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Lo que el gobierno de EE.UU. no dice acerca de esos “ataques sónicos” en Cuba (1)

Written by Debate Plural

Peter Kornbluh (Rebelion. org, 17-3-18)

 

Cuando la Revista de la Asociación Médica Estadounidense (Journal of the American Medical Association, JAMA por sus siglas en inglés) publicó recientemente una evaluación clínica preliminar de los problemas de salud sufridos por el personal de la embajada estadounidense en La Habana, el Departamento de Estado aprovechó la oportunidad para reiterar una “alerta de salud” a nivel nacional acerca de Cuba. “Discutan el artículo de JAMA con su médico antes de viajar si se sienten preocupados”, informó el departamento el 14 de febrero. “Exhortamos a los ciudadanos estadounidenses que viajan a Cuba y que están preocupados por sus síntomas a compartir este artículo con su médico”. (1)

La alerta refleja un esfuerzo continuo por parte del Departamento de Estado del presidente Trump para asustar a los viajeros estadounidenses y que se mantengan alejados de Cuba. En septiembre pasado, cuando la administración anunció una reducción drástica del 60% del personal de la embajada en La Habana en respuesta a misteriosas enfermedades, el departamento emitió una advertencia categórica a los ciudadanos estadounidenses de “no viajar a Cuba”. A principios de enero, cuando el Departamento de Estado emitió un nuevo sistema de clasificación de seguridad para todas las naciones, Cuba recibió una designación de “nivel 3”: “Reconsiderar el viaje: Evite viajar debido a riesgos graves para la seguridad”. A fines de enero, un portavoz del Buró de Asuntos del Hemisferio Occidental dijo a The Miami Herald que, después de la alerta de septiembre, 19 ciudadanos estadounidenses habían llamado para informar problemas de salud después de viajar a Cuba –de entre los cerca de 620 000 viajeros [de EE.UU.] que visitaron la isla en 2017– a pesar de que los funcionarios del Buró de Asuntos Consulares que atendieron esas llamadas admiten que no tomaron medidas para determinar cuándo, dónde y cómo ocurrieron esas enfermedades, y simplemente refirieron a las personas que llamaron al FBI. Y la semana pasada, cuando el Departamento de Estado determinó que la embajada no sería rehabilitada de personal y “continuará operando con el mínimo personal necesario para desempeñar funciones consulares y diplomáticas básicas”, el departamento publicó una larga lista de advertencias para cualquiera que esté pensando en viajar a Cuba, a pesar de que la isla sigue siendo uno de los países más seguros del mundo que los ciudadanos estadounidenses puedan visitar.

El muy técnico estudio de JAMA, titulado “Manifestaciones Neurológicas en el Personal del Gobierno de EE.UU. que Informa de Fenómenos Audibles y Sensoriales Direccionales en La Habana, Cuba”, sin duda suena aterrador.

El artículo resume los hallazgos médicos iniciales en 21 de los 24 miembros de la comunidad de la embajada estadounidense en La Habana (diplomáticos, familiares y agentes de inteligencia) que sufrieron una serie de síntomas neurológicos de una fuente no identificada entre finales de 2016 y agosto de 2017. “Se observaron disfunciones cognitivas, vestibulares y oculomotoras persistentes, así como trastornos del sueño y dolores de cabeza entre el personal del gobierno de Estados Unidos en La Habana, Cuba, asociados con informes de fenómenos auditivos y/o sensoriales direccionales de origen incierto”, reportó un equipo de médicos del Centro de Lesión Cerebral y Reparación de la Universidad de Pensilvania. “Estos individuos parecían haber sufrido daños en redes cerebrales generales sin un historial asociado de traumatismo craneoencefálico”.

Sin embargo, al informe lo acompañaba una advertencia editorial acerca de que los resultados siguen siendo preliminares e incompletos. “En este punto, una explicación unificadora para los síntomas experimentados por los funcionarios del gobierno de Estados Unidos descritos en esta serie de casos sigue siendo difícil de alcanzar y el efecto de la posible exposición a fenómenos audibles no está claro”, afirma el editorial de JAMA. “Antes de llegar a conclusiones definitivas, se debe obtener evidencia adicional y evaluarla rigurosa y objetivamente”. (2)

No obstante, el estudio de JAMA ha ayudado a aclarar los eventos turbios y tergiversados ​​que la administración Trump ha caracterizado como “ataques sónicos” contra personal estadounidense en La Habana –y una amenaza potencial para los viajeros estadounidenses. El artículo de la revista contiene varias conclusiones importantes:

El mito del “ataque sónico” ha sido científicamente establecido. Los doctores determinaron que los sonidos que escucharon los que enfermaron, descritos como “sonido agudo”, “zumbido”, “chirrido metálico”, “chillidos penetrantes” y “zumbidos”, no pudieron haber causado los síntomas que experimentaron.

