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Juan Bosch: A propósito de la tesis doctoral de David Álvarez Martín (4)

Written by Debate Plural

Diogenes Céspedes (3-6-17)

11. Al ser un sujeto que transforma las ideologías de época a través del ritmo de su escritura, el escritor es mal visto, marginado, encarcelado o internado en el manicomio, porque sin esas ideologías el sistema social de dominación de cualquier sociedad no se sostiene. De ahí la difícil aceptación del escribiente o del escritor por parte de la sociedad, la cual, a través de sus instituciones intentará reducir a ese escritor a «un puro espectáculo» cuando lo que emana de su trabajo no puede ser asimilado como valor positivo, como un producto que se compra y se vende en el mercado. Entonces la radio, la televisión y la prensa entran aquí en juego para presentar a ese escritor como liberal o folklórico y como una justificación de que tal sociedad puede alumbrar excepciones.

12. En la dictadura trujillista de partido único, los intelectuales del partido del signo intentaron reducir a Juan Bosch al “cuentista del cuento”, es decir, al mentiroso, embustero y embaucador (Tomás Hernández Franco. Ciudad Trujillo: Ed. La Nación, 1944). Luego de regresar del exilio en octubre de 1961, los mismos oligarcas y sus intelectuales del partido del signo intentaron reducir a Bosch al mentiroso de Hernández Franco. Antonio Fernández Spencer; antes y después de las elecciones de diciembre de 1962 y durante y después de la guerra civil de 1965, Antonio Fernández Spencer, Tomás Reyes Cerda y sus secuaces repitieron en la radio y la prensa escrita el mismo infundio del autor de “Yelidá). El frente oligárquico y la organización paramilitar terrorista La Mano quisieron reducir a Bosch, en 1970, a la imagen del criminal (véase el volante que ilustra esta crónica); y, finalmente en 1990, intentaron reducir a Bosch al prototipo del loco (Vincho Castillo y su spotpropagandístico).

13. ¿Cuál fue la razón de estos ataques bestiales en contra de Bosch? Barthes señala que cuando la “buena” sociedad y las clases dominantes pertenecientes al partido del signo no logran distanciarse del sentido transformador de las ideologías de época, solo les queda acusar al escritor de tratar en sus libros temas inmorales o demoníacos, después de lo cual les acusa de locos. En una segunda instancia, cuando esa “buena” sociedad y sus intelectuales orgánicos no logran controlar o neutralizar el sentido transformador de las obras literarias o el que vehiculan los discursos informativo-ideológicos, entonces los censura porque representan un “relajamiento de las costumbres “o son el “trabajo de minorías o élites resentidas socialmente”. O simplemente el escritor que cambia esas ideologías que sostienen el poder de las clases dominantes se ve acusado de atentar en contra de la unidad de la familia, introducir la lucha de clases en una sociedad que supuestamente no conocía esos conflictos o de querer instaurar el comunismo ateo y disociador.

14. Para el frente oligárquico y sus intelectuales del partido del signo, Juan Bosch califica en las dos categorías (escribiente y escritor). Porque, desde “Camino real”, último cuento que da título al libro Camino real (1933), hasta sus demás cuentos, desmontaron la ideología que el frente oligárquico le había impuesto a la sociedad como visión única, verdadera y total acerca del campesino dominicano como haragán, borrachón, jugador, mujeriego, displicente, vicioso, teoría que había tallado esmeradamente el darwinismo social de José Ramón López, hombre adorado por los intelectuales del frente oligárquico desde que publicó La alimentación y las razasen 1898. Y en 1935, en el Listín Diario, la había repetido en infinidad de artículos con visos de cientificidad el eminente médico Francisco Moscoso Puello en Cartas a Evelina, libro que recogió todos aquellos artículos (Ciudad Trujillo: Montalvo, 1941). Todavía hoy ese darwinismo social tiene seguidores (Corpito Pérez Cabral y su Comunidad mulata, 1967), sobre todo a través del sesgo del antihaitianismo. La descalificación y discriminación racial del negro haitiano por Peña Batlle y sus secuaces se nos pega, de refilón, al negro y al mulato dominicanos. Juan Bosch situó en 1943 esa ideología racista antihaitiana de Incháustegui Cabral, Rodríguez Demorizi y Marrero Aristy, todos secuaces de Peña Batlle y, al hacerlo en Para la historia. Dos cartas (Santiago: Ed. El Diario, 1943) y su correlato ficcional “Luis Pie” (revista Carteles, La Habana, 1943), situaba también la práctica y la teoría del etnocentrismo y el bovarismo dominicanos.

15. Bosch califica con su novela La Mañosa (1935) en la segunda categoría bathesiana (la de escritor), porque en esa obra desmontó las causas profundas e inconscientes en el sentido de que las llamadas “revoluciones” montoneras eran el resultado de la lucha de clases entre dos fracciones de la pequeña burguesía dominicana por apoderarse del Estado para acumular poder y riquezas y que esta lucha estéril, aunque histórica, había sido la responsable del clientelismo y el patrimonialismo que impidieron la creación de un Estado nacional en nuestro país. Fue Américo Lugo en su tesis doctoral y su carta a Horacio Vásquez el primero que sacó a flote en 1915-16 lo que La Mañosa mostró en 1935. Al no existir ese Estado nacional desde 1844 hasta hoy, el grupo oligárquico controló el Estado autoritario, centralizado administrativamente, clientelista y patrimonialista como el único lugar de la acumulación originaria. El caso Odebrecht y la corrupción de los tres grandes partidos del sistema y sus organizaciones bisagras son un revelador de la inexistencia de un Estado nacional en nuestro país. El modelo clientelista y patrimonialista pudo establecerse y campear por sus fueros hasta el día de hoy debido a la falta de conciencia política y de conciencia nacional de todas las clases sociales dominicanas, razón por la Lugo afirmó categóricamente que el pueblo dominicano no había podido constituirse en nación ni había podido construir un Estado verdadero como el de los Estados Unidos de Norteamérica u otros países de Europa occidental.

16. Franklin Mieses Burgos, poeta, y tenía que venir de un poeta la segunda transformación de la ideología eurocéntrica de José Ramón López, Moscoso Puello, Incháustegui Cabral, Rodríguez Demorizi, Marrero Aristy, Peña Batlle y sus secuaces, según la cual la mala alimentación de los campesinos dominicanos, el al factor racial africano, el mulataje, el clima y otros factores del darwinismo social no podían ser entes de civilización y progreso para nuestro país. Es en el poema “Paisaje con un merengue al fondo”, de 1943, donde Mieses Burgos desmantela el mito del campesino haragán, raquítico, vicioso, jugador, mujeriego, ladino, traidor, sin fe ni lealtad a nada ni a nadie y le encumbra, con su machete, a la dignidad de hacedor de la historia dominicana.

17. Los riquitos y pueblistas del frente oligárquico miraron desde el casco colonial las guerras contra los franceses, Haití y España; desde los salones del Club Unión y el Centro de Recreo de Santiago la primera intervención militar norteamericana de 1916-24; desde las galerías de las residencias de Naco y Piantini la guerra patria de abril de 1965 contra la segunda intervención yanqui a nuestro país; y, desde el extranjero con su estampida a las islas del Caribe, Tierra Firme o los Estados Unidos durante la ocupación francesa, las invasiones de Toussaint y Dessalines y las desocupaciones yanquis. Después del triunfo contra los ocupantes franceses, haitianos y norteamericanos, esas clases oligárquicas regresaron al país a reclamar lo suyo, contrariando el apotegma de José Martí que considera un deshonor reclamar parte en la victoria a la que no se ha contribuido

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