La intelectualidad y el cambio
Fidelio Despradel (Hoy, 27-2-11)
La intelectualidad de clase media, no comprometida con las cúpulas políticas que han construido el desastre actual tiene un rol muy importante en el enfrentamiento de la grave situación. Y dentro de estos, aquellos que se atreven a cuestionar la moral que está detrás de las ejecutorias de los gobernantes y líderes políticos, son los que pueden contribuir a invalidar moralmente estos liderazgos.
Leí detenidamente la declaración de la politóloga e investigadora de FLACSO Olaya Dotel, cuando dice que al presidente Leonel Fernández solo le interesa su proyecto personal y no los intereses colectivos ni los de su propio partido. Insistiendo que el actual modelo económico está agotado; necesitando uno ( ) que sea un modelo que no se base en la concentración y que no produzca riqueza en base a la riqueza. Insistiendo que la sociedad dominicana atraviesa por problemas históricos angustiantes, ya que la población vive sin la esperanza de solución inmediata y las respuestas de los candidatos presidenciales se quedan en la superficialidad, pues no hacen propuestas concretas de soluciones reales.
Cada vez más, intelectuales de clase media o popular apuntan sus críticas a la cabeza del sistema político. ¡Eso está muy bien! Pero si el filo de la crítica a la actual cúpula política y social sigue enfocando tímidamente, o silenciando, las raíces morales, el inmenso daño a la sociedad y lo alejada que está esta práctica de los mejores sueños atesorados por todas las generaciones políticas y de luchadores que han regado, con su ejemplo y sacrificio, los campos y ciudades del país, entonces estaremos eternizando la influencia de estos liderazgos, exonerando, por adelantado, a todas estas cúpulas del inmenso daño infringido a la Nación a lo largo de décadas; de la perversión de todas las instituciones y de los segmentos más pobres y explotados del pueblo. Y con ello, eternizando la pesadilla.
Además, es fundamental que lo mejor de esta capa de intelectuales se involucre en la construcción de los liderazgos alternativos, bajando al ruedo, como lo han hecho sus mejores antecesores en décadas pasadas, enviando una clara señal de rompimiento político y moral con las cúpulas políticas y sociales que tanto daño le hacen al país.
Para salvar el país, la inteligencia política sana y las capas más avanzadas de los distintos actores sociales deben romper, no sólo en lo político y económico, sino también en lo moral, con estas cúpulas, empezando por quienes ocupan en la actualidad el centro del poder.
¡No es suficiente ejercer nuestro derecho a la crítica y a la libertad de expresión. Hay que dar un paso adelante!
