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Le sale el tiro por la culata a EE.UU. con sus políticas migratorias (1)

Written by Debate Plural

Iñaki Estívaliz (Rebelion, 11-7-18)

 

Estados Unidos, un país creado por inmigrantes, no sabe lidiar con la inmigración y sus políticas migratorias desde la II Guerra Mundial son palos de ciego que a menudo consiguen el efecto contrario al buscado, así residan en la Casa Blanca demócratas o republicanos.

El doctor Jesús Peña es un sociólogo del Colegio la Frontera Norte, centro público de investigación social que depende del Colegio de Ciencia y Tecnología del gobierno federal mexicano dedicado a medir los flujos migratorios entre México y EEUU y a recomendar políticas públicas relacionadas con la migración.

Dice Peña que las políticas de tolerancia cero o de mano dura a la inmigración no son algo nuevo. Han sido una estratégia de los gobiernos en EEUU que han seguido el argumento de que haciendo más difícil o más costosa la migración van a disuadir a las personas de migrar, considerando que el migrantese mueve en base a esta lógica de costo beneficio, que decide pensando en cuánto le va a costar económica o incluso moralmente, en los riesgos que va a correr y en el beneficio que puede lograr.

«Las políticas de tolerancia cero lo que buscan hacer es que el costo para el migrante sea muy alto pensando que eso va a disuadir a la persona de emigrar a EEUU, pero lo que hemos visto es que el efecto nunca ha sido así. Las políticas de cero tolerancia, en realidad, nunca han tenido un efecto de dismiuir los flujos migratorios. Lo único que consiguen es hacer la vida más difícil, más dura y más peligrosa para las familias de migrantes. Se aumenta el costo, pero las personas siguen migrando», sostiene el sociólogo.

Peña subraya que por más que los políticos estadounidenses insistan en implantar estas políticas para «espantar a los migrantes», «la realidad es que nunca han funcionado, los flujos migratorios nunca han descendido por este tipo de acciones» porque los migrantes no se mueven por esa lógica de costo beneficio. Explica Peña que, por ejemplo, actualmente, los migrantes llegan a EEUU buscando la reunificación familiar, encontrarse con sus padres o hijos que ya están en el país, o huyendo de la violencia en sus países de origen. No se trata de buscar un trabajo mejor, de ganar más o visitar Disney World.

«Es gente que no tiene otra opción. Van a ir aunque les cueste más, aunque les metan a la cárcel», aunque arriesguen sus vidas en el camino, «por eso es que vemos a tantas personas con niños pequeños. Ellos buscan la reunificación familiar o están escapando de situaciones de violencia, de crimen organizado», de que no quieren que sus hijos acaben muertos o en pandillas. «Es un migrante que busca refugio más que un migrante por situación laboral».

«Esto es lo que se les escapa a las personas en EEUU que promueven estas leyes (de cero tolerancia o mano dura a la inmigración). No ven mucho las causas de la migración y creen que esto lo va a detener y no es cierto,por lo que hemos visto».

El cambiante perfil del migrante

Cuando EEUU entró en la II Guerra Mundial necesitó mano de obra que llegó del sur. Se firmaron acuerdos y se crearon programas de trabajadores temporales entre México y los del norte.

El perfil de estos migrantes era el de hombres jóvenes, de entre 19 y 35 años, que cruzaban a trabajar unos meses y regresaban con sus familias a México. «Por mucho tiempo, hasta mediados de los 80, eso es lo que había. El 86 por ciento de los migrantes eran hombres jóvenes que iban a trabajar y regresaban. Era una migración de retorno», ilustra Peña.

A pesar de que EEUU seguía necesitando esa mano de obra, el presidente Ronald Reagan (1981-1989) comenzó a firmar leyes migratorias coercitivas tratando de evitar el relajito de «ese flujo de personas que iban y venían» y se intensificó el miedo injustificado a esa idea de que «los migrantes iban a robarse los trabajos de los estadounidenses».

«Así que empezaron a tratar de que se les hiciera más difícil cruzar hacia EEUU. Había acuerdos de trabajadores temporales, pero era muy poca la proporción de migrantes que iban con estos acuerdos. Casi toda era inmigración indocumentada, pero, podíamos llamar tolerada, porque iban a trabajar. Hacían los trabajos que más les hacían falta: la agricultura, la construcción, los servicios de limpieza, cosas que las personas locales no querían hacer».

La última reforma migratoria real

Tratando, por un lado, de regularizar a los trabajadores que ya estaban en EEUU, pero, por otro lado, intentando que no entrara mas gente del sur al país, sancionando a los empleadores que contrataban a inmigrantes recién llegados, el cuadragésimo presidente estadounidense, aquel actor mediocre, republicano, firmó el 6 de noviembre de 1986 la Ley de Reforma y Control de Inmigración (IRCA), que ofreció la legalización de estadtus migratorio y un camino libre a la ciudadanía a cerca de cinco millones de indocumentados en el país en aquel momento. «Se dio una especie de amnistía, pero con mano dura para que no vinieran más. Vamos a tolerar a los que ya están aquí, pero a los que vengan los vamos a tratar con mano dura. Hubo un acuerdo entre demócratas y republicanos. Esta ha sido la última reforma migratoria de EEUU. La última ley real».

«Lo que se olvida de esta ley», señala el sociólogo, «es que la mayoría de estos trabajadores que se regularizaron eran hombres, casados, con hijos. Cuando lograron documentarse en EEUU, quisieron llevar a sus familias, y se llevaron a su familia extendida, no nada más a su esposa y sus hijos, también a la abuela, a un hermano… y muchos de esos iban indocumentados también». «En lugar de detener la inmigración, la multiplicó». Las consecuencias de la inmigración irregular siempre la sufrieron los individuos. Aunque se amenazaba a los empleadores con castigos ejemplares, en la práctica, los empresarios nunca sufrieron las consecuencias porque la economía mandaba y se necesitaban demasiados recursos y agentes para hacer caer el peso de la ley sobre los empresarios. «Y así es como comenzó a crecer la población mexicana en EEUU».

Los 90: otro tiro por la culata

En 1993, el cuadragésimo segundo presidente de los EEUU y desdeñable saxofonista, William Jefferson Clinton (1993-2001), demócrata, comenzó a construir «el muro» en Tijuana, «con la idea de hacer más difícil que crucen, pero tampoco funcionó. La consecuencia de estas políticas es que funcionan también para el otro lado y así las personas que estaban allá ya no regresaron a México por miedo a no poder regresar y se paró entonces la migración circular, de los que iban y venían. Y estas personas empezaron a tener más hijos. Y esos son los famosos dreamers (soñadores) de DACA», que han vivido toda su vida en EEUU, que ni si quiera saben hablar español muchos de ellos y los están deportando a países del sur que no son el suyo, donde no conocen a nadie. «Y así, aunque se detuvo en parte la entrada de indocumentados, la población indocumentada en EEUU creció hasta los 11 millones que se estiman ahora».

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