Nacionales Politica

La política norteamericana en el Caribe. Con Clinton, la democracia se expande y se apoya (y 2)

Written by Debate Plural

Mu-Kien Adriana Sang (El Caribe, 23-6-17)

 

Hoy, una generación que ha crecido a la sombra de la Guerra Fría asume nuevas responsabilidades en un mundo calentado por el sol de la libertad, pero amenazado aún por antiguos odios y nuevas plagas.Criados en una prosperidad sin parangón, heredamos una economía que es aún la más fuerte del mundo, aun­que hoy se halla debilitada por quiebras en sus empre­sas, por salarios estancados, por una creciente desigualdad y profundas divisiones entre nuestra población.

(…)
Para renovar América debemos responder a los desafíos que tenemos planteados tanto en el exterior como en el interior. Ya no existe división entre lo que es exterior y lo que es interior, la economía es mundial, el medio ambiente es mundial, la crisis del sida es mundial, la carrera de armamentos es mundial, y nos afec­ta a todos.

Hoy, cuando un viejo orden desaparece, el mundo nuevo que surge es más libre, pero menos estable. El desmoronamiento del comunismo ha dado nueva vida a antiguas animosidades y nuevos peligros. Sin lugar a dudas, América debe seguir liderando el mundo que tanto hizo por construir.

Mientras América se reconstruye en lo interior, no debemos abandonar ninguno de nuestros compromisos ni dejar de aprovechar las oportunidades de este nuevo mundo. Junto con nuestros amigos y aliados trabajaremos para dar forma al cambio, no sea que nos engulla.

Cuando nuestros intereses vitales sean puestos en peligro o se desafíe la voluntad y la conciencia de la comunidad internacional, actuaremos mediante la fuerza de la diplomacia siempre que sea posible y con la fuer­za, cuando sea necesario. Los valientes norteamericanos que hoy sirven a nuestra nación en el golfo Pérsico, en Somalia y en cualquier otro lugar en que se hallen, dan testimonio de nuestra determinación.

Pero nuestra mayor fuerza es el poder de nuestras ideas, que aún son nuevas en muchas tierras. En todo el mundo vemos como las abrazan y nos llena de regocijo. Nuestras esperanzas, nuestros corazones, nues­tras manos están con aquellos que en cada continente fortalecen la democracia y la libertad. Su causa es la causa de América.

…Lanzo el reto a una nueva generación de jóvenes americanos para que os impliquéis en una nueva época de servicio, para que actuéis tomando como base vuestro idealis­mo y ayudéis a los niños con problemas, deis compa­ñía a los necesitados, volváis a unir nuestras comuni­dades desgarradas. Queda tanto por hacer… hay trabajo bastante para millones, para todos aquéllos que son todavía jóvenes de corazón y quieran colaborar.

Y así, compatriotas americanos, al filo del siglo XXI, empecemos con energía y esperanza, con fe y disciplina, y trabajemos hasta que nuestra tarea quede terminada. “No nos cansemos de hacer el bien, que, si no desfallecemos, a su tiempo cosecharemos” dicen las Escrituras.

Desde esta jubilosa cima inmersa en la celebración, oímos la llamada del servicio que viene del valle. Hemos oído las trompetas. Hemos cambiado la guardia. Y ahora, cada uno de nosotros, a su modo, con la ayuda de Dios, debemos responder a esa llamada.
Gracias y que Dios os bendiga a todos. Fragmento del discurso de Bill Clinton el 20 de enero de 1993

El artículo de la semana pasada provocó algunas reacciones de mis lectores. Uno de ellos me escribió mediante un twitter que yo defendía a los presidentes norteamericanos demócratas y atacaba a los republicanos. Acepto la opinión. Soy de las que defienden la libertad de pensamiento, de opinión; más aún, abogo por la disidencia y el libre debate de las ideas.

Sin embargo, parece ser que el lector –crítico no leyó los artículos anteriores, ni ha leído otros escritos míos.

En el discurso de toma de posesión de Clinton, él explica por qué auspiciaba la democracia en todo el mundo. Las circunstancias internacionales eran otras. La Guerra Fría era cosa del pasado, las Alemanias se habían unificado; la Unión Soviética, después de la PERESTROIKA se había desintegrado, naciendo nuevas naciones que habían sido sometidas al predominio ruso. Se había desgarrado una utopía transformadora con la desaparición del socialismo real. Solo quedaba Cuba, país que vivía gracias a la ayuda soviética, pero con el fin de la URSS, se paralizaron las ayudas a esa nación caribeña. Ahí comenzó la década de crisis profunda, principalmente en materia de abastecimiento de productos. La estampida de cubanos escapando de la miseria era el signo de esos tiempos.

Estaba claro que en la década de los 90 se pensaba que occidente había triunfado. La globalización de la economía era una realidad. El mercado era el rey que dictaba las leyes. Quedaba entonces unificar el sistema político. La democracia se convirtió en la bandera de lucha en todo el mundo. En América Latina se había terminado el período de las dictaduras. El discurso democrático se asumió por todas partes. Este proceso duró unos diez años, hasta que se cambió el discurso de la democracia en contra del terrorismo, como veremos en las próximas entregas.

Lo cierto es, aunque el lector piense lo contrario, que durante los ocho años de Bill Clinton se hicieron grandes aportes en materia del fortalecimiento de la democracia en el mundo. Se invirtió dinero en la formación de jóvenes líderes para que se convirtieran en activos ciudadanos que exigieran la transformación de la democracia. La gente abrazó el discurso de la democracia, ante la ausencia de nuevas ideas que hicieran concebir nuevos sueños.

Soy de las que piensan que las ideas, democracia participativa y la demanda de un Estado de derecho se convirtieron en luchas verdaderamente revolucionarias, en sociedades en las cuales las leyes son solo referentes que no se respetan ni cumplen, donde el delito no es castigado ni existen sistemas de consecuencias.

Enarbolar el discurso de la libertad, la tolerancia y la participación democrática, el respeto a las ideas y a las leyes es un verdadero compromiso por la transformación de nuestra propia herencia.

Lamentablemente ese período terminó. El panorama mundial cambió, y por eso se definieron nuevas prioridades. La democracia pasó a un segundo plano. Sobre este aspecto hablaremos en la próxima semana.

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