Internacionales Sociedad

460 años de cimarronismo

Written by Debate Plural

Juan Montaño Escobar (Rebelion.org, 17-2-18)

Es 1553 la fecha clave del cimarronismo ecuatoriano, por desembarco y escape de africanos bozales [1] , acompañados por Alonso de Illescas (considerado ladino). Bob Marley define el principio básico de los cimarrones en este verso de su canción Buffalo soldier: “fighting on arrival, fighting for survival” [2] . O sea lucha continua, rebeldía armada con escasas treguas y pensamiento político libertario. Si quieren al revés. Ocurrió en México con Yanga, en Brasil con Zumbí, en Venezuela con el rey Miguel, en Colombia con Benkos Biojó, con Antón y de Illescas en Ecuador, la lista es extensa y desconocida. Las rebeliones de los cimarrones fueron proyectos políticos ejecutados en lugares físicos (territorios) referenciales y con aliados de suerte común; la tarea era vivir o sobrevivir, no había otro destino que no fuera la existencia con largura de princincipios y objetivos.

Con sus idiomas aún despiertos, velando un resquicio de libertad, a esos espacios liberados, los llamaron cumbesquilombos o palenques; unos fueron reinos, jefaturas de Gobierno, liderazgo colectivo o mezcla dispares de formas de gobernar; unos fueron territorios de grandes dimensiones como el Quilombo de Palmares o el Palenque de la Región de las Esmeraldas (o República de los Negros y Zambos Libres) o miles que comprendían unos pocos kilómetros cuadrados. Unos fueron arrasados hasta el exterminio por tropas colonialistas españolas, portuguesas o inglesas o por mercenarios al servicio de propietarios de esclavizados, otros se mantuvieron por décadas sea por la resistencia armada o por habilidad diplomática. O por ambas. I’m just a Buffalo Soldier, in the heart of America, stolen from Africa, brought to America  [3] 

El cimarronaje: una efectiva invención política africana

Cuando Alonso de Illescas se quedó en Portete, al sur de la provincia de Esmeraldas, Ecuador, debió hacerlo por asunto de decisión autónoma radical, porque ningún ser humano soporta media libertad o libertad a medias o porque cumplía algún sueño recurrente. No es muy exacta aquella teoría, bastante consumida, que se traficó mano de obra africana hacia a América para sustituir a la menguante población indígena, eso se ha escrito y se ha dicho, que ya parece verdad y lo es parcialmente. El análisis con génesis eurocéntrica insiste en la tradición de la fuerza de trabajo y solo en ello, cuando lo que se quería era más y mejor manufacturas; había un mercado que satisfacer y una plusvalía a alcanzar. Nacía el capitalismo y más que por brazos se desespera por cerebros productivos. Los africanos esclavizados, mujeres y hombres, a más de jornaleros, también se embarcaron encadenados a doctores del pensamiento, médicos, navegantes, agrimensores, agrónomos, mineralogistas, gobernantes, griots [4] , artesanos, etc., mujeres y hombres, pero en la crueldad de la adversidad todos se volvieron guerreros, contando las jornadas de servidumbre hasta la oportunidad del cimarronaje. Esa fue una invención política que empezaba con una fuga y se volvía resistencia definitiva. No era suficiente la huida. Singing, woy, yoy, yoy… [5]

Hay que repetirlo: el naciente capitalismo más que de brazos fuertes necesitó cerebros afinados. En Europa, principalmente en la península ibérica, los contactos culturales, comerciales y sociales tenían una larga historia por las invasiones o por los ejércitos de conquista. Un caso patente e ilustrativo: la diversidad étnica aparecía entre los moros ocupantes de España. El profesor del Bates College, Baltasar Fra Molinero, en su libro La imagen de los negros en el teatro del Siglo de Oro, escribe: “El discurso filosófico humanista del siglo XVI no ignoró la experiencia vital del negro, pero la invalidó” [6] . Fue devastador para la gente africana, porque religión, literatura y teatro repitió lo que antes se había hecho con los judíos, solo que acá el tamaño es el de una historia de más de medio milenio y con el mayor genocidio de la humanidad. All I ever had is songs of freedom [7]

El camino de la resistencia cualidad infaltable del cimarrón

En 1 479, se autoriza la venta de africanos esclavizados en España, en el puerto fluvial de Sevilla, para esa época su importancia iba en ascenso hasta instalarse en esa ciudad la Casa de Contrataciones, en 1 503. Fue una suerte de ministerio de comercio de aquello que se pudiera vender o comprar a las colonias. A esa ciudad llegó, quien debió llamarse de otra manera, tener un “lindo nombre, un nombre con significado”, como diría Malcolm X, cuatrocientos cincuenta años después, en una tarde lluviosa, en Harlem.

