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Frankestein contra el heredero de Stroessner (1)

Written by Debate Plural

Andrés Colman Gutiérrez (Rebelion. org, 21-4-18)

 

El oficialista hijo del secretario del dictador Stroessner, y el líder de una alianza de liberales y partidos de izquierda –que hasta hace poco se odiaban, pero ahora buscan encarnar el cambio– son los principales candidatos que disputan la presidencia guaraní este domingo. Ambos tienen un discurso marcadamente conservador. 

Su nombre es Mario Abdo Benítez, tal como se llamaba su padre, quien fue el secretario privado del dictador paraguayo Alfredo Stroessner y avaló sus atrocidades. Tiene 46 años, se hace llamar “Marito”, es el candidato presidencial del oficialista Partido Colorado o Asociación Nacional Republicana (Anr), que sostuvo a la tiranía paraguaya durante 35 años (1954-1979).

Mantiene un discurso moderno y de defensa de la democracia, aunque reivindica “las buenas obras” del viejo general –para los todavía muchos nostálgicos de aquella época– y resucita sus clásicos símbolos, como el uso del pañuelo colorado partidario en el cuello de los ministros, la intención de reactivar el servicio militar obligatorio y de rechazar tajantemente cualquier proyecto de ley que busque aprobar el aborto o el matrimonio igualitario. Varias encuestas lo señalan como el favorito a ganar las elecciones de este domingo.

Su principal contrincante es el abogado Efraín Alegre, de 55 años, del Partido Liberal Radical Auténtico (Plra), la mayor fuerza de oposición, quien fue ministro de Obras Públicas durante los primeros años del gobierno del ex obispo católico y líder de izquierda Fernando Lugo (2008-2012), aunque en 2011 el entonces mandatario lo destituyó para intentar frenar su solapada campaña hacia la presidencia.

Desde ese momento, Alegre pasó a ser un abierto opositor a Lugo y fue uno de los que votó en el juicio político o golpe parlamentario para desalojarlo del poder, en junio de 2012, tras la matanza de campesinos y policías por un conflicto de tierras en Curuguaty. En 2017 estuvieron nuevamente enfrentados, cuando insólitamente Lugo acompañó al actual presidente, Horacio Cartes, en su intento de violar la Constitución e imponer por la fuerza la posible reelección de ambos. En esa coyuntura, Alegre se había aliado a su actual contrincante Marito para impedir la reelección de Cartes y de Lugo, algo que finalmente lograron en marzo y abril de 2017, tras graves incidentes de represión policial contra manifestantes, que acabaron con la quema del edificio del Congreso y el asesinato por la Policía de un joven militante liberal.

Ahora, aunque a muchos les resulte difícil creer, Alegre y Lugo dejaron atrás sus peleas y de nuevo aparecen abrazados en las campañas del frente electoral Gran Alianza Nacional Renovada (Ganar), que, además del conservador Partido Liberal y del izquierdista Frente Guasu, aglutina a otras organizaciones del centro y de la izquierda, como el Partido Revolucionario Febrerista (Prf), el Partido Democrático Progresista (Pdp), el Partido Encuentro Nacional (Pen), el frente Avancemos País (AP) y el Partido del Movimiento al Socialismo (P-Mas). Lugo es el principal sostén político de Alegre y lo acompaña activamente como primer candidato a senador por el Frente Guasu, tratando de trasmitirle la alta preferencia electoral que el ex obispo aún conserva.

La heterogénea formación, presentada oficialmente en febrero de 2018, ha sido bautizada por algunos analistas como “la oposición Frankestein”, recordando al célebre monstruo de la clásica novela de Mary Shelley, creado con retazos diferentes de otros entes humanos.

Dura pelea política

Desde la caída de la dictadura del general Alfredo Stroessner, en febrero de 1989, esta será la séptima vez que los paraguayos acuden a las urnas en elecciones generales para elegir presidente, vicepresidente, senadores, diputados, gobernadores, juntas departamentales y representantes al Parlasur. Las elecciones municipales se realizan en fechas distintas, con tres años de diferencia.

