Francisco Acosta (Filosofia dominicana: pasado y presente, tomo I)
El fundamento axiológico de la propuesta pedagógica de Rousseau persigue integrar los valores de la cultura puestos de manifiesto en el hombre que vive en sociedad con la existencia individual enraizada en los sentimientos de la naturaleza humana.
La dicotomía naturaleza-sociedad, sin embargo, no aparece en la propuesta pedagógica de Rousseau como una ruptura sino que por el contrario como una relación dialéctica en donde pone de manifiesto la dignidad de la naturaleza humana.
El hombre natural no es un «hombre de cuatro patas» como de manera irónica diría Voltaire, sino más bien, el género humano que persigue la felicidad refugiándose en los sentimientos propios de la condición humana originaria.
La crítica de Rousseau a la sociedad no significa un repudio a los valores humanos, sino más bien un rechazo a la cultura corrupta y superficial que conllevaba a la perdida de la conciencia moral y al culto por la hipocresía que genera el culto a la personalidad en lugar de la satisfacción de la propia conciencia
La vuelta a la naturaleza reclamada por Rousseau, tanto en el primer discurso como en el Emilio…, no constituye en modo alguno la aniquilación de la cultura, sino una exigencia del hombre natural.
La afirmación del respeto a la infancia, a su instinto natural, a su modo de ver, de pensar y de sentir, la admiración de dejar al niño solo en libertad, mirándolo hacer sin decir nada, para no comprimir, desviar o deformar su espontaneidad, constituyen las condiciones y la premisa de la exigencia de la actividad laboriosa: a la actividad del cuerpo, que trata de desarrollarse, sigue la actividad del espíritu, que busca instruirse, pero la instrucción no debe darse mediante los libros, cuya lectura sustituye el estudio de palabras al esfuerzo de pensamiento, sino presentando los problemas por resolver; que vuestro alumno no sepa algo que se lo hayáis dicho, sino porque lo haya comprendido por sí mismo; que no aprenda la ciencia, sino que la cree. Si en su espíritu se sustituye la autoridad a la razón, no razonara ya, no será mas que el juguete de la opinión ajena.15
Realmente, la verdadera cultura está lejos de ser inútil. Es preciso profundizