Cosas que me asombran
Lipe Collado (17-5-13)
Tres cosas, y hasta cuatro, hay en la vida dominicana que me asombran y que no alcanzo a comprender:
1-Un Comerciante, que no es Ingeniero, Gonzalo Castillo, ministeriando a Obras Públicas. (“-Alou, ¿del CODIA?”).
2-Un Médico pediatra, otrora remendón Ministro de Salud Pública, bien “notaprensado”, porque sabía “aceitar”, Bautista Rojas Gómez, ahora ministeriando a Medio Ambiente.
(3) Un subalterno de la administración pública, Vice presidente ejecutivo de la CDEEE, Rubén Bichara, que al inicio del gobierno, luego de serrucharle el palo a quien centenares de intelectuales y agentes culturales apoyamos para el puesto, al escritor Pedro Vergés, juramentó a un superior administrativo, un cantante de imagen y temperamento afables, como Ministro de Cultura.
(4) Ahora el Ministro “de Cultura”–¿acaso sabrá de esto un carajo?-, se payasea delante de una fotografía del casi galán de cine Ché Guevara-ambos con un tabaco en la boca-, y acude a un cementerio a “ayudar” a desenterrar los presumibles restos de mi admirado coronel Caamaño Deñó, dándole la espalda pública y promocional a lo que resultó finalmente una antiferia del libro 2013.
¿Por qué se le ocurrió al eficaz presidente Danilo Medina designar en el millonario y complejo –corrupto y corruptor- Ministerio de Obras Públicas a un “empresario”-¿”comerciante”?-, que no es ni primo de un Maestro Constructor, ni chin albañil, ni “nainininga” de empañetador, y quien sólo sabe que Ingeniería lleva una “i” alante?
Lo más asombroso de mis asombros es que el pediatra Rojas Gómez, a quien periodistas “aceitados” llaman el “gran” (?) Bauta, haya sido designado en Medio Ambiente, un inmerecido irrespeto, al cuadrado, a un ministerio para el que califican varios profesionales danilistas.
Cada vez que leo sus olímpicas hazañas verbales me invade un “miedo ambiente” que casi me deprime. Desde el primer día en “su” ministerio, el “gran” (?) Bauta se ha dedicado en cuerpo y alma a reforestar en los medios informativos, con tal aspaviento y fantasmeo que días atrás anunció, cual gesta olímpica inigualable, que el Día del Árbol había sembrado ¡medio millón de árboles!
¿En su calva? ¿En su consultorio de pediatría? ¿En el patio de su casa en La Vega? ¿En los medios informativos?
Sospecho que él cree que somos uno de sus infelicitos pacientes. Debo decirle que tenemos sabido que se necesitan varios centenares de sembradores, muchas medidas previas y precautorias, y fuerte inversión para plantar medio millón de árboles ¡en un día!
¿Qué tiempo tardaron ese día en romper las 500 mil fundidas? ¿Cuántas funditas de Whisky rompió el “gran” (?) Bauta? ¿Qué tiempo tardaron ese día en hacer los 500 mil hoyos en la tierra? ¿Con cuál tipo de palillo de dientes hizo él sus hoyos? ¿Dónde obtuvo las plantitas? ¿A qué precio? ¿A qué distancia las sembraron? ¿Cómo logró movilizar y alimentar tanto personal en un día? ¿Acaso los supervisó en su calidad de “pediatra agrónomo”? ¿Acaso advirtió a los sembradores que las plantitas se siembran con las ramitas para arriba?
¡Jablador!
¿Y él cree que yo no sé que cada árbol ha de sembrarse ¡cuando menos! a 4 metros de distancia y que medio millón de árboles se han de sembrar en más de dos millones de metros, a la redonda o no, esto es, en más de 3 mil 500 tareas?
Precisamente, por eso, cada vez que “aceita” y hace presencia en los medios informativos siento un gran “miedo ambiente” y me digo: “le tengo pena a mi país”… Y después pregunto: “¿Hacia dónde nos llevarán estos caminos?”
