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Trump despliega militares en la frontera con México

Written by Debate Plural

Francisco Herranz (Sputnik, 5-4-18)

 

Donald Trump sigue obstinado en su cruzada particular contra la inmigración ilegal y ahora va a utilizar a los militares para «proteger» la frontera con México, mientras levanta el polémico muro entre ambos Estados.

Durante una comparecencia en Washington junto a los primeros ministros de los tres países bálticos, Estonia, Letonia y Lituania, a la que asistía precisamente el jefe del Pentágono, el general de los Marines James Mattis, el líder estadounidense soltó una de sus habituales bombas informativas. Esta vez fue en vivo y en directo y no empleó la red social Twitter que tanto le gusta.

«Nosotros tenemos malas leyes para nuestras fronteras y vamos a hacer algunas cosas. Hablé con [el secretario de Defensa James] Mattis, vamos a hacer algunas cosas militarmente. Hasta que podamos tener un muro y una seguridad adecuada, vamos a vigilar nuestra frontera con militares. Eso es un gran paso. En realidad, no hemos hecho eso antes, o ciertamente no mucho con anterioridad», ese fue el verbatim del presidente de Estados Unidos.

Como no quedó nada claro cómo iba a poner en marcha esa iniciativa ni qué tipo de tropas quería desplegar, la Casa Blanca matizó poco después las palabras de Trump: moviliza a la Guardia Nacional. Cuanto antes.

Las leyes federales norteamericanas prohíben el uso de efectivos en activo de las Fuerzas Armadas para tareas de mantenimiento del orden público dentro del territorio de EEUU, a menos de que eso sea específicamente autorizado por el Congreso.

Sin embargo, en los últimos 12 años, los dos últimos antecesores de Trump han enviado cada uno a soldados de la Guardia Nacional a la frontera meridional para fortalecer la seguridad y ayudar en tareas de vigilancia.

Así, en 2006, la administración de George W. Bush creó la llamada Operación Jump Start por la que se desplegaron hasta 6.000 tropas de la Guardia Nacional a lo largo de los estados de California, Arizona, Nuevo Mexico y Texas, con el objetivo de reparar las alambradas, construir barreras metálicas y otras infraestructuras, y transportar en helicóptero a los agentes federales encargados de interceptar a los inmigrantes que intentaban entrar de manera ilegal.

El dispositivo, que se prolongó hasta el 15 de julio de 2008 y en el que participaron 29.000 personas durante las distintas rotaciones de personal, le costó a los contribuyentes norteamericanos 1.200 millones de dólares.

Dos años más tarde, en 2010, la administración de Barack Obama también empleó tropas de la Guardia Nacional como parte de un plan de protección de fronteras: 1.200 uniformados fueron movilizados durante un año para colaborar en misiones de vigilancia e inteligencia mientras la Agencia de Aduanas y Fronteras contrataba personal extra y les formaba.

De las palabras de Trump se infiere, no obstante, que busca un despliegue mucho más ambicioso que los de Bush hijo y Obama. Controlar una línea de separación que tiene 3.145 kilómetros de longitud y atraviesa todo tipo de terrenos, desde montañosos a cenagosos, será un cometido duro y caro.

El histriónico presidente está frustrado. Muy enfadado. Los planes a propósito del muro no le están saliendo como prometía. Primero, porque es evidente que México no se va a hacer cargo de la financiación de tamaña obra de ingeniería.

Construir el muro, en palabras del propio Trump, costaría entre 10.000 millones y 12.000 millones de dólares, pero un estudio recientemente publicado por The Washington Post estima que la factura real alcanzaría los 25.000 millones de dólares.

Los 1.000 kilómetros de valla que ya existen han costado más de 7.000 millones de dólares y nadie los describiría como algo «impenetrable, física, alta, potente o bella». La verja de alambre de espino se extiende principalmente por los estados de California, Arizona y Nuevo México. En Texas hay bastante menos porque el río Grande sirve de frontera natural. En cualquier caso los 2.000 kilómetros restantes tendrán que atravesar tierras privadas, que tendrán que ser compradas o expropiadas, lo que también encarecerá la operación.

¿Es necesario gastar tanta cantidad de dinero?

Trump está malhumorado porque los congresistas aprobaron la ley de gasto presupuestario federal —1,3 billones de dólares— que sólo incluye la «raquítica» cantidad de 1.600 millones de dólares para su querido y ansiado muro, muy lejos de los 25.000 millones que él había solicitado para el primer ejercicio. Y ese dinero está previsto que vaya destinado sólo a reparaciones. Tampoco le funcionó demasiado bien la propuesta de utilizar para esos fines parte del presupuesto del Pentágono; dos senadores subrayaron que el Departamento de Defensa no tiene «autoridad legal» para hacerlo.

Que Trump estampara su firma en la ley presupuestaria, a pesar de haber amenazado previamente con vetarla porque no cumplía sus expectativas, no ha sentado nada bien a un importante sector de sus partidarios más incondicionales. Está faltando a su palabra, algo que precisamente ha criticado hasta el aburrimiento.

El anuncio de Trump suena a maniobra política. «Él no puede conseguir fondos para su muro, así que en su lugar hace irresponsablemente mal uso de los militares para salvar la cara», asegura Kevin Appleby, del Centro de Estudios Migratorios de Nueva York, citado por el diario The New York Times. También subyace un mensaje mucho más sutil dirigido en especial a aquellos políticos demócratas y republicanos que se juegan el puesto en los comicios previstos para el próximo mes de noviembre.

La lucha contra la inmigración ilegal puede convertirse de uno de los temas estrella de las «midterm election» que, como es tradicional, renovarán por completo la Cámara de Representantes (435 escaños) y un tercio de la Cámara Alta (33 de 100 senadores).

La estrategia de Trump y su equipo, sobre todo en los últimos días, ha sido convertir a los paupérrimos inmigrantes latinoamericanos —concretamente a los oriundos de Honduras— que sueñan con pasar a EEUU en una amenaza para la seguridad nacional y en un vehículo del tráfico de drogas, cuando lo cierto es que el número de personas que cruzan ilegalmente la frontera entre México y Estados Unidos ha disminuido de forma considerable y se encuentra ahora en su nivel más bajo desde 1971.

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