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El asesinato del líder obrero dominicano Mauricio Báez (1)

Written by Debate Plural

Pablo LLabre Raurell (BAGN 147, enero-abril 2017)

“Asesinos, pasad ignorados a la posteridad y que ésta pueda maldeciros sin conoceros”.  España Trágica. Benito Pérez Galdós.

En la historia de los dictadores latinoamericanos, Rafael Leónidas Trujillo (1930-1961), ocupa un lugar cimero. La primera intervención norteamericana a la República Dominicana, en 1916, facilitó su ascenso al poder. Las tropas de ocupación crearon la Guardia Nacional, a su retirada, en 1921,lo dejaron al frente de la institución. Con el poder militar en sus manos, dirigió en febrero de 1930, junto a Rafael Estrella Ureña, una rebelión que depuso al Presidente Horacio Vázquez. Cinco meses después, en Julio del propio año, fue electo Presidente de la República en un proceso donde imperó el fraude y la coacción.

El largo brazo del dictador.

Durante los treinta y un años que duró su reinado, Trujillo decretó con impunidad y carencia de escrúpulos los crímenes más atroces, como el de las hermanas Minerva, Patria y María Mirabal, el 25 de noviembre de 1960. Su saña no respetó fronteras. Los casos de José Almoina, Andrés Requena y Jesús Galíndez, lo demuestran.

En más de una ocasión su mano criminal rozó suelo cubano, en 1955, ordenó el asesinato de uno de los fundadores del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), Manuel (Pipi) Hernández, en D y 25, Vedado, Ciudad Habana, quien trabajaba como capataz en las obras de construcción de Hotel Hilton (Habana Libre).

Pero de los crímenes ordenados por Trujillo en Cuba, debido al velo misterioso que lo envuelve, el más controversial fue el de Mauricio Báez, el 8 de diciembre de 1950.

Dirigente obrero. 

El líder sindical Mauricio Báez de los Santos, nació el día 23 de septiembre de 1909, en Sabana Grande del Palenque, San Cristóbal. De niño laboró en la bodega del central Colón, en San Pedro de Macorís. En 1930 se inició en las lides obreras. Colaboró en los rotativos Combate y El Federado. Su elocuencia e integridad le ganaron la admiración de los miembros de la Federación Local del Trabajo durante su lucha estratégica de resistencia obrera contra la dictadura.

La Huelga Azucarera.

El 7 de enero de 1946, los ingenios de la Romana y San Pedro de Macorís amanecieron paralizados debido a una huelga general. El paro fue organizado por Hernando Hernández y Mauricio Báez. Para evitar que las protestas se extendiera a otras regiones el régimen dialogó con los huelguista. Sus demandas fueron aceptadas.

Durante las negociaciones Trujillo ocultó sus garras. Una vez concluidas ordenó la represión. Báez fue detenido el 28 de enero. El sátrapa lo liberó con la intención de asesinarlo pero logró asilo en la embajada de México. Para manchar su condición de perseguido político lo acusó de malversar los fondos del sindicato.

El periódico Hoy, órgano del Partido Socialista Popular (Partido Comunista), inició una campaña, dirigida por el Secretario General de la Confederación de Trabajadores de Cuba (CTC), Lázaro Peña, para impedir que fuera entregado al dictador. La gestión obtuvo éxito. El 28 de febrero viajó a México y luego a La Habana.

Primer exilio.

En Cuba, Mauricio Báez recibió el apoyo de la Federación Nacional de Trabajadores Azucareros (FNTA),que contaba entre sus líderes a Jesús Menéndez, congresista por el PSP, asesinado en Manzanillo, el 23 de enero de 1948, a Conrado Rodríguez, Conrado Becker y Emilio Surí Castillo. La emisora del Partido Comunista, Mil Diez, transmitía sus denuncias. Al hablar se identificaba como miembro del Partido Democrático Revolucionario Dominicano (Partido Comunista).

Un acuerdo dudoso.

Al término de la Segunda Guerra Mundial surgió un clima de rechazo hacia las dictaduras militares. Estados Unidos presionó a Trujillo a realizar cambios democráticos. Acorralado, el sátrapa buscó un acuerdo con la oposición.

El Partido Socialista Popular de Cuba (PSP) ofreció su colaboración. De la Habana arribaron a Santo Domingo, José Luciano Franco, Emilio Roig de Leuchering y Salvador García Agüero. El Dictador designó como mediador al periodista Ramón Marrero Aristy, a quien el 17 de Julio de 1959, ordenó asesinar, por brindar información al corresponsal del periódico, New York Times, Tad Szulc.

Fueron liberados los presos políticos y muchos exiliados regresaron, entre ellos, Mauricio Báez. Se toleró la libertad de expresión, las movilizaciones obreras y la organización de partidos. Emergieron de la clandestinidad el Partido Democrático Revolucionario Dominicano (ahora Partido Socialista Popular) y la Juventud Democrática (JD).Se convocó al segundo Congreso Nacional Obrero para crear la Confederación de Trabajadores Dominicanos (CTD), celebrado en septiembre de 1946.Mauricio Báez y Ramón Grullón fueron delegados por el PSP. Las maniobras trujillistas impidieron que Báez alcanzara la Secretaría General de la CTD. Fue elegido Secretario de Organización. Inconforme, se retiró a San Pedro de Macorís.

Fin de la apertura.

Al comenzar la Guerra Fría (1947) la política de los Estados Unidos hacia América Latina sufrió un cambio. La batalla contra el comunismo pasó a ser el objetivo principal. Esto brindó a Trujillo la excusa deseada para concluir su “apertura democrática “. Ahora, bajo la acusación de comunistas, podía suprimir cualquier protesta. Sin importar su credo político reprimió todo vestigio de oposición, estudiantes, campesinos, obreros, intelectuales, todos por igual.

En San Pedro de Macorís se arreció la persecusión contra Báez. Las frecuentes golpizas sufridas y amenazas de muerte lo obligaron a buscar refugio. Por segunda vez, la legación de la República Azteca le abrió sus puertas. El embajador, Don Pedro Cerisola, le dió protección. En abril de 1947 regresó a Cuba. Fue expulsado del PSP.

 

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