Él ya había renunciado al apelativo que lo conectaba con quien fungía de amo. Los cronistas de la Corona española persistieron en la carimba [8] . El escritor Jean-Pierre Tardieu, dice que Alonso de Illescas debió llamarse: “Berbesí, Bioho o Bran”. Y explica: “Llegaría a Sevilla directamente o pasando por Lagos con motivo de los intensos intercambios entre el puerto luso y la ciudad hispalense, a una edad que solo podía girar alrededor de los dieciocho años” [9] . Miguel Cabello Balboa lo hizo nacer en Cabo Verde, ahora se sabe que eran unas islas de “acopio” de personas esclavizadas. Llamado Alonso, al ser bautizado durante el santoral del patrón. En siete años, aprendió, y muy bien, todo lo que pudo sobre los españoles, conoció sus costumbres, descubrió sus ansias más íntimas y les vio el alma desnuda sin los adornos religiosos; sus aberraciones y sus temores. Mejor dicho, se asomó a los laberintos abismales de esa sociedad opresora. En fin, comprendió las fortalezas y debilidades de aquellas personas con las cuales hubo de lidiar en otras condiciones más favorables para él. Años después sabría que para ganar batallas hay que conocerse uno mismo y conocer al enemigo, como había escrito Sun Tzu, muchos siglos antes. O quizás de estrategias bien aprendidas y por eso mismo jamás olvidadas de la tradición guerrera de su nación. Intuyó que había fundado sin querer el camino filosófico de la resistencia personal y colectiva, supo muy bien el porqué de aquello. Aprendió el idioma de sus esclavizadores y a tocar con soltura la vihuela (instrumento musical parecido a la guitarra), muy popular en esos tiempos, a encantar a sus huéspedes o anfitriones con labia portuaria, las artes de la diplomacia y aprovechar la ventaja moral de la leyenda que años después le crearían los colonizadores derrotados las veces que quisieron volverlo a las cadenas.

La libertad absoluta del cimarrón

El viaje desde Sevilla hacia la Ciudad de los Reyes (Lima), se hizo con escala en Panamá, Portobelo y Cartagena de Indias, en algún galeón de carga múltiple, incluía mercadería y esclavizados. Alonso de Illescas ocuparía un lugar intermedio entre los españoles y los africanos. En la clasificación socio-racial era “ladino”. Debió cumplir la función de traductor para relacionarse con los africanos y de administrador de bienes del armador español de quien tenía prestado nombre y apellido. Los altibajos anímicos de los pasajeros por las dificultades de la navegación, los vientos cruzados o las corrientes adversas obligaron a la tripulación a costear y finalmente a resguardarse en la ensenada del río Portete. La cercanía de agua y alimentos frescos debió ser una tentación, pero no al filo de la ingenuidad como para enviar a 17 hombres y 6 mujeres esclavizados a buscarlos y con una guardia que debió ser insuficiente. ¿Alonso de Illescas facilitó el desembarco? La respuesta se inclina por sí. El plan de fuga debió estar en marcha para cuando la oportunidad se presentara. Y se presentó con inutilización de la nave al encallarse.

La primera condición indisputable de las personas es la libertad y él la quería total. Absoluta, si ese era el reto. ¿Serían todos y todas de las mismas naciones o de los mismos pueblos? Muy posiblemente fueran de pueblos diferentes y quién sabe hasta enemistados. Ahí se impusieron temas como el idioma, la cultura, la religión, las jerarquías sociales y las emociones. El aprendizaje fue sobre la marcha y la tolerancia pesó más ante el riesgo del retorno a las cadenas. Ellos y ellas negociaron códigos de entendimiento para comunicarse y respetar el liderazgo de Antón. Él debió ser el depositario de la confianza, por la razón que fuera: mayor edad, destrezas de combatiente, sabiduría, intérprete de sus anhelos y maestro de ceremonia como aquel del hip hopquinientos años después. Won’t you help to sing, these songs of freedom … [10]

Los cimarrones se empalencan y resisten (I’m just a Buffalo Soldier [11] )

El encuentro con los indígenas debió ser un choque alarmante de culturas. Los africanos, mujeres y hombres, intrusos, ansiosos de alejarse de una posible recaptura, en una tierra que aunque parecida también les era extraña; los indígenas ahuyentados por el susto inicial recobraron el ánimo y volvieron, el acercamiento inicial fue una mezcla de curiosidad y desconfianza, sentimiento de rechazo a los forasteros y la remota posibilidad de hallar transitorios aliados frente a grupos rivales. La estrategia desde el inicio para sobrevivir fue guerrear, adaptarse o negociar (incluyendo matrimonios interculturales) no precisarían el orden de prioridades, sino la circunstancia del momento. El anhelo por sobre cualquier otro era vivir en libertad.

