Nacionales Sociedad

Rubros del miedo

Written by Debate Plural

Marcio Veloz Mggiolo (Listin, 13-10-17)

Durante algo que se ha llamado “la carrera espacial” se acumulan los desechos de las guerras y las oposiciones y presunciones plantearías. Basura miserable se acumula en distancias incapaces de acumular. El cielo ni es cielo ni es materia, es interrogante.  El cielo está lleno de metales, tantos que han perdido su capacidad de reflejar. Han perdido el asombro metálico de los geolitos y de las estrellas fugaces. Las estrellas fugaces al parecer, frente al atentado contra la naturaleza, sufren la angustia del traslado hacia ninguna parte.

El miedo, fuerza motriz de la naturaleza, sigue marcando el rumbo de la historia, El hombre quiere explotar otros mundos para beneficio no del hombre como tal, sino de los dueños de las fortunas que incitan a salir del ámbito terrestre y a sabiendas del daño que se hace al entorno, busca, con la intuición de que desaparecemos más rápidamente de lo que hace un siglo, una caverna interplanetaria donde iniciar otra vida aupado por el temor y el miedo.

En muchos de nosotros  prima  la inconciencia de que el medioambiente está podrido, desgajándose en el cáncer de una naturaleza afectada por el deshielo, las inundaciones, los monóxidos, y los cambios climáticos indetenibles producidos por la muerte de millones de seres humanos que enloquecidos luchan por creencias absurdas, territorios expoliados, y emigraciones y migraciones que son el signo de que la tierra no pertenece al hombre común, sino a los dueños de la historia.

Pienso que acaso ese temor de lo que se avecina es lo que impulsa a los dueños del planeta a buscar la salida hacia otros mundos que ahora parece urgente.  Ya en muchas literaturas “otros mundos” han sido presentados como el futuro salvador donde   algunos podrían salvarse. Creo que en algún relato de Arthur Clark es donde el General de uno de los bandos sale de su bunker, mira con sus anteojos el paisaje desolador y exclama orgulloso: ¡Hemos ganado la guerra!

Los destructores saben que vivirán unos años, porque en la cuenta biológica de la sabia naturaleza, los humanos estamos condenados a una edad provecta y deteriorante, y el que lo sabe, no ha pensado nunca en la humanidad que llega en los rubros del calendario donde se inscriben nuestros descendientes. Su orgullo solo está atento, como el General de Clark, “a ganar la guerra”.

El pensamiento hindú, con tantos aciertos y desaciertos atribuye a los seres humanos los deseos irrefrenados como parte fundamental del desarrollo del género humano. El llamado por ellos linga sharira, o cuerpo del deseo solo se vence con la voluntad. Los que no aman el planeta intentan avanzar hacia otros mundos desconocidos lanzando satélites y estaciones espaciales sin apenas conocer el suyo. Hay un mundo interior que debemos cuidar. Países como Bolivia, o la India, con miles de analfabetas podrían aplicar sus gastos espaciales a vencer el analfabetismo y a una política beneficiosa para sus desposeídos. Pero algunos amigos me echan en cara y preguntan qué puede hacer un alfabetizado en el que su entorno está lleno de falsas noticias y de miedos internacionales que ellos no pueden entender ni resolver.  La ciencia desea que vivamos más y no dice para qué ni en qué condiciones.  Las mejores medicinas van muchas veces a los pobres en entregas de grandes industrias millonarias que se lavan las manos sucias del desastre que ellas mismas han generado. Una de las desgracias del ser humano es el abuso de la memoria real oculta, y el de la memoria inventada para dar aspecto de liberalidad al pensamiento encogido, aterido por un frío de muerte.

Otra humanidad espera dentro de muchos de nosotros. Pero en ambas el miedo predomina.

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