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Donald Trump y el «Estado profundo»

Written by Debate Plural

Michel Collon (Rebelion. org, 28-4-18)

 

Cuando en el 2008 Obama llegó a la presidencia, publicamos un análisis bajo el título “¿Cuál será mañana la política internacional de Estados Unidos?”, previendo que el nuevo presidente pro marketing empaquetaría sus guerras mucho mejor de lo que lo hizo el cowboy Bush. Anunciamos que las guerras no serían menos numerosas sino mejor disimuladas. Guerras indirectas, al estilo de Brzezinski.

Así es como ocurrió y efectivamente no era difícil preverlo. Pero ni Bush ni Obama pudieron impedir que se cuestione cada vez más la dominación de Estados Unidos. En aquel artículo, escribimos que el presidente de Estados Unidos no es tan poderoso como se piensa y que de hecho es un empleado. El empleado de las multinacionales dominantes. El verdadero poder no está en la Casa Blanca.

Lo mismo le ocurre a Trump. Puesto que hay fuerzas por encima de él, nuestros análisis deben interesarse en evaluar correctamente el peso y los métodos de ese famoso complejo industrial militar. ¿Se aplicará la estrategia Mearsheimer y Walt (1), o más bien Trump entrará completamente en las filas de la estrategia militarista tradicional?

Toda esa pasta

Deben analizarse bien dos cosas. Primero, los medios financieros de los comerciantes de guerra son enormes. Segundo, un organismo como la CIA trabaja de forma encubierta desde hace muchos años con potencias corruptoras como Arabia Saudita y Qatar cuyos activos, robados a sus pueblos, están depositados en los grandes bancos occidentales que de hecho las controlan.

Juntos organizan guerras disimuladas al público. Juntos constituyen, arman y entrenan tropas no oficiales, como esos grupos terroristas calificados de islamistas o ejércitos privados como Blackwater. Obligatoriamente, esa gente se encuentra ante montañas de dinero secreto, pasa mucha pasta entre sus manos y, además, ¿cómo renunciaría a las comisiones tan buenas de este tipo de tráfico, que les genera riquezas y poderes?

Trump está confrontado a un “Estado profundo” que no consiste en una gran conspiración judía o satánica u otras fantasías “conspiracionistas”. Simplemente es la realidad de un sistema económico que acumula enormes fortunas. Un proceso que se ve reforzado por un sistema militar y de espionaje corrupto, que trabaja a espaldas de la gente honesta y de los trabajadores, que producen y crean lo necesario alrededor de todo el planeta. Por esa razón las refriegas se vuelven feroces en el establishment a partir del momento en que un agitador proyecta modificar las estrategias habituales.

¿La línea de Clinton contra la de Trump?

Este conflicto, que reviste una gran importancia, ha sido descrito por el periodista Glenn Greenwald (quien publicó las primeras revelaciones de Edward Snowden). He aquí su opinión sobre las contradicciones entre las dos líneas en Estados Unidos durante la campaña electoral :

“Hillary Clinton le reprochaba a Obama el no haber ido más lejos, porque quería imponer una zona de exclusión aérea en Siria y enfrentarse a los rusos. Donald Trump pensaba exactamente lo contrario. Dijo que le importaba un rábano quien dirigiera Siria, que deberíamos dejarle a los rusos la tarea de eliminar a Daesh, Al Qaeda y otros grupos en ese país, e incluso ayudarles si hiciera falta. El programa que defendía Trump era la antítesis misma de lo que quería la CIA. Clinton respondía exactamente a los deseos de la CIA, de ahí se explica que le mostrase tal adhesión. Por lo tanto, durante todos los meses que duró la campaña electoral, la CIA intentó socavar la candidatura de Trump. Desde su victoria, la CIA intenta perjudicarle, no solo mediante filtraciones de información en los medios de comunicación, sino que también se dedica activamente a desestabilizarlo. Se dice que no le han transmitido ciertas informaciones, y que no debería tenerlas dado que no se puede confiar en él. La CIA se otorga el poder de promulgar políticas”. (2)

No es precisamente que Greenwald adore a Trump : “Pienso que la presidencia de Trump es extremadamente peligrosa. Por poco que uno esté informado, no faltan las razones para pensarlo. Quieren destruir el medio ambiente. Quieren eliminar la malla de seguridad. Quieren darles más recursos a los millonarios. Quieren adoptar políticas sectarias hacia los musulmanes, los inmigrantes y muchos grupos más. Es importante oponerles resistencia. (…) [Pero lo que hace el partido demócrata] es ponerse del lado de una fracción mucho peor que Donald Trump, es decir del Estado profundo y la CIA, que han cometido tantas atrocidades, al invitarlos prácticamente a fomentar un golpe de Estado suave, impidiendo que el presidente electo ponga en práctica sus políticas”.

En realidad, el Estado Profundo no es “peor” que Trump, sino que son dos categorías diferentes. Trump combate en el terreno aparente, mientras que el Estado Profundo constituye una red de influencias mucho más arraigadas y en relación directa con las demandas del mundo de los negocios : económicas, políticas, ideológicas y culturales.

Mientras que Trump practica el sufragio universal, el Estado Profundo practica el sufragio censitario : está constituido por los grandes accionarios cuyo voto es decisivo en los consejos de administración de las grandes multinacionales, las grandes bancas y los grandes medios de comunicación. Sus votos son los más decisivos ya que toman las decisiones esenciales. Y eso no cambiará hasta que las masas no se apoderen de esos asuntos tan importantes.

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