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La política norteamericana en el Caribe. 1898: Puerto Rico en manos de los Estados Unidos

Written by Debate Plural

Mu-Kien Adriana Sang (El Caribe, 3-3-17)

La guerra hispanoamericana señala una época memorable para España, los Estados Unidos y Puerto Rico. Como resultado de ella, la bandera que Colón y sus compañeros pasearan por el Nuevo Mundo se ocultó, como se oculta un sol de oro, tras los celajes de occidente. (…)

Para Puerto Rico la campaña que narramos representa un cambio de soberanía, una nueva ruta a seguir, un nuevo horizonte que explorar, un fardo tremendo de deberes y responsabilidades.

La guerra con España marca, para los Estados Unidos, el nacimiento de su política imperialista: Filipinas, Puerto Rico, pueblos de alta civilización y refinada cultura y a quienes proteger, guiar y entender, otras razas, otras costumbres, otros conceptos de la vida que estudiar con amor y con interés…..Antonio Maura [1]

El prólogo de Antonio Maura al libro escrito por el Capitán de Artillería Ángel Rivero, titulado “Crónica de la Guerra Hispanoamericana”, publicado en Madrid en el año 1922, reflejaba el dolor de la población puertorriqueña que de la noche a la mañana, por el poder de dos firmas, se convirtieron en norteamericanos después de más de 400 años de ser españoles, gracias a la firma de un acuerdo entre dos potencias imperiales, Estados Unidos y España, para proteger sus propios intereses, sin pensar en el sentimiento de los pobladores.

A partir de esa ruptura histórica, Puerto Rico, que había sido durante más de cuatro siglos colonia española, que había forjado su identidad como criollo de origen español, fue convertido de repente en una colonia de los Estados Unidos, que se caracterizaba por tener un idioma nuevo y una cultura diferente. Ahí nace, como han dicho otros, la encrucijada identitaria de los puertorriqueños.

El capitán de artillería Ángel Rivero estaba dolido ante la pérdida de la guerra. Evidencia el dolor de un soldado español que vio cómo perdía la plaza que juró defender. La obra de más de 600 páginas narra la guerra desde el punto de vista de uno de sus actores. En el primer capítulo recoge el diálogo que sostuvo con el coronel Camó, su jefe de Estado Mayor. Era el 1º de marzo de 1898:

Si la guerra viene, que sí vendrá –continuó el general- a usted que es puertorriqueño, le cabrá el honor de contribuir a la defensa de la plaza si el enemigo desembarca, toda vez que San Cristóbal y sus baterías exteriores son las únicas obras artilladas que pueden batir con sus fuegos los aproches. Encárguese del castillo y comience a cargar, seguidamente, todos los proyectos de sus piezas…[2]

El capitán de artillería cuenta que en los últimos meses no recibió su salario, y que a pesar de las limitaciones, se quedó en el lugar que le asignaron para proteger. Fue uno de los que entregaron la plaza, los cuarteles, parques y todos los edificios militares a los nuevos dueños de la situación:

Dos días después, al firmarse las actas por los Comisionados, se consideró el acto como una implícita entrega de la plaza, toda vez que ni el general Ortega era hombre capaz de realizar actos dolorosos a que no estaba obligado, ni los generales americanos, caballeros intachables, pensaron jamás en exigirlo.[3]

Veamos los hechos. La Guerra Hispano-Estadounidense en Puerto Rico se inició en mayo de 1898. El bombardeo de parte de la armada norteamericana a San Juan de Puerto Rico dio inicio a este encuentro bélico desigual. Además del bombardeo, que por suerte no ocasionó muchos daños, bloquearon la bahía de San Juan. El ejército español, por su parte, intentó, a través de dos barcos, contraatacar en junio de ese año, pero no pudieron romper con el bloqueo. Un mes más tarde, en julio de 1898, cerca de 3,000 soldados desembarcaron en Guánica a fin de iniciar la ofensiva terrestre.

El ejército español intentó resistir. Se produjeron varios enfrentamientos en Fajardo, Guayama y Coamo, para mencionar algunos. Según algunos testimonios, los españoles pudieron enfrentar a los norteamericanos. Los españoles se esforzaron por ganar, pero perdieron.

El triunfo norteamericano no fue militar, sino político. En agosto de ese año 1898 se detuvieron las acciones militares y se firmó el armisticio mediante el cual España renunciaba a su soberanía no solo sobre el territorio de Puerto Rico, sino también de Cuba y Filipinas.

Después de varios meses de negociación, fue firmado el Tratado de París, en diciembre de 1898. De esta manera fue finalizada la Guerra hispano-estadounidense. Los elementos más importantes de este tratado fueron los siguientes:
Artículo 1º. España renuncia todo
derecho de soberanía y propiedad sobre Cuba (…)

Artículo 2º. España cede a los Estados Unidos la isla de Puerto Rico y las demás que están ahora bajo su soberanía en las Indias Occidentales y la isla de Guam, en el archipiélago de las Marianas o Ladrones.
Artículo 3º. España cede a los Estados Unidos el archipiélago conocido por las Islas Filipinas (…)

Artículo 4º. Los Estados Unidos, durante el término de diez años, a contar desde el canje de la ratificación del presente Tratado, transportarán a España, a su costa, los soldados españoles que hicieron prisioneros de guerra las fuerzas americanas al ser capturada Manila (…)

Artículo 5º. Los Estados Unidos, al ser firmado el presente Tratado, transportarán a España, a su costa, los soldados españoles que hicieron prisioneros de guerra las fuerzas americanas (…)

Artículo 6º. España (…) pondrá en libertad a todos los prisioneros de guerra y a todos los detenidos o presos por delitos políticos a consecuencia de las insurrecciones en Cuba y en Filipinas y de la Guerra con Estados Unidos. (…)
Artículo 7º. España y los Estados Unidos de América renuncian mutuamente, por el presente Tratado, a toda reclamación de indemnización nacional o privada de cualquier género contra el otro (…)[4]

No cabe duda que España había sido derrotada. Perdió muchas de sus posesiones clave en el Caribe: Cuba y Puerto Rico; y en el Pacífico perdieron a Filipinas y a Guam. Estados Unidos quedó como el dueño del Caribe. Se cumplía la tesis del Destino Manifiesto.

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