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Tres ejes del sionismo: Expansión, oscurantismo y crisis (y 2)

Written by Debate Plural

Nicola Hadwa y Silvia Domenech (Rebelion, 1-6-18)

 

Crisis

En cuanto a la consolidación de su base territorial como territorio libre de oponentes, los sionistas y sus aliados, incluyendo por supuesto a las monarquías feudales y los gobiernos reaccionarios árabes, han ido logrado que el pueblo palestino, a pesar de los casi dos siglos de lucha contra la colonización y la ocupación de su territorio, esté enfrentando hoy una profunda crisis territorial, demográfica, política y económica. Crisis agravada desde Oslo, además, por una nueva y más compleja estrategia imperial-sionista diseñada para un largo plazo la cual ha buscado minar, dividir y debilitar al propio pueblo palestino desde dentro, a partir del colaboracionismo de ciertos sectores palestinos y el incremento de sus contradicciones internas. Pero crisis generada conscientemente por los sionistas con el fin de hacerlo desaparecer y/o claudicar en su lucha.

En efecto, los sionistas han dejado al pueblo palestino prácticamente sin territorio, y el que disponen está formado por un rompecabezas de pedazos fraccionados sin coherencia territorial ni continuidad, desconectados entre sí y bordeado por puntos de control sionistas y obstrucciones de todo tipo.

Al igual que el territorio, la población palestina ha sido convertida por el sionismo en un rompecabezas de pedazos fraccionados, estando parte de ella imposibilitada de retornar a su país, obligada a permanecer viviendo en muchos casos – como otros dentro de la misma Palestina – en campamentos de refugiados de la UNRWA, organización a la cual Washington recortó en enero su aportación como método de presión a la Autoridad Palestina. Mientras que los que viven en la entidad  sionista, a los que concedieron tarjetas de identificación y reconocieron “teóricamente” la ciudadanía – no para incorporarlos a la vida cívica y política, sino para evitar el retorno de los que habían sido expulsados – sufren una discriminación sistemática generalizada  en casi todos los aspectos de la vida y viven en inferioridad de derechos con respecto a los colonos judíos que allí habitan.

Por otro lado, el sionismo se ha ocupado de convertir la economía Palestina en  una economía de“de-desarrollo”, denominación que dio la economista norteamericana Sara Roy de la Universidad de Harvard, para caracterizar una economía que presenta una constante erosión o debilitamiento de la capacidad de crecimiento y expansión debido al continuo robo de tierras y recursos naturales que desgastan su base productiva , cuyas fronteras han sido y están controlados por los sionistas y la importación de insumos restringida, todo lo cual incrementa los costos de producción, deprime las inversiones e, inevitablemente, sitúa a la economía  en una trayectoria distorsionada de alto desempleo y pobreza generalizada.

Una economía en la que el de-desarrollo coexiste con una ANP con un aparato de estado desproporcionado que se ha convertido en el primer proveedor de empleo – la mitad de ellos en fuerzas de seguridad -, cuyos ingresos provienen de los impuestos recaudados lo que genera una amplia red de clientelismo y de corrupción, los impuestos controlados por los sionistas y la ayuda internacional los cuales son utilizados como instrumentos políticos de presión sobre ella.

Los resultados anteriores, sin hablar ya de las masacres, los asesinatos, los bombardeos, las acciones punitivas, los cortes de electricidad y de agua, los prisioneros y los atropellos que se están cometiendo contra los niños palestinos, los asentamientos y las agresiones de los colonos y el robo constante de tierra. Sin hablar de ello, los resultados descritos anteriormente de por sí, constituyen condiciones materiales reales que, junto a la voluntad y concepciones sionistas, limitan y/o imposibilitan la creación de un estado palestino medianamente creíble en la actualidad. Lo que en cierta forma explica que el gobierno norteamericano, bajo la presidencia hoy de Donald Trump, haya pretendido, aplicando la fuerza, encaminar las negociaciones con la Autoridad Palestina, entre otras variantes y en el mejor de los casos, hacia la aceptación de un status quo que reduzca los palestinos a Gaza y algunas partes de Cisjordania; o permita, quizás, una solución federativa jordano-palestina, o la expulsión de éstos hacia el Sinaí, con la anuencia del gobierno colaboracionista de  Egipto.

En cualquier caso, no obstante, se trata sin dudas de liquidar la causa Palestina, posibilitando así la aceptación pública de la entidad sionista y su coalición en una alineación regional junto a las naciones árabes reaccionarias y monárquicas más fuertes para lograr el dominio de la región.

La Palestina de hoy, sin dudas, es sólo el espejo más representativo de lo que espera a otros. O mejor, de lo que nos espera a los demás….

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