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Las rabietas de Trump y la economía mundial (1)

Written by Debate Plural

Michael Roberts (Sinpermiso, 12-6-2018)

 

La reunión del G7 en Quebec, Canadá, fue un hito en muchos sentidos. En primer lugar, hubo una clara ruptura de la blanda unidad de propósito y política habitual expresada en las reuniones del G7 por los líderes de los siete países capitalistas más importantes del mundo.

Justo antes de la reunión, el presidente de Estados Unidos Donald Trump anunció una serie de medidas arancelarias proteccionistas contra el resto de los países del G7, incluyendo a su vecino más cercano, Canadá, por motivos de “seguridad nacional” – al parecer Canadá es ahora un riesgo para la seguridad de los EEUU.  De este modo, Trump ha cumplido sus promesas electorales.

En la reunión Trump atacó a los otros líderes alegando que sus gobiernos estaban imponiendo reglas comerciales injustas » a los productos de Estados Unidos y que tenían que reducir sus excedentes en el comercio con los EEUU. Los otros líderes ya habían respondido a las medidas arancelarias de Estados Unidos con nuevos aranceles previstos en reciprocidad para las exportaciones clave de Estados Unidos y respondieron a los ataques de Trump con argumentos y pruebas de que, por el contrario, eran los EEUU los que restringían la importación de bienes y servicios extranjeros.

Y así ha comenzado la guerra comercial- una guerra en la que las principales economías capitalistas no se han visto envueltas desde la depresión de 1930 y que se suponía iba a ser superada por acuerdos internacionales como el Acuerdo General sobre Tariifas y Comercio (GATT), la Organización Mundial de Comercio (OMC) y el Tratado de libre Comercio de América del Norte (TLC) en el período de postguerra. Trump ha calificado la OMC como el peor acuerdo comercial posible y al TLCAN el segundo peor (para Estados Unidos). Los EEUU han protegido  a los estados capitalistas europeos y japoneses con sus ejércitos y armas nucleares contra la supuesta amenaza de Rusia y ahora había llegado el momento de que pagaran su parte aumentando tanto el gasto en defensa como con acuerdos comerciales ‘más justo’. La verdadera ironía de este argumento de Trump es que a continuación pidió que Rusia, el supuesto enemigo, volviera a ser invitada a las reuniones del G7, echando sal a la herida.

Lo que todas estas payasadas de Trump revelan es que el período de la Gran Moderación y la globalización, desde la década de 1980 a 2007, cuando todos los estados capitalistas trabajaron juntos para beneficio global del capital en todos los países (en diversos grados), ha terminado. La Gran Recesión de 2007-8 y la consiguiente Larga Depresión desde el año 2009 ha cambiado el panorama económico. En una economía capitalista mundial estancada, donde el crecimiento de la productividad es bajo, el crecimiento del comercio mundial ha disminuido y la rentabilidad del capital no se ha recuperado, la cooperación ha sido sustituido por una competencia cada vez más feroz: los ladrones han caído.

Trump es el ‘populista’ y líder nacionalista de la potencia capitalista más grande; Italia (la más débil de los países del G7) se ha hecho populista y nacionalista también. Y Gran Bretaña está bloqueada por el ‘Brexit’, un autodesastre para el capital británico ganado a pulso. El ataque de Trump quiere decir que la reunión del G7, cuya agenda era la creciente desigualdad, la automatización y el cambio climático – los desafíos clave a largo plazo para la supervivencia del capitalismo – se quedó congelada.

Pero no importa, por ahora. La economía mundial está en su mejor momento desde el final de la Gran Recesión. El Banco Mundial estima un crecimiento global del PIB real del 3,1% este año, lo mismo que en 2017. Eso puede no parecer muy alto, pero supone una recuperación tras el período de recesión de 2015-6, cuando el crecimiento mundial se redujo a sólo el 2,4% y las economías del G7 solo podían alcanzar el 1,5%. Ahora las economías del G7 se están expandiendo a alrededor de una tasa de 2,5%. El desempleo en los EEUU, el Reino Unido y Japón está en mínimos históricos. E incluso en Europa, la tasa de desempleo ha caído al 8%, aún por encima de los niveles previos a la crisis, pero evolucionando a la baja.

