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China y Estados Unidos: Planificación racional y lumpen capitalismo (II)

Written by Debate Plural

James Petras (Rebelion.org, 10-1-17)

Estados Unidos ha roto los vínculos globales con los centros dinámicos de crecimiento. Washington recurre a la retórica chovinista irracional para imponer su política comercial, mientras que China promueve redes globales mediante empresas conjuntas. China incorpora conexiones de abastecimiento internacionales que les permiten trabajar con la tecnología punta de Occidente y la mano de obra de bajo coste de Oriente.

Las ganancias de las grandes corporaciones industriales estadounidenses y sus acciones en alza tanto en el sector de la construcción como en el aeroespacial son producto de sus fuertes vínculos con China. Según informaciones propias, Caterpillar, United Technologies 3M y las compañías de automoción de EE.UU. experimentaron un crecimiento de dos dígitos en sus ventas a China.

Por el contrario, el régimen de Trump ha asignado (y gastado) cientos de miles de millones a compras militares que le sitúen en posición de amenazar con la guerra a los países periféricos de China e interferir en su comercio marítimo.

La decadencia estadounidense y el frenesí mediático

El retroceso y la decadencia del poderío económico de Estados Unidos han provocado un frenesí de estúpidos ataques personales al líder político chino Xi Jinping en los medios de comunicación. Entre ellos, los escribas del Financial Times se llevan la palma por su mordacidad descerebrada. Describen a los mercenarios y a los santones del Tíbet como modelo de democracia y “víctimas” de un floreciente Estado chino modernizador ¡que no posee los “valores occidentales” (sic) de los tambaleantes belicistas angloamericanos!

Con el fin de denigrar el sistema de planificación nacional de China y sus iniciativas para vincular su economía de alta tecnología con la mejora de las condiciones de vida de la población, los periodistas del Financial Times critican al presidente Xi Jinping por los siguientes defectos:

-No ser un comunista tan entregado como Mao Zedong o Deng Xiaoping.

-Ser demasiado “autoritario” (o tener demasiado éxito) en su campaña para deshacerse de los funcionarios corruptos.

-Por establecer objetivos serios a largo plazo al tiempo que se enfrenta y supera los problemas económicos abordando el “peligroso” nivel de deuda.

Mientras China ensancha su horizonte cultural, la élite global anglosajona incide en la posibilidad de una guerra nuclear. El Financial Times menosprecia el despliegue cultural y económico chino por todo el mundo calificándolo de “poder blando subversivo”. Las mentes y los medios de comunicación propios de un estado policial en Occidente consideran el despliegue chino como un complot o una conspiración. Cualquier escritor, pensador o legislador que haya estudiado y alabado el éxito chino es considerado con desdén un ingenuo o un agente del taimado presidente chino. Sin aportar datos ni reflexiones, el Financial Times (27/10/2017) advierte a sus lectores y a los agentes de policía de que tengan cuidado ¡para que no les seduzcan las historias del éxito chino!

El avance de China en la producción automovilística es evidente cuando se consideran sus progresos en el dominio del mercado de vehículos eléctricos. Todos los principales fabricantes europeos y estadounidenses han ignorado las advertencias de los ideólogos mediáticos occidentales y se han apresurado a crear empresas mixtas con China.

China cuenta con una política industrial. Estados Unidos cuenta con una política bélica. China tiene previsto superar a Estados Unidos y Alemania en inteligencia artificial, robótica, semiconductores y vehículos eléctricos para 2025. Y lo conseguirá, porque esas son sus prioridades científicas y económicas, claramente especificadas.

Por increíble y desvergonzado que parezca, la prensa estadounidense prefiere difundir historias de los despreciables violadores de Hollywood, como el poderoso magnate cinematográfico Harvey Weinstein, y sus cientos de víctimas, al tiempo que ignoran la novedad histórica de alcance mundial que suponen los rápidos avances económicos chinos.

Las élites empresariales estadounidenses están muy ocupadas presionando a su presidente y al Congreso para que bajen los impuestos a los multimillonarios, ¡mientras 100 millones de ciudadanos de este país continúan sin disfrutar de atención sanitaria y sufren un descenso en la esperanza de vida! Parece que Washington está decidido a lograr un retroceso planificado por el Estado.

Mientras las bombas estadounidenses continúan cayendo sobre Yemen y los contribuyentes de Estados Unidos financian el gigantesco campo de concentración israelí antes conocido como Palestina, China construye redes de carreteras y ferrocarril para unir el Himalaya y Asia Central con Europa.

