Narciso Isa Conde (El Nacional, 1-7-18)
Marcha Verde –siempre que su evolución sea ascendente y logre derrotar la idea de limitarse a ser “factor de presión y muleta de partidos opositores corrompidos y en descomposición”- sigue siendo la mediación con más poder de convocatoria, a la que hay que seguir apostando y procurando que adopte líneas de ruptura, descarte lo electoral viciado y asuma una alternativa trasformadora.
Esta apuesta no debe jamás remplazar el accionar independiente de las fuerzas revolucionarias y movimientos sociales en lucha, que de por sí chocan con el muro de la corrupción y la impunidad; al tiempo de encarnar importantes mediaciones sustentadoras de importantes reclamos movilizadores en defensa de la vida y los derechos del pueblo.
En esta sociedad es pertinente hoy el debate sobre el proceso constituyente, la democracia de calle, la destitución del gobierno, la quiebra del orden constitucional y la propuesta política alternativa. Como lo es potenciar todas las luchas sociales y políticas llamadas a erosionar el régimen, especialmente las vinculadas a la cuestión minero-ambiental, salud y seguridad social, violencia de género, sistema de pensiones, situación del transporte, manipulación de los combustibles e inseguridad ciudadana…
El impulso a la MARCHA DEL MILLON CONTRA LA CORRUPCIÓN del 12 de agosto y a otras movilizaciones y acciones que le antecedan, tienen razón de ser en las respuestas necesarias en esta nueva coyuntura desatada posteriormente al infame informe de la Procuraduría sobre juicio Odebrecht y a otros factores críticos.
En el plano político general esta determinación debe acompañarse de un especial esfuerzo para convertir la demanda del enjuiciamiento y condena de los ex presidentes Hipólito y Leonel y del actual presidente Medina y otros altos funcionarios del Estado (responsables todos de décadas de corrupción), en clamor popular.
Esto, sin dudas, sintoniza con el sentir popular en favor de la destitución de Danilo y su Gobierno, que en este nuevo periodo brota del corazón del pueblo en lucha, al confirmarse este poder político-empresarial mafioso y las instituciones que manipula como el centro de mando del sistema de corrupción e impunidad.
Además, al compás de las movilizaciones en expansión, es necesario crear una masa crítica-consciente que potencie una opción alternativa sustentada en un PROCESO CONSTITUYENTE, que comience por construir Poder Constituyente en todo el territorio nacional y asuma la ruptura de esta institucionalidad putrefacta y la transición hacia una Asamblea Constituyente Popular y Soberana como medio para remplazar este Estado en franco proceso de degradación y descomposición.
