Internacionales Politica

Los medios corporativos nos convierten en esclavos de un mundo de engaños (y 2)

Written by Debate Plural

Jonathan Cook (CounterPunch. 22-6-18)

 

Incluso esos jóvenes manifestantes palestinos, con los rostros cubiertos con pañuelos extraños, lanzando cometas en llamas y arrojando piedras raras, parecen diferentes. ¿Podemos imaginarnos a nosotros mismos de pie frente a un francotirador protestando de esa forma? Desde luego que no. No podemos imaginar cómo es vivir en una de las zonas más densamente pobladas del planeta, en una prisión al aire libre sobre la que otra nación actúa como carcelera, en la que el agua de beber está llegando a ser tan salada como el agua de mar y donde no hay electricidad. Por tanto, ¿podemos ponernos en el lugar de los manifestantes, podemos sentir empatía? Es mucho más fácil imaginar que somos el poderoso francotirador que protege la “frontera” y su hogar.

Pero al-Najjar socavó todo eso. Una mujer joven y hermosa con una bella sonrisa que podría ser nuestra hija, atendiendo desinteresadamente a los heridos, sin pensar en ella misma sino en el bienestar de los demás, nos sentiríamos orgullosos de tenerla como hija. Podríamos identificarnos con ella mucho más que con el francotirador. Ella es como una puerta que nos invita a pasar y ver el mundo desde una ubicación diferente, desde una perspectiva distinta.

Esa es la razón por la que los medios corporativos no han invertido en la muerte de al-Najjar la cobertura emocional y empática que si se hubiera tratado de una enfermera israelí joven y bonita a la que hubiera disparado un palestino. Fue ese doble rasero en su propio periódico, The Guardian, lo que indignó al caricaturista Steve Bell la pasada semana. Como indicó en correspondencia con el editor, el periódico apenas había cubierto la historia de al-Najjar. Cuando trató de corregir el desequilibrio, su propia viñeta destacando su muerte –y su omisión- fue censurada. Los editores del Guardian sostuvieron que su viñeta era antisemita. Pero la verdad es que al-Najjar resulta peligrosa. Porque una vez que has atravesado esa puerta, es probable que no des marcha atrás y es improbable que vuelvas a creer en la Gran Narrativa Occidental.

El verdadero mensaje de Israel

La cuestión Israel-Palestina me ofreció esa puerta, al igual que ha hecho con muchos otros. Y no es, como los apologetas de Israel –y los defensores de la Gran Narrativa Occidental- les dirán, porque muchos occidentales sean antisemitas. Se debe a que Israel se sitúa en una zona gris de experiencia, una a la que pueden fácilmente acceder los turistas occidentales pero que al mismo tiempo les da la oportunidad de vislumbrar el submundo de los privilegios de Occidente.

La Gran Narrativa Occidental ha acogido a Israel con entusiasmo: es, supuestamente, una democracia liberal, muchos de sus habitantes visten y hablan como nosotros, sus ciudades se parecen bastante a las nuestras, sus programas de TV se remodelan y se convierten en éxitos en las pantallas de las nuestras. Si no te acercas demasiado, Israel podría ser Gran Bretaña o EE. UU.

Pero hay abundantes pistas, para quienes se molestan en mirar un poco más allá de lo superficial, de que hay algo profundamente equivocado respecto a Israel. A pocos kilómetros de sus hogares, los hijos de esas familias de aspecto occidental se entrenan regularmente con sus armas de fuego sobre manifestantes desarmados, niños, mujeres, periodistas, personal sanitario y aprietan el gatillo sin apenas reparos.

No lo hacen porque sean unos monstruos sino porque son exactamente como nosotros, exactamente como nuestros hijos. Ese es el verdadero horror de Israel. Tenemos la oportunidad de vernos a nosotros mismos en Israel, porque no es exactamente nosotros, porque la mayoría de nosotros tenemos alguna distancia física y emocional con Israel, porque todavía nos parece un poco extraño, a pesar de los mejores esfuerzos de los medios occidentales, y porque su propia narrativa local –justificando sus acciones- es incluso más extrema, más autorizada y más racista hacia el Otro que la Gran Narrativa Occidental.

Es esa impactante comprensión –la de que podríamos ser israelíes, que podríamos ser esos francotiradores- la que abre la puerta pero impide que muchos la traspasen para ver lo que hay al otro lado. O, aún más preocupante, la que hace que se detengan ante el umbral vislumbrando una verdad parcial sin querer comprender todas sus ramificaciones.