Así como Sherlock Holmes aplicaba la ciencia de la observación y la deducción, los medios y los políticos estadounidenses perfeccionan el arte de la ofuscación y el engaño.

En China, los científicos y los innovadores desempeñan un papel fundamental en la producción y el aumento de disponibilidad de bienes y servicios para las pujantes clases media y trabajadora. En Estados Unidos, la élite económica desempeña un papel fundamental en el agravamiento de las desigualdades, aumento de los beneficios gracias a la reducción de la carga fiscal y la transformación del trabajador estadounidense en mano de obra temporal y mal remunerada, destinada a morir prematuramente debido a condiciones prevenibles.

Mientras el presidente Xi Jinping trabaja codo con codo con los mejores tecnócratas de la nación para subordinar el ejército a los objetivos civiles, el presidente Trump y su Administración subordinan sus decisiones económicas al complejo militar-industrial-financiero-proisraelí.

Pekín invierte en redes globales de científicos, investigadores y académicos. En Estados Unidos, la “oposición” demócrata y los republicanos descontentos trabajan junto a los grandes medios corporativos (incluyendo al respetable Financial Times) para financiar y fabricar conspiraciones y complots bajo la cama presidencial de Trump.

Conclusión

China despide y persigue a los funcionarios corruptos y apoya a los innovadores. Su economía crece mediante inversiones, empresas mistas y una gran capacidad para aprender de la experiencia y una espléndida recogida de datos. Estados Unidos despilfarra sus recursos internos en múltiples guerras, especulación financiera y la desenfrenada corrupción de Wall Street.

China investiga y castiga a sus empresas y funcionarios corruptos, mientras que la corrupción parece seguir siendo el principal criterio para la elección o el nombramiento de altos cargos en Estados Unidos. Los medios de comunicación estadounidenses adoran a sus multimillonarios evasores de impuestos y piensan que pueden cautivar al público con una exhibición deslumbrante de fanfarronadas, incompetencia y arrogancia.

China dirige su economía planificada para abordar sus prioridades internas. Utiliza sus recursos financieros para crear proyectos de infraestructuras globales históricos, que servirán para mejorar sus asociaciones internacionales mutuamente beneficiosas.

No resulta sorprendente que se considere que China se dirige hacia el futuro con paso decidido mientras se contemple a Estados Unidos como una amenaza aterradora y caótica para la paz mundial y a sus propagandistas como cómplices voluntarios.

China no está exenta de limitaciones en el campo de la expresión política y los derechos civiles. Sus fracasos a la hora de rectificar las desigualdades sociales y detener la sangría de miles de millones de dólares de riqueza ilícita, y los problemas de corrupción del régimen no resueltos seguirán generando conflictos de clase. Pero lo más importante es señalar el rumbo que China ha decidido tomar y su capacidad y compromiso para identificar y corregir los principales problemas a los que se enfrenta.

Estados Unidos ha renunciado a asumir sus responsabilidades. Carece de la voluntad o la capacidad para convencer a sus bancos de que inviertan en producción interna con el fin de expandir su mercado nacional. No tiene ninguna intención de identificar y purgar a los absolutamente incompetentes y de encarcelar a los descaradamente corruptos funcionarios y políticos de ambos partidos y de las élites.

A día de hoy, una inmensa mayoría de ciudadanos estadounidenses desprecia, desconfía y rechaza a la élite política de su país. Más del 70% considera que las ridículas discrepancias de las facciones políticas han alcanzado su mayor nivel en cincuenta años y han paralizado al gobierno. El 80% de la opinión pública cree que el Congreso es disfuncional y el 86% cree firmemente que Washington miente.

Jamás un imperio con un poder tan ilimitado entró en decadencia y se vino abajo con tan pocos logros.

China es un imperio económico en ascenso, pero avanza gracias a su compromiso activo con el mercado de las ideas y no mediante guerras inútiles contra competidores y adversarios competentes.

Según avanza la decadencia de Estados Unidos, así lo hace la degeneración de sus propagandistas.

La constante denigración que realizan los medios de comunicación de los desafíos a los que se enfrenta China y de sus logros es un pobre sustituto del análisis. Las defectuosas estructuras política y legislativa de Estados Unidos y sus incompetentes líderes políticos defensores del libre mercado y carentes de cualquier visión estratégica se desmoronan cuando se les compara con el progreso de China.

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