Economia Nacionales

Hay que pasar ya de la política monetaria expansiva a la política monetaria restrictiva

El Banco Central de la República Dominicana ha estado aplicando una política monetaria predominantemente expansiva desde hace más de un año.

Como consecuencia de la aplicación de esa política monetaria predominantemente expansiva hay un exceso de liquidez en la economía, el cual se expresa de manera empíricamente innegable en la depreciación continua y sostenida del tipo de cambio nominal y en un prolongado período de bajas tasas de interés en todo el sistema financiero del país.

Esa política monetaria expansiva que está aplicando el Banco Central se evidencia en la reducción del encaje legal, coeficiente de requisito legal, en 2.2 %,  y la consecuente liberación de 20 mil millones de los recursos del encaje, se ha bajado y después se ha mantenido sin modificación hasta hoy la tasa de interés de política monetaria y la reducción de las tasas de interés de los adelantos y redescuentos (refinanciamiento) que ofrece el Banco Central como prestamista de última instancia.

Pero al lado de esas medidas del Banco Central que provocan la expansión de los medios de pago en la economía, expansión de la liquidez o de la masa monetaria, hay que señalar que el gobierno tiene que ir periódicamente al mercado cambiario con miles de millones de pesos a comprar los miles de millones de dólares que necesita para pagar recurrentemente el servicio de la deuda pública externa.

Es sabido que la depreciación del tipo de cambio nominal se traduce en una disminución o abaratamiento de los precios relativos de las exportaciones y en un aumento o encarecimiento de los precios relativos de las importaciones. Teóricamente la depreciación del tipo de cambio nominal se traduce en un mejoramiento de la competitividad de las exportaciones en el corto plazo.

Pero como lo empírico dista de lo teórico, hay que subrayar que en una economía desarrollada o de mediano desarrollo, en la que funciona plenamente la economía de mercado, todas las exportaciones, tanto las de bienes como las de servicios, son sensibles al estímulo ofrecido por la depreciación del tipo de cambio nominal.

Sin embargo, en una economía de mercado atípica como la economía dominicana solo las exportaciones de servicios responden dinámicamente al estímulo que representa la depreciación del tipo de cambio nominal.  Eso quiere decir que las exportaciones de bienes no responden, por lo general, a ese estímulo.

Además, la depreciación del tipo de cambio nominal no mejora de manera estructural y permanente la competitividad de las exportaciones.  Para que el tipo de cambio real, el que da cuenta si la competitividad de las exportaciones ha mejorado o no, se mantenga igual o aumente es necesario que la depreciación del tipo de cambio nominal sea igual o superior al diferencial de precios (diferencia entre las tasas inflación).  O sea que no basta con que haya depreciación del tipo de cambio nominal para que se genere per se la competitividad de las exportaciones en el muy corto plazo. Esa competitividad coyuntural, además, no es sostenible ni duradera.

La competitividad del comercio exterior para ser duradera, sostenible y permanente hay que actuar estructuralmente sobre los factores que nutren, dimensionan y potencian, dinámicamente, la productividad de la economía. Esto quiere decir que la competitividad estructural y sistémica de la economía no se logra manipulando en el corto plazo el tipo de cambio nominal vía la depreciación del mismo.

Como toda depreciación del tipo de cambio nominal, en virtud del efecto dual contradictorio que produce, aumenta o encarece los precios relativos de las importaciones, por lo que hay un encarecimiento de las materias primas, de los bienes de capital y de los bienes de consumo que son comprados en el exterior.

Ese encarecimiento de las importaciones del país se traduce en un encarecimiento del proceso productivo interno.

Y sabemos muy bien que la depreciación de la moneda o del tipo de cambio nominal es de por sí un generador per se de inflación. Y sabemos los efectos perversos que produce la inflación sobre el poder de compra del dinero y sobre los ingresos fijos.

Y la misma depreciación, por los efectos que provoca hacia fuera y hacia adentro de la economía y de la sociedad genera una gran asimetría social.  Los efectos bienhechores que genera toda depreciación benefician solo a los sectores exportadores de servicios, los cuales son la inmensa minoría en la sociedad dominicana.

Los efectos perversos de la depreciación, incluyendo el efecto inflacionario, perjudican sensiblemente a la mayoría de los sectores económicos y sociales del país.

Es hora de que el Banco Central pare ya la depreciación continua de la moneda nacional y que el gobierno enderece su política fiscal en cuanto al manejo y administración de la deuda pública y del déficit fiscal, parando ya el endeudamiento irresponsable.

No obstante los esfuerzos que ha hecho y hace el Banco Central para administrar el déficit cuasi-fiscal vendiendo instrumentos financieros (certficados de inversión y de participación, notas y letras) no ha podido evitar que haya un exceso de liquidez o de masa de dinero en la economía en los actuales momentos.

El país urge y necesita que el Banco Central active los instrumentos para comenzar a aplicar ya una política monetaria restrictiva.

