Nacionales Sociedad

Aquel martes 30 de mayo

Written by Debate Plural
Juan Daniel Balcácer (Listin, 30-5-18)

El pueblo dominicano conmemora hoy el 57 aniversario del ajusticiamiento del dictador Rafael L. Trujillo, acontecimiento que tuvo lugar gracias a una vasta conspiración, integrada por diversos grupos: uno de acción, otro político y otro militar. Dentro de los grupos que conformaban el complot, el llamado “grupo de acción o de la avenida” era el responsable de llevar a cabo la ejecución del tirano. Los principales líderes de la conjura habían obtenido la información de que cada miércoles Trujillo habitualmente viajaba a su pueblo natal y sobre la base de ese dato confiaron en que la delicada y arriesgada misión tendría lugar a mediados de semana; pero quiso el destino que tal acontecimiento sucediera un martes.

Los hombres de la avenida.

Antonio de la Maza fue quien recibió la noticia aquel martes 30 de mayo. “El hombre” iría a San Cristóbal, razón por la que de inmediato contactó a los integrantes del grupo de acción accesibles en la capital, con el fin de aprovechar la oportunidad que se les presentaría y por la que habían esperado tanto tiempo. Todo se desarrolló vertiginosamente. Los hombres de la avenida fueron Antonio de la Maza, Antonio Imbert Barrera, Salvador Estrella Sahdalá, Amado García Guerrero, Pedro Livio Cedeño, Huáscar Tejeda Pimentel y Roberto Pastoriza Neret, los cuales por lo menos en tres ocasiones (los días 17, 24 y 25 de mayo), intentaron fallidamente enfrentarse al dictador, quien extrañamente varió su itinerario en cada ocasión.

La emboscada final.

Tres vehículos intervinieron en la ejecución de Trujillo. Una vez en la avenida, en las cercanías de la Feria Ganadera, hacia las 8:30 de la noche, los miembros del “grupo de acción” se repartieron las armas y de inmediato decidieron separarse para esperar por su presa, conforme a un croquis que para tales fines había elaborado el ingeniero Roberto Pastoriza. En el primer auto, estacionado en las proximidades del Teatro Agua y Luz, en dirección oeste-este, viajaban Imbert Barrera, conductor, De la Maza, quien ocupaba el asiento derecho delantero, Estrella Sahdalá y el teniente García Guerrero, quienes iban sentados detrás. En un segundo carro, estacionado a 4 kilómetros de la Feria Ganadera, también en dirección oeste-este, se encontraban el ingeniero Huáscar Tejeda y Pedro Livio Cedeño; mientras que el tercer automóvil, que se aparcó en el kilómetro 9 de la autopista en dirección hacia San Cristóbal, lo conducía el ingeniero Roberto Pastoriza. Trujillo viajaba en el asiento trasero de su Chevrolet azul celeste, modelo 57, contiguo a la puerta posterior derecha. En el interior del vehículo había tres ametralladoras, además de la pistola de reglamento que portaba el chofer. Trujillo también tenía una pistola calibre 38 así como el maletín que acostumbraba llevar consigo, repleto de dinero en efectivo, pues una de sus divisas preferidas era que “lo que no podía solucionar con las balas, lo resolvía con dinero”.

El primer disparo.

Tan pronto los cuatro conjurados avistaron el carro del déspota, encendieron el motor de su auto con cierta premura, hicieron un giro y de inmediato enfilaron en dirección este-oeste tras la codiciada presa. En el momento en que el vehículo conducido por Imbert Barrera se colocó paralelo al de Trujillo, De la Maza y García Guerrero dispararon sus armas creyendo erradamente que habían fallado en su primer intento y que el objetivo había salido ileso, pero en realidad no fue así. El disparo de escopeta que hizo De la Maza dio en el blanco y resultó ser mortal para El Jefe. Ante el inesperado ataque, el chofer de Trujillo frenó bruscamente provocando que el automóvil manejado por Imbert rebasara velozmente al coche del dictador. Fue entonces cuando Imbert (urgido por de la Maza) giró en “U” aceleradamente y se situó a unos 15 metros de distancia del objetivo. Los cuatro ocupantes del vehículo atacante se desmontaron, armas en mano, dando así inicio un intenso tiroteo. Trujillo y su chofer también salieron del vehículo, detenido en medio del paseo central de la avenida en posición diagonal. Una vez fuera del carro, y parapetados detrás del mismo, el capitán De la Cruz respondía con ametralladora al fuego de sus atacantes, defendiéndose, al tiempo que trataba de proteger a su jefe. Los dos Antonio, Imbert y De la Maza, tirados sobre el pavimento, solicitaron a sus otros dos compañeros, Estrella Sadhalá y García Guerrero, a fin de acercarse al carro de Trujilllo con el propósito de terminar rápidamente el enfrentamiento, que, según consideraban, se estaba prolongando demasiado. De la Maza logró deslizarse por el pavimento hasta posicionarse detrás del vehículo de Trujillo, mientras que Imbert lo hizo por la parte delantera. La intensidad del tiroteo aumentaba cada vez más cuando, de repente, De la Maza, después de haberle disparado otra vez  al tirano, gritó: “¡Tocayo, va uno para allá!”.

Este guaraguao… En medio de aquella lluvia de proyectiles Imbert pudo notar que una persona, evidentemente mal herida, se tambaleaba frente al vehículo en donde minutos antes se encontraba el hombre más poderoso del país, era Trujillo, quien naturalmente se quejaba de las heridas recibidas y profería palabras que en ese momento resultaron ininteligibles. Un certero disparo de Antonio Imbert, que Trujillo recibió en el pecho, detuvo su marcha, desplomándose estrepitosamente a casi tres metros de distancia de su atacante. En ese preciso instante, Antonio de la Maza, a la velocidad de un rayo, emergió de la oscuridad de la noche y tras apróximarse al cuerpo del dictador -que yacía sobre el pavimento “boca arriba, con la cabeza en dirección a Haina”- le descerrajó un tiro de pistola en la barbilla, al tiempo que exclamó: “¡Este guaraguao no come más pollos!”. En cuestión de minutos Trujillo estaba muerto. ¡Loor a los hombres de la avenida y a todos los demás héroes de la conspiración del 30 de mayo de 1961, Día de la Libertad! Publica todos los miércoles

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