Para los comicios de este domingo están habilitados 4.241.507 electores y existen 15.597 candidatos inscriptos para ocupar los 782 cargos en pugna. Compiten 23 partidos políticos, 17 movimientos, 17 alianzas electorales y cuatro concertaciones. El 57 por ciento del electorado está compuesto por jóvenes.

En este diverso abanico, la mayor parte de la atención electoral está concentrada solamente en los dos principales candidatos a la presidencia, repitiendo una vez más el clásico juego del bipartidismo que ha tenido en jaque a la historia política paraguaya desde que sus dos mayores partidos, el Colorado (representado por el color rojo) y el Liberal (por el color azul), fueran creados en el mismo año, 1887 –luego de la Guerra de la Triple Alianza contra Brasil, Argentina y Uruguay (1864-1870)–. Han llegado al poder principalmente a través de conspiraciones y golpes de Estado, con muy pocas experiencias de elecciones democráticas, hasta la dictadura de Stroessner.

Con una síntesis de modernismo y caudillismo tradicional, Marito es considerado un líder emergente en el Partido Colorado, luego de haber logrado derrotar en las elecciones internas a la lista promovida por el multimillonario empresario y actual presidente, Horacio Cartes, quien apadrinaba al economista Santiago Peña como su eventual sucesor.

La inesperada caída de Cartes cortó el proyecto hegemónico de un sector empresarial ligado a los grandes negociados con las obras públicas y el contrabando de cigarrillos a Brasil, pero el actual presidente logró recuperarse del golpe, tejer una alianza con Marito y apostar sus fichas a ser elegido como primer senador del Partido Colorado, por más que la Constitución paraguaya prohíbe que los ex presidentes sean senadores activos y sólo les reserva la función de senadores vitalicios, con voz pero sin voto, y sin dieta parlamentaria.

Demostrando una vez más la gran influencia de sus millonarios recursos sobre el corrupto Poder Judicial paraguayo, Horacio Cartes logró que la Corte Suprema de Justicia emitiera una resolución especial el pasado 11 de abril, habilitando las candidaturas a senador de él mismo (Cartes), del ex presidente colorado Nicanor Duarte Frutos y del actual vicepresidente, Juan Afara, para que todos puedan ser electos con presunta legalidad, aunque la Constitución lo prohíba.

La mayor parte de los legisladores de la oposición, incluyendo al actual presidente del Congreso, Fernando Lugo, han prometido que tras las elecciones no los dejarán jurar en sus cargos (como ya ocurrió hace dos períodos con el ex presidente Duarte Frutos, quien fue electo senador, pero a quien nunca le dejaron asumir y ejercer), lo cual demuestra que la dura batalla política que había desencadenado el intento de reelección de Cartes y Lugo hace un año todavía no se ha acabado.

La analista política Estela Ruiz Díaz señaló (Última Hora, 15-IV-18) que “esta decisión (de la Corte Suprema de Justicia) alteró la última semana de la campaña. Cartes está testeando el clima electoral para decidir si renuncia en junio o cumple su mandato y asume la senaduría activa el 16 de agosto. El domingo se aclarará el panorama. Si la Anr (Partido Colorado) y sus satélites logran una mayoría cómoda en el Senado para permitir su juramento, irá hasta el final de su mandato, pero si se cumplen los vaticinios de las encuestas que anuncian pérdida de bancas del partido de gobierno, renunciará al cargo para jurar el 30 de junio con los otros 44 (senadores de la Cámara alta). Sin embargo, esto tampoco será fácil, ya que Fernando Lugo, presidente del Senado y ante quien deben jurar los electos, anunció que no tomará juramento a Cartes, Afara y Nicanor”.

Una vez más, el panorama de la política paraguaya no dependerá tanto de lo que dicen las leyes, sino de cómo se las interpreta según la conveniencia de los grupos dominantes, y cuál será la reacción que esto provoque en la ciudadanía, que en vísperas de los comicios permanece muy apática.

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