“En realidad, no creemos que el sonido audible sea el problema”, dice el doctor Douglas Smith, coautor del estudio, y que dirige el Centro de Lesiones y Reparación Cerebral. “Creemos que el sonido audible fue una consecuencia de la exposición, porque no se conoce que el sonido produzca daño cerebral”.

Al mismo tiempo, el estudio de JAMA arroja dudas acerca de fuentes virales o químicas de los síntomas. Aunque el editorial de JAMA alude a la “enfermedad psicógena masiva” como una posible explicación –una teoría que los investigadores cubanos también han propuesto– después de un año de investigaciones serias por parte de múltiples agencias estadounidenses, la causa de los problemas de salud permanece sin identificar.

Informes sensacionales acerca de daños cerebrales resultan ser noticias falsas. Basándose en filtraciones de funcionarios estadounidenses anónimos que fueron informados acerca de los hallazgos del estudio médico, la Associated Press circuló una primicia aparentemente explosiva en diciembre de que los médicos habían “descubierto anomalías cerebrales” en personal de la embajada de Estados Unidos. “Las pruebas médicas revelaron que los trabajadores de la embajada desarrollaron cambios en los tractos de sustancia blanca que permiten que las diferentes partes del cerebro se comuniquen”, informó AP. Pero ahora se ha revelado que, en el mejor de los casos, esas afirmaciones son incorrectas y, en el peor de los casos, son maliciosas. Según el estudio de JAMA, los 21 pacientes se sometieron a pruebas de IRM (Imágenes de Resonancia Magnética), y “en la mayoría de los pacientes solo se veían imágenes convencionales”. Solo tres mostraron “múltiples focos de T2 brillante en la sustancia blanca”; de ellos, dos fueron “de grado leve y 1 con cambios moderados”. El estudio dejó en claro que no había forma de saber si esos pocos casos tenían algo que ver con los hechos en La Habana o “quizás podrían atribuirse a otros procesos de enfermedad preexistente” o a factores de riesgo.

Los que experimentaron problemas de salud en las habitaciones de hoteles habaneros eran parte del personal estadounidense. El estudio en JAMA se refiere a pacientes del gobierno que experimentaron un “inicio de síntomas en sus hogares y habitaciones de hotel”, lo que ofrecía una confirmación oficial, aunque accidental, de que los incidentes informados en el Hotel Nacional y el Hotel Capri involucraban a empleados estadounidenses, no a turistas. Aparte de los nombres de los hoteles, el Departamento de Estado se ha negado a proporcionar detalles acerca de los tres incidentes que tuvieron lugar en el Nacional y en el Capri. Pero cuando la administración anunció en septiembre pasado el cierre casi completo de la embajada, el Departamento de Estado señaló a los hoteles como evidencia de una amenaza potencial para los turistas estadounidenses y les advirtió categóricamente que no viajaran a la Isla.

“Debido a que la seguridad de nuestro personal está en riesgo, y no podemos identificar el origen de los ataques”, dice la advertencia de viaje, “creemos que los ciudadanos estadounidenses también pueden estar en peligro y les advertimos de no viajar a Cuba. (…) Se han producido ataques en residencias diplomáticas y hoteles frecuentados por ciudadanos estadounidenses”. Un aviso actualizado de viaje que se publicó en el sitio web del Departamento de Estado la semana pasada instruye específicamente a los viajeros estadounidenses a “evitar los hoteles Nacional y Capri”.

Como era de esperar, estas advertencias de viaje han dado lugar a importantes cancelaciones en el Capri y el Nacional, así como un descenso significativo en el total de visitantes de Estados Unidos a la Isla. Ese podría no haber sido el caso si la administración Trump fuera transparente y honesta acerca de lo que sucedió en Cuba, en lugar de explotar esta situación problemática para sabotear las relaciones normalizadas.

“Las filtraciones de información engañosa y falsa por parte de funcionarios del gobierno de Estados Unidos han distorsionado la verdad y han hecho más difícil llegar al fondo del misterio”, señala Collin Laverty, que dirige Cuba Educational Travel (CET) y rastrea el impacto de las políticas de Trump en el turismo y el sector turístico en Cuba. La administración, sugiere, está “ocultando muchos de los hechos”.

 

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