Economia Internacionales

Karl Marx y El Capital frente a las soflamas sin valor de Silvia Federici (y 4)

Written by Debate Plural

Ignazio Aiestaran (Rebelion, 20-6-18)

 

Asimismo, Federici no hace ni mención del trabajo hecho contra la esclavitud en los Estados Unidos de América por Karl Marx y el movimiento socialista de la clase trabajadora de su época. El 28 de enero de 1865 la Asociación Internacional de Trabajadores envió una carta al presidente estadounidense Abraham Lincoln, una carta que había sido escrita por Karl Marx y que fue firmada por los miembros del Consejo Central de la asociación, incluido el propio Marx. La Asociación Internacional de Trabajadores hacía una denuncia directa y criticaba la esclavitud sin rodeos. El comienzo de la carta decía así:

«Congratulamos al pueblo americano con ocasión de vuestra reelección, por una fuerte mayoría. Si la resistencia al poder esclavista ha sido la reservada consigna de vuestra primera elección, el grito de guerra triunfal de vuestra reelección es: ¡muerte a la esclavitud!

Desde el principio de la lucha titánica que libra América, los obreros de Europa sienten instintivamente que la suerte de su clase depende de la bandera estrellada» (ver Karl Marx y Abraham Lincoln, Guerra y emancipación, Capitán Swing, Madrid, 2013, p. 207).

En ese documento oficial se reivindicaba la unión entre la clase trabajadora de América y la de Europa. Para ello se pedía hacer desaparecer la esclavitud. Con este argumento el final de la carta expresaba lo siguiente:

«Los obreros de Europa están convencidos de que si la guerra de Independencia americana ha inaugurado la nueva era de expansión de las clases medias, la guerra antiesclavista americana ha inaugurado la nueva época del ascenso de las clases trabajadoras.

Consideran como un símbolo de la nueva era que la suerte haya designado a Abraham Lincoln, el enérgico y valeroso hijo de la clase trabajadora, para conducir a su país en la lucha sin igual por la emancipación de una raza encadenada y para la reconstrucción de un mundo social » (ver Karl Marx y Abraham Lincoln, Guerra y emancipación, Capitán Swing, Madrid, 2013, p. 208).

Por tanto, la posición contraria a la esclavitud es innegable. De la misma manera y sin lugar a discusión, Marx puso de manifiesto la influencia de la colonización y la acumulación causada por esta en la aparición y conformación de las clases sociales dentro de los inicios del mercado mundial global bajo el capitalismo. Lo siguiente es una muestra de ello, entre otras muchas, que aparece en La ideología alemana:

«La manufactura y, en general, el movimiento de la producción, experimentaron un auge enorme gracias a la expansión del comercio como consecuencia del descubrimiento de América y de la ruta marítima hacia las Indias orientales. Los nuevos productos importados de estas tierras, y principalmente las masas de oro y plata lanzadas a la circulación, hicieron cambiar totalmente la posición de unas clases con respecto a otras y asestaron un rudo golpe a la propiedad feudal de la tierra y a los trabajadores, al paso que las expediciones de aventureros, la colonización y, sobre todo, la expansión de los mercados hacia el mercado mundial, que ahora se había vuelto posible y se iba realizando día tras día, hacían surgir una nueva fase del desarrollo histórico, en la que en general no hemos de detenernos aquí. La colonización de los países recién descubiertos sirvió de nuevo incentivo a la lucha comercial entre las naciones y le dio, por tanto, mayor extensión y mayor encono» (Karl Marx y Friedrich Engels, La ideología alemana Akal, Madrid, 2014, p. 49).

Por todo ello, resultan incomprensibles las objeciones que Federici ha planteado en su artículo ‘Notes on Gender in Marx’s Capital’ contra Marx, porque cuando ella ha querido ha sido una destacada historiadora y ensayista. En algunos casos estas objeciones solo parecen soflamas carentes de valor.

5- A modo de conclusión: Eleanor Marx, la mujer olvidada

Entre quienes conocían bien a Karl Marx sobresale Eleanor Marx. En el mismo año en que murió su padre, en 1883, publicó un trabajo en Progress, donde explicaba la teoría marxista del valor y cómo esta superaba la teoría económica de David Ricardo, mostrando al mismo tiempo un gran dominio de El capital. Eleanor Marx también conocía los acontecimientos de la Comuna de París, así como los movimientos de trabajadores y trabajadoras de su época. Ella pedía un nuevo sindicalismo desde el socialismo y también destacó y reivindicó el lugar de las mujeres, tanto en los sindicatos como en la clase trabajadora.

En 1891 escribió para el Congreso Internacional de Bruselas un largo informe en nombre de los delegados y delegadas de la Asociación Internacional de Trabajadores sobre la situación de Gran Bretaña e Irlanda. En un capítulo de ese escrito trató sobre los objetivos y las condiciones de las mujeres trabajadoras. Denunció allí que el hombre trabajador trataba a las mujeres «como animales domésticos», como si fueran la «propiedad personal» del hombre. En ese documento también criticó la explotación de las mujeres y puso al descubierto lo que ello conllevaba: que las mujeres, después de trabajar durante muchas horas, no tuvieran tiempo, ni ganas, para hacer reuniones y para organizar asociaciones y sindicatos. Con todo, en esas páginas de Eleanor Marx aparecían algunos avances conseguidos por las mujeres en algunas huelgas y sindicatos y, de paso, se adelantaba otro punto incisivo: por primera vez los hombres se habían dado cuenta de que olvidar a las mujeres era un error.

Eleanor Marx conoció a Clara Zetkin y tradujo alguno de sus escritos sobre las mujeres. Asimismo, escribió y publicó una obra titulada La cuestión de la mujer, junto con su marido. Trabajó en favor de los sindicatos de estibadores y de los trabajadores del gas, además de hacerlo también en favor de la causa de los partidos socialistas. Es interesante la posición de Eleanor Marx frente a las mujeres sufragistas. En más de una ocasión expresó que había que apoyar las campañas de las sufragistas, pero sin olvidar a las mujeres de la clase trabajadora, pues los problemas de las mujeres trabajadoras no se resolvían solo con los votos. Del mismo modo, criticó a las mujeres burguesas. Por mencionar solo un caso, algunas sufragistas burguesas se posicionaron en contra de reducir la duración de la jornada de trabajo y, sin rodeos, Eleanor Marx les dirigió unas palabras críticas y directas, argumentando y poniendo de manifiesto sus intereses de clase.

Eleanor Marx también se ocupó de los escritos de su padre, clasificando y publicando sus manuscritos tras su muerte. Sin lugar a dudas Eleanor conocía los errores o las limitaciones de su padre, tanto en sus textos como en su vida. Sin embargo, fue capaz de impulsar y sacar lo mejor de Karl Marx. A favor de la clase trabajadora y de las mujeres trabajadoras y en contra del valor económico del capital, tuvo en el horizonte cómo liberar a las mujeres y a los hombres de su explotación, tanto en el trabajo productivo como en el reproductivo, tanto en casa como en las asociaciones, tanto en los partidos políticos como en los sindicatos. Por supuesto Silvia Federici no suele citar a Eleanor Marx en sus trabajos historiográficos. Muchos marxistas tampoco lo hacen. La mujer olvidada.

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