La aplicación de una política monetaria restrictiva debe comenzar por reconducir los instrumentos clásicos de la política monetaria: el encaje legal, el mecanismo de operaciones de mercado abierto y el mecanismo de adelantos o redescuentos (o refinanciamiento).  Hay comenzar el proceso aumentando la tasa de interés de política monetaria.  Y seguir con el incremento del coeficiente de requisito legal, el aumento de la tasa de interés de los adelantos y redescuentos y en cuanto al mecanismo de operaciones de mercado abierto, el Banco Central deberá seguir, con mayor razón, con la venta de instrumentos financieros para poder administrar el déficit cuasi-fiscal.

Cuando la política monetaria es expansiva, el Banco Central está obligado, aunque es contradictorio con la naturaleza de esta política monetaria, por la situación de excepcionalidad que representa el déficit cuasi-fiscal, a vender títulos financieros.  Esto significa que el Banco Central al mismo tiempo que monetiza creando base monetaria, desmonetiza absorbiendo, destruyendo o retirando de circulación base monetaria.

Hay que aclarar que en circunstancias normales cuando el Banco Central aplica una política monetaria expansiva utiliza el mecanismo de operaciones de mercado para comprarle instrumentos financieros al sector financiero privado, y de esa manera monetizar la economía (expandir la oferta monetaria o la masa monetaria), creando base monetaria, vía este mecanismo o instrumento de política monetaria.

Pero dada la excepcionalidad que constituye el déficit cuasi-fiscal en la vida del Banco Central, cuando éste aplica una política monetaria expansiva debe seguir vendiendo, por necesidad, títulos valores en vez de comprar instrumentos o productos financieros privados.  En otras palabras, el Banco Central debe desmonetizar, en vez de monetizar, cuando utiliza el mecanismo de operaciones de mercado abierto en el contexto de una política monetaria expansiva en virtud de la existencia del déficit cuasi-fiscal.

La aplicación en estos momentos de una política monetaria restrictiva desencadenaría un proceso de apreciación de la moneda nacional o del tipo de cambio nominal y al mismo tiempo induciría un alza en las tasas de interés del sistema financiero.

El efecto que produce la apreciación en el corto plazo sobre el comercio que aumenta o encarece los precios relativos de las exportaciones y disminuye o abarata los precios relativos de las importaciones. Al encarecer las exportaciones, la apreciación del tipo de cambio nominal deteriora el tipo de cambio real o la competitividad de las exportaciones en el corto plazo, pero permite que el proceso productivo interno se lleve a cabo con bajos niveles de inflación, mejorando el poder de compra del dinero y de los ingresos fijos.

Con la apreciación del tipo de cambio nominal ganan la mayoría de los sectores de la economía y de la sociedad, y las ganancias de competitividad en la economía hay que buscarlas y lograrlas actuando, estructural y sistemáticamente, sobre los factores que tocan, directa e indirectamente, la matriz de productividad.

Todos los procesos de política económica en general, y de la política monetaria en particular, comportan y provocan determinados niveles de contradicción, por lo que los hacedores y ejecutores de políticas públicas deben procurar y buscar un determinado nivel de equilibrio en los efectos provocados por las políticas que no perturben ni el desarrollo de la economía ni malogren el bienestar general de la gente.

Bien, desde los 90, cuando el país entró propiamente en los canales de la globalización y se liberalizaron los mercados financieros y el tipo de cambio, el Banco Central viene aplicando “el modelo monetario basado en la estrategia de las metas de inflación”.

Tanto ese modelo como los modelos primeros (“uno basado en metas monetarias y el otro en metas cambiarias”) han sido elaborados por el Fondo Monetario Internacional en el marco del enfoque monetario de balanza de pagos elaborado y construido por Robert Alexander Mundell y Harry Gordon Johnson.

El modelo monetario basamentado en metas de inflación ha sido asumido por los bancos centrales de América Latina.  Los programas monetarios elaborados anualmente por los bancos centrales se hacen en el marco de este enfoque de política monetaria.

En el programa monetario en el marco de este enfoque hay que asumir una meta de inflación explícita, una tasa de interés de política monetaria, hay que medir permanentemente la tasa de inflación, la brecha de la producción (diferencia entre la producción corriente y la producción potencial) y la medición del producto interno bruto. Pero al mismo tiempo el modelo y el programa exigen que las autoridades monetarias de cada país apliquen y cumplan con una política continua de comunicación al público acerca del comportamiento de todas estas variables con lo que se busca orientar y crear expectativas positivas en los agentes de la economía.

¿Para que el Banco Central pueda cumplir con este modelo y con este programa con la política monetaria que aplique, sea expansiva o restrictiva, tiene necesariamente que ser él el que también mida y cuantifique todas esas variables como la tasa de inflación y el PIB?

En muchos países en América Latina no es el Banco Central el que cuantifica y mide la inflación y el producto interno bruto, sino que esas funciones de medición están concentradas en un instituto nacional de estadística.

En nuestro país es hora ya de que separemos la miga del pan, creando el Instituto Nacional de Estadística, porque el Banco Central no debe seguir siendo juez y parte en este proceso. Como es hora también de que la Superintendencia de Bancos sea totalmente autónoma, separada de la Junta Monetaria, para que supervise también al Banco Central como epicentro del sistema monetario y financiero del país.

Es obvio que para que estas cosas se produzcan o se den tenemos que profundizar el proceso de institucionalización y de transparencia en el país.

About the author

Victor Manuel Peña

Economista y Abogado, Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).

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