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¿Sanciones contra Maduro o contra el pueblo venezolano?

Written by Debate Plural

Francisco Salas (Kaosenlared, 1-6-18)

 

Pese al ya conocido discurso del presidente estadounidense, Donald Trump, de “Estados Unidos primero”, si algo ha quedado claro en las últimas semanas, es que los ojos del mandatario no solo están puestos sobre su territorio. Podría decirse que si Estados Unidos viene primero, entonces después viene Venezuela. En el último tiempo, Trump se encargó de que demostrar que no dejará de interferir en los asuntos del país latinoamericano y que lo hará hasta lograr que el gobierno de Nicolás Maduro colapse. Y por no quedarse atrás de Estados Unidos, la Unión Europea anunció sorpresivamente, que seguirá ese mismo plan de acción. Es decir, que a los intentos estadounidenses de destruir la economía venezolana, ahora se le suma también la presión de la Unión Europea. Dos potencias que se unen para acorralar al régimen de Maduro, quizás sin darse cuenta que, detrás del gobierno, hay un pueblo en sufrimiento.

Desde hace tiempo, el presidente Trump viene insistiendo, como si fuera una cuestión de tira y afloja, con que presionará hasta que Maduro deje el poder a la fuerza. Aunque hasta ahora, no lo ha logrado. Si bien las sanciones contra Venezuela han ido en incremento, Maduro sigue aferrándose al poder. Lo que quedó en claro tras las últimas elecciones, que por más cuestionadas que hayan sido, le dieron la oportunidad a Maduro de afianzar su posición al ser reelegido con un 67,8% de los votos. Demostrando, además, que Venezuela no cederá a las presiones externas. Pero si hay algo que no puede negarse, es que las sanciones tienen un fuerte impacto en la economía del país, perjudicando principalmente a los venezolanos.

Las primeras sanciones de Estados Unidos contra Venezuela llegaron en 2014, cuando Donald Trump todavía no había accedido a la presidencia. Desde ese momento hasta ahora, las medidas contra el gobierno de Maduro han ido en escalada. La presión internacional se recrudeció con el paso del tiempo, al igual que la crisis socioeconómica se profundizó en el país latinoamericano. Hoy, cinco años después de esas primeras y prematuras medidas contra Venezuela, la pregunta es si realmente las mismas son eficientes. Aunque no muchos se preocupan en responder esa pregunta e insisten ciegamente en que las sanciones son la única solución para que Venezuela salga de la crisis en la que está sumida.

Primero Estados Unidos y ahora la Unión Europea. Como si fuera una moda, la UE se sumó al tren de las sanciones. Por más simbólico que sea el gesto de acercamiento desde Bruselas con la política exterior de Trump, para los venezolanos esas sanciones son mucho más que un gesto. Dejando de lado el aspecto ideológico detrás de la guerra de sanciones, los datos demuestran que las mismas tienen consecuencias muy precisas en la economía venezolana. En concreto, las sanciones financieras inciden directamente en la capacidad del país de reestructurar su deuda, al prohibirle a los ciudadanos estadounidenses comprar obligaciones de deuda de Venezuela. Lo que afecta a su vez, a la capacidad del Estado de liquidar activos. Algo fundamental a la hora de pensar en cambios socioeconómicos. Para ser claros, Venezuela tiene muy pocas posibilidades de salir adelante si no logra antes, revertir su capacidad económica.

Las sanciones financieras contra Venezuela representan el típico caballito de batalla de Estados Unidos a la hora de presionar a un gobierno que no se alinea con sus ideas. Es decir que las mismas no son ninguna novedad. Es más, desde hace tiempo, especialistas vienen advirtiendo sobre los efectos no deseados de las mismas. El año pasado, Idriss Jazairy relator especial de la ONU sobre derechos humanos y sanciones internacionales, advirtió que las medidas financieras contra Venezuela, solo empeorarían la situación. Quien se había manifestado también en esa línea, había sido David L. Goldwyn, enviado de alto nivel para asuntos de energía del Departamento de Estado durante el gobierno de Barack Obama. En ese entonces, Goldwyn había advertido sobre las graves consecuencias que podrían acarrear las sanciones contra Venezuela. En su opinión, las mismas podrían terminar incrementando el malestar social, al producir un colapso en la inversión interna y la producción petrolera. Una idea que, con el tiempo, ha quedado demostrada.

Si hay algo que queda claro en medio de este debate plagado de intereses, es que las sanciones no van contra la capacidad de Maduro de gobernar, sino contra la viabilidad económica del país y la resistencia de sus ciudadanos. Lejos de ayudar al pueblo venezolano, estas medidas producen un efecto de aislamiento, dejando a Venezuela sin acceso a los principales mercados financieros internacionales y agotando sus recursos. Estas restricciones dejan al país sin alternativas a la hora de solicitar financiamiento, lo que profundiza la escasez de bienes básicos, que se convierten en lujos que la población no logra alcanzar. Los venezolanos necesitan acceso a medicamentos, necesitan acceso a alimentos básicos y necesitan que el mundo deje de presionarlos y aislarlos. Venezuela necesita salir de esta crisis sin perder su esencia. Venezuela no se convertirá en lo que Estados Unidos quiere. Porque esa no sería la Venezuela de siempre.

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