Sin embargo, en sus últimas Perspectivas Económicas Mundiales, los economistas del Banco Mundial no estaban convencidos de que esta leve recuperación (todavía un 30% por debajo de la tasa de crecimiento mundial antes de la crisis) va a ser sostenida.  “Se espera que caiga en los próximos dos años, a medida que la recuperación mundial se agote, el comercio y la inversión se moderen y la financiación se dificulte. Se prevé que el crecimiento en las economías avanzadas se desacelere hacia tasas potenciales, a medida que se normalice la política monetaria y los efectos del estímulo fiscal de Estados Unidos mengüen”.   Por otra parte, “los riesgos para las perspectivas siguen tendiendo a la baja. Incluyen movimientos desordenados en los mercados financieros, la escalada del proteccionismo comercial, mayor incertidumbre política y el aumento de las tensiones geopolíticas, todos ellos nublan el panorama”.

He sugerido al final del año pasado que el ciclo comercial a corto plazo de la depresión de 2015-16 alcanzaría su punto máximo en 2018 y luego amainaría de nuevo en 2019-20. “Lo que parece haber sucedido es que ha habido una recuperación cíclica a corto plazo desde mediados de 2016, después de la recesión global, desde finales de 2014 a mediados de 2016. Si el punto más bajo de este ciclo Kitchin fue a mediados de 2016, su pico debe tener lugar en el año 2018, con una caída posterior”. Y repetí este pronóstico en abril.

Los economistas del Banco Mundial parecen estar de acuerdo. Esperan que el crecimiento económico mundial caiga a un 2,9% en 2020.  “La expansión económica global sigue siendo robusta, pero se ha suavizado …. La actividad mundial aún está por detrás de expansiones anteriores, y se prevé que el crecimiento se desacelerará en 2019-20, así como el comercio y la inversión. El progreso del ingreso per cápita será desigual e insuficiente para hacer frente a la pobreza extrema en África subsahariana”. Y “a pesar de la expansión global en curso, se espera que sólo el 45 por ciento de los países experimenten una nueva aceleración del crecimiento este año, por debajo del 56 por ciento de 2017. Por otra parte, la actividad global sigue siendo inferior a la de expansiones anteriores, a pesar de una recuperación de una década de la crisis financiera global”. Así que el Banco Mundial cree que continuará la Larga Depresión.

Y esto suponiendo que no estalla ninguna nueva recesión mundial en los próximos dos años. Si bien no hay ninguna señal inmediata de una nueva recesión global (de hecho, lo contrario), hay muchos factores que se acumulan sugiriendo que no está demasiado lejos. El primero es el hecho evidente de que la actual débil recuperación tras la Gran Recesión es la segunda expansión más larga del periodo posterior a 1945, sumando diez años el próximo verano de 2019, si dura tanto tiempo.

Y luego está la rentabilidad. En el primer trimestre de 2018, las 500 mejores empresas estadounidenses lograron un aumento del 26% de sus ganancias por acción. Pero esto se debió principalmente a una enorme reducción de impuestos diseñada por la administración Trump. Cuando nos fijamos en las ganancias de todo el sector empresarial antes de las reducciones de impuestos, hubo una caída en el T1 de 2018 (-0,6%), que siguió a una caída en el T4 de 2017 (-0,1%). Con las reducciones de impuestos, las ganancias aumentaron un 6%. La bonanza de Trump fue un hecho aislado. Y la rentabilidad media de las economías del G7 se mantiene por debajo de los niveles previos a la crisis, incluso después de diez años de recuperación.

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