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Política Exterior de Estados Unidos: el círculo extremista se cierra (2)

Written by Debate Plural

 Randy Alonso Falcón (Cubadebate, 26-3-18)

 

El nuevo Secretario de Estado Mike Pompeo, por su parte, es el brazo de apoyo de Marco Rubio en la armazón de las mentiras de los supuestos “ataques sónicos” en Cuba contra funcionarios estadounidenses, buena parte de los cuales son, a decir de la agencia AP, funcionarios de inteligencia. Esto ha sido denunciado por varias fuentes y recientemente ratificado por el diario español El País, que atribuye los supuestos ataques acústicos contra funcionarios estadounidenses en Cuba a una argucia de la CIA para enfriar y eventualmente eliminar el proceso de acercamiento entre ambas naciones.

Tanto Pompeo como Rubio comparten la línea ideológica ultraconservadora del Tea Party. Tienen un estrecho vínculo desde hace varios años. En 2015, cuando Pompeo era representante por Kansas, copatrocinó el proyecto de ley impulsado por Rubio, Cuban Military Transparency Act, para impedir cualquier transacción financiera con empresas gestionadas por los militares cubanos. Entonces no fue aprobada, pero el presidente Trump los complació en sus anuncios de política hacia Cuba en junio 2017.

Apenas tres días después de aquel discurso de Trump en Miami, el director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), Mike Pompeo, se reunió en Langley, el 19 de junio, con varios miembros de la Brigada mercenaria 2506encabezados por Félix Rodríguez Mendigutia (uno de los involucrados en el asesinato del Che en Bolivia) y otros personajes, entre ellos el comisionado del condado de Miami-Dade, Esteban Bovo Jr., el Sheriff Jorge Gutiérrez Izaguirre y el senador cubanoamericano, Marco Rubio.

Pompeo también ha sido un activo adalid de las políticas antivenezolanas de la administración Trump. El pasado enero, durante un intercambio en el American Enterprise Institute, aludió a la influencia que tuvo desde la CIA para que Trump dispusiera sanciones contra el gobierno de Nicolás Maduro,en base “a la propia inteligencia que habíamos entregado y él había solicitado”.

Ya en julio 2017, el entonces director de la CIA había realizado unas declaraciones polémicas sobre Venezuela durante un foro de seguridad del Instituto Aspen, en Colorado. “Tenemos muchas esperanzas de que pueda haber una transición en Venezuela y la CIA está haciendo lo mejor para entender la dinámica allí”.

“Venezuela podría convertirse en un riesgo para Estados Unidos”, diría un mes después a la cadena televisiva Fox. “Los cubanos están ahí; los rusos están ahí, los iraníes, Hezbolá están ahí. Esto tiene el riesgo de llegar a un lugar muy malo, por lo que Estados Unidos debe tomarlo muy seriamente”.

El mentiroso de Bolton 

Pocos políticos estadounidenses en las últimas décadas han sido tan tan perversos y manipuladores hacia Cuba como John Bolton. Muy recordadas son sus acusaciones en mayo de 2002 -cuando Bush hablaba de atacar 60 o más países, Afganistán había sido invadido por las fuerzas imperiales, se amenazaba a Irak por supuestamente construir armas quìmicas y Chávez había sufrido el Golpe de Estado impulsado desde Washington- de que Cuba estaba fabricando armas biológicas y las estaba pasando a países “terroristas”.

“He aquí lo que sabemos: Estados Unidos considera que Cuba está llevando a cabo al menos una labor ofensiva limitada de investigación y desarrollo de guerra biológica. Cuba ha proporcionado tecnología de doble uso a otros estados renegados. Nos preocupa que esa tecnología pueda respaldar programas de armas biológicas en esos estados. Exhortamos a Cuba a que cese toda cooperación aplicable a las armas biológicas con los estados renegados y a que respete plenamente todas sus obligaciones en virtud de la Convención sobre las Armas Biológicas.”, señaló Bolton entonces ante una sorprendida audiencia que le escuchaba en la Heritage Foundation.

Pocos días después, Fidel Castro le respondería a Bolton contundentemente: “En lo que se relaciona con las armas de destrucción masiva, la política de Cuba ha sido intachable. Nunca nadie ha presentado una sola prueba de que en nuestra patria se haya concebido un programa de desarrollo de armas nucleares, químicas o biológicas. Para los que no entiendan de ética, apego a la verdad y transparencia en la conducta de un gobierno como el de Cuba, podrían comprender al menos que hacer lo contrario habría constituido una colosal estupidez. Cualquier programa de esa índole arruina la economía de cualquier pequeño país; Cuba nunca habría estado en condiciones de transportar tales armas; cometería adicionalmente el error de introducirlas en combate contra un adversario que cuenta con miles de veces más armas de ese carácter, el cual recibiría, como un regalo, el pretexto de usarlas.

 

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