Igualmente humano

Para explicar lo que quiero expresar, permítanme por un momento hacer una digresión y considerar el film alegórico de Matrix.

Neo, el héroe interpretado por Keanu Reeves, empieza a darse cuenta de que la realidad a su alrededor no es tan sólida como parecía. Las cosas se han vuelto extrañas, inconsistentes, inexplicables. Con la ayuda de un mentor, Morpheus, se le muestra la puerta hacia una realidad completamente diferente. Neo descubre que, de hecho, existe en un mundo oscuro dominado por formas de vida generadas por un ordenador que se alimenta con su conciencia y la del resto de la humanidad. Hasta ese momento, había estado viviendo en un mundo onírico creado para amansarle, a él y a otros humanos, mientras se explotaba su energía.

Neo y una pequeña banda que se han liberado a sí mismos de esta falsa conciencia no puede confiar en derrotar a sus oponentes directamente. Deben emprender la guerra a través de Matrix, un mundo digital en el que las formas de vida de los ordenadores triunfan siempre.

Volvamos a nosotros. Al otro lado de la puerta se halla la verdad de que los humanos somos todos igualmente humanos. Desde este punto de ventaja es posible comprender que un occidental o un israelí privilegiados reaccionarían exactamente como un palestino si tuvieran que soportar las experiencias de vivir en Gaza. Desde esta posición, es posible comprender que mi hijo podría apretar el gatillo, al igual que hacen la mayoría de los adolescentes israelíes, si toda su vida hubiera sido bombardeado, como les ocurre a ellos, con un lavado de cerebro desde sus medios, escuelas y políticos que describen a los palestinos como primitivos y violentos.

Desde el otro lado de la puerta, Vladimir Putin o Bashar al-Asad parecen tan racionales, o irracionales, y tan criminales como George W. Bush, Tony Blair, Barack Obama o Donald Trump. En realidad, parecen menos criminales, no porque sean mejores humanos que sus homólogos occidentales, sino sencillamente porque disfrutan de menos poder y se enfrentan a más constricciones al intentar imponer su voluntad. La cuestión no es quién es mejor. Son los mismos humanos. Va de quién tiene más fuerza a su disposición –y mayor voluntad de utilizarla- para perpetuar su poder.

Esclavizados al poder

La conclusión de todo esto es que la vía para cambiar a mejor nuestras sociedades depende de un cambio en nuestra conciencia, de liberarnos de las falsas perspectivas, de ser capaces de atravesar la puerta.

Si permanecemos en un mundo de espejismos o de falsas jerarquías de la virtud, ajenos al papel del poder, continuaremos siendo Neo viviendo en su mundo onírico.

Y si sólo avanzamos hasta el umbral y echamos un vistazo a las sombras del otro lado, seremos también esclavos del engaño, al igual que Neo llevó su batalla a Matrix, combatiendo fantasmas en la máquina como si fueran enemigos de carne y hueso.

Este peligro puede verse también en el caso de Israel-Palestina, donde los horrores que Israel inflige a los palestinos radicalizan justificadamente a muchos observadores. Pero no todos atraviesan la puerta. Se quedan en el umbral indignados con Israel y los israelíes, y beatifican a los palestinos sólo como víctimas. Algunos consiguen encontrar de nuevo falsos consuelos, aceptando esta vez conspiraciones preconcebidas de que “los judíos” están tirando de las palancas que hacen posibles esas atrocidades y la inacción occidental.

Quedarse parado en la entrada es tan malo como negarse a caminar. Los espejismos son tan peligrosos como profunda es la falsa conciencia.

Nuestro planeta y el futuro de nuestros hijos dependen de que nos liberemos a nosotros mismos viendo los fantasmas de la máquina por lo que realmente son. Tenemos que comenzar a reconstruir nuestras sociedades sobre la base de que compartimos una humanidad común. Que el resto de los humanos no son nuestros enemigos, sólo aquellos que desean esclavizarnos a su poder.

About the author

Debate Plural

Un medio independiente, libre, plural, sin ataduras con empresas o gobiernos; buscando el desarrollo de una conciencia critica, y la verdad que subyace en el correr de la vida nacional e internacional para el empoderamiento del pueblo dominicano en relación con las luchas y reivindicaciones económicas y sociales fundamentales

Leave a Comment