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Macron vuelve a mirar a Rusia

Written by Debate Plural

Luis Rivas (Sputnik, 28-5-18)

 

El fútbol y las metáforas deportivas impregnaron buena parte del encuentro celebrado en San Petersburgo entre Vladímir Putin y su invitado, Emmanuel Macron.

El presidente francés rechazó la posibilidad de un boicot a la celebración del Campeonato Mundial que se inicia en junio en Rusia, desautorizando las voces que, en algunos países de Europa, propugnaban por sabotear el acontecimiento. Macron afirmó, incluso, que volvería a Rusia si su selección nacional calificaba para las semifinales.

El presidente ruso, respondiendo a su homólogo sobre el respeto de las reglas del judo y su aplicación a las relaciones internacionales, respondió afirmando que ahora, en el escenario internacional, todos juegan al futbol aplicando las reglas del judo, y eso, dijo, «ni es judo ni es fútbol».

Fue un intercambio diplo-deportivo en el encuentro de vuelta en el Palacio Konstantínovski, tras la visita del mandatario ruso a Versalles, hace un año, en el que ambos países pueden haber ganado puntos.

Para Emmanuel Macron, la foto y las conversaciones con Vladímir Putin han servido también para borrar la imagen que se forjó en Estados Unidos, junto a Donald Trump. Una imagen que desde el punto de vista de la comunicación política no fue muy exitosa, tras los episodios de la caspa que su aliado le ayudó a eliminar del hombro, y la plantación de un árbol, ante las respectivas esposas de florero, con sus «stilettos» clavados en la hierba.

Emmanuel Macron, considerado en su país como un enamorado de la cultura norteamericana, quiso en Estados Unidos crearse una imagen «cool», al estilo que cree es utilizado en Silicon Valley: trato relajado y tuteo, aderezado con palmadas en la espalda y caricias de manos.

Pero la imagen no cuenta si los resultados de las conversaciones fracasan. Macron no obtuvo nada de su aliado, que pocos días más tarde, como prometió, sacó a estados Unidos del acuerdo nuclear con Irán. El presidente francés había anunciado, cándido, que intentaría convencer a Trump de seguir apoyando el tratado.

En San Petersburgo, Macron no podía permitirse ningún traspié de cara a las cámaras y tampoco un comunicado vacío de contenido, a pesar de los desacuerdos con su anfitrión. Abordando la situación en Siria, Macron reconoció que Bashar Asad es el dirigente legítimo del país y, por lo tanto, la persona con quien negociar el futuro político. Una clarificación definitiva tras la postura defendida por su predecesor, François Hollande, que exigía la salida del poder del presidente sirio como exigencia previa a cualquier negociación.

París y Moscú estaban de acuerdo en eliminar militarmente al autodenominado Estado Islámico. Y, a pesar de ciertos malentendidos, han colaborado positivamente en esa tarea casi acabada. Pero en la búsqueda de una solución para el futuro de Siria, no todo parece tan claro. Rusia y Francia deben contar también con actores como Irán, Turquía, Estados Unidos y las fuerzas locales que cada uno de estos países apoya sobre el terreno. En todo caso, hay coincidencia sobre el mantenimiento de la unidad territorial del país.

Rusia y Francia siguen interesados en mantener el pacto nuclear con Irán. Macron preferiría retocarlo para exigir a Teherán otras contrapartidas y aplacar a los halcones transatlánticos, pero Putin dejó claro que no es partidario de cambiar ni una coma.

Por supuesto, Ucrania sigue siendo el asunto que divide a París y Moscú. Macron sigue insistiendo en que Europa no levantará las sanciones adoptadas en 2014, tras la adhesión de Crimea a la Federación Rusa, que muchos en Europa consideran una anexión.

Pero incluso en ese punto de discordia, cuando Macron hablaba de soluciones políticas no olvida de implicar a Ucrania en la necesidad de avances. La posibilidad de un retorno a una mesa tipo ‘Normandía’, con la participación de París, Berlín, Kiev y Moscú, se planteó, aunque ambos líderes conocen las dificultades para reabrir esas negociaciones, especialmente en el período electoral que comienza en Ucrania.

Macron exhortó a los empresarios franceses a invertir más en Rusia. Puede sonar extraño, cuando al mismo tiempo se insiste sobre el mantenimiento de las sanciones comerciales que la Unión Europea aplica a Moscú. Esas sanciones no impiden sin embargo, el incremento de los acuerdos energéticos, como la participación directa de la francesa Total en un 10% del proyecto de gas natural Artic LNG2 —con la rusa Novatek— que la petrolera francesa anuncia orgullosa en la primera página de su web oficial.

Antes que Macron, Angela Merkel había confirmado en Moscú que a política exterior energética entre Rusia y Alemania tampoco va a sufrir por los vaivenes geopolíticos. A pesar de la opinión negativa de países como Polonia, la Canciller reafirmó en la capital rusa el 18 de mayo que su gobierno apoya la construcción de un nuevo gasoducto submarino Nord Stream, que comenzará a funcionar en 2019.

Para el ciudadano europeo de a pie puede resultar paradójico que los criadores de cerdos o los productores de manzanas vean sus exportaciones a Rusia cerradas por asuntos políticos, mientras los grandes grupos energéticos continúan trabajando ajenos a ese castigo. Pero es solo un ejemplo más de decisiones burocráticas que, además de no cambiar las cosas, repercuten negativamente en la economía cotidiana de los miembros de la Unión Europea.

Por encima de la redacción de comunicados neutros, Macron y otros líderes europeos vuelven su mirada hacia Rusia, tras comprobar que la nueva política de Donald Trump les obliga a espabilarse y actuar sin la ‘protección’ ni las ataduras de su aliado histórico.

Macron, como Merkel, está deseando volver a tratar con Rusia sin trabas. El presidente francés habla de contribuir al anclaje de Rusia en Europa. Retórica diplomática, pero mensaje claro y muy diferente al utilizado por las relaciones exteriores de su antecesor en el cargo, ciego seguidor del ‘premio Nobel de la moral’ Barack Obama.

El asunto de las sanciones comerciales a Rusia se volverá a tratar en junio. Será difícil obtener un consenso europeo para levantarlas, pero, siguiendo con las referencias deportivas utilizadas por Macron en Moscú, también se podría afirmar que es todavía más difícil que Francia gane el Mundial de Rusia.

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