Casilda Condumí, Benkos Biohó, Bayano, Yanga, Huaura, Zumbí de Palmares, Alonso de Portete, nombres por esfuerzo de memoria, debieron anticiparse: Emancipate yourselves from mental slavery None but ourselves can free our minds… [12] El mensaje está ahí. Perenne. Tuntuneando, batateando, tamboreando o congueando. Singing, woy yoy yoy…

La arrogante visión colonizadora de Miguel Cabello Balboa hace descripción de supuesta “crueldad y barbarismo” y una cuerda de historiadores continúa repitiendo como loros esa versión. No aproximan ningún análisis temporal, prescinden del contexto hostil y la preocupación de los africanos por el retorno, un día cualquiera, de los españoles en plan de recobrar almas y cuerpos que sabían transitoriamente perdidos. La leyenda de los cimarrones de la Región de las Esmeraldas había comenzado por lo más valioso que se tiene: la vida. Por su existencia en libertad se empalencaron. El palenque fue territorio defendible y hogar recobrado en la lejanía. La Tierra Prometida bíblica para otros fue alcanzada por ellos al costo impagable de memorias, nostalgias y reinventos obligatorios y cotidianos.

Jean-Pierre Tardieu no oculta en la escritura su impaciencia con la visión del colonizador: “Lo repetiremos para que no haya ambigüedad: la crueldad en que tanto énfasis puso Cabello Balboa no debía ser otra cosa que la manifestación desesperada del deseo de sobrevivir a todo trance” [13] . De Antón hay muy poca información, se sabe que murió un año después del escape monte adentro y que hubo una “pequeña guerra civil” por quedarse con el liderazgo absoluto, después de aquellos enfrentamientos quedaron tres mujeres y siete hombres del primer grupo. Alonso de Illescas tomó el gobierno de la comunidad y continuó lo que para ese momento era la extraordinaria misión cimarrona con dos únicos resultados: vencer o morir. Del dominio a las alianzas con los grupos indígenas y a la preparación colectiva, sin límite de edad para la resistencia con la tecnología de guerra que igualara los esfuerzos bélicos por la resistencia. De las lanzas de punta de madera o hueso, se pasó al hierro, abandonaron los desordenados ataques tribales por “ardides y cautelas” [14] aprovechando el ecosistema, de las enemistades sin tiempo y razón avanzaron a la “formación de federaciones de pueblos indígenas”. Se ampliaba el territorio y se agigantaba la leyenda. Said he was a buffalo soldier, win the war for America… [15]

De esclavizado a Gobernador de la Región de las Esmeraldas

Fueron las riquezas de fábula por las que se armaron expediciones de exterminio y castigo. Se hablaba de esmeraldas del tamaño de un puño y de mejor calidad que las encontradas en Etiopía, de playas de oro que solo había que recogerlo y guardarlo en zurrones y después a cumplir con la “civilización” de los “bárbaros”. No terminaba de regresar un capitán de empresa desolado por la derrota y ya estaba otro listo para partir a someter aquellas gentes a su majestad española. La alianza indo-africana o dicho de otra manera los negros, indios y zambos estimaban demasiado su libertad y quienes no se lo tomaban en serio dejaban los huesos en esos montes. Y aquellos que escapaban no paraban de hablar acerca de la dificultad de someterlos con medios bélicos.

Desde que comenzó la resistencia al inmenso poder del colonialismo español sabían que las armas era solo una posibilidad, las otras aplicaciones tenían que ver con las contradicciones entre los imperios coloniales, el uso que hacían de la religión y sus creídos rumores de riquezas a mano fácil. Los piratas ingleses pudieron calafatear sus galeones en costas de la actual provincia de Esmeraldas, Ecuador, con la aceptación de los palenqueros indoafricanos y descansar en tierra firme sin temor a sorpresas mortales, el precio se cancelaba en armas, pólvora y municiones.

Los cimarrones permitieron el ingreso de sacerdotes católicos y “aceptaron” ser bautizados, admitieron de palabra la autoridad de los reyes españoles y hasta Alonso de Portete aceptó las “provisiones, libradas por el secretario de las Real Audiencia, el 28 de julio de 1 577. Brindaban el perdón general para toda la gente de Alonso de Illescas y el nombramiento de éste como gobernador de aquellas provincias”. De esclavizado a Gobernador fue el salto inusual del líder cimarrón. Singing, woy yoy yoy…

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