como generadora de conocimiento va acompañado de los retos que como organización afronta en la actualidad. El aumento de la competitividad en los contextos educativos, dada la globalización, ha dado lugar a la aparición de los nuevos modelos de universidades, tales como las universidades empresariales, que realizan todo el proceso de gestión de conocimiento, desde la generación hasta la realización y comercialización de productos; y las universidades corporativas, creadas a la medida de las necesidades de formación e investigación de organizaciones específicas.

Para (Araújo, 2000) «las variables influyentes en esta situación son, entre otras, la aceleración tecnológica, que implica cambios del mercado de trabajo y en las formas de comunicación y educación; y la presión por la búsqueda de financiación alterna a la que ofrece el Estado, sobre todo para las actividades de investigación. Estas situaciones hacen que la universidad «deba hacer un mejor uso del conocimiento que produce».

La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Tecnología (Unesco, 2005) presenta los aspectos claves que afectan la relación entre las llamadas «sociedades del conocimiento» y la universidad. En primer lugar, hay un cambio diferenciado de la sociedad de la información a la sociedad del conocimiento; esta última requiere que la información se transforme en actividades productivas, bien sean tangibles o intangibles, de tal forma que la innovación sea su resultado. En segundo lugar, según la Unesco, la universidad tiene una misión importante en la sociedad del conocimiento, pues coloca términos de competitividad internacional entre las mismas universidades, lo que hace que se encaminen a afrontar retos estratégicos y cambios como los siguientes:

  1. Consolidar su especificidad para incrementar su captación de clientela estudiantil, lo que implica una excelencia disciplinaria o investigadora.
  2. Responder a la masificación y garantizar la calidad mediante el empleo intensivo de las TIC.
  3. Diversificar programas manteniendo la financiación, sin caer en el mercantilismo, dada la variabilidad de las demandas de profesionales.
  4. Conservar autonomía, sin perder el sentido de responsabilidad social y de vinculación novedosa y productiva con la sociedad misma.
  5. Combinar excelencia investigadora con excelencia de la enseñanza.

About the author

Frank A. Peña Valdes

Profesor adjunto Escuela de Psicología, Facultad de Humanidades y Escuela de Orientación Educativa, Facultad de Ciencias de la Educación Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD. Licenciatura en Psicología, Maestría en Metodología de la Investigación Científica. Especialidad en Psicología del Desarrollo, Maestría en Desarrollo Humano, Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Postgrado en Educación Superior, Instituto Tecnológico de Santo Domingo (INTEC). Estudios Doctorales en Psicología Social, Universidad Central de Madrid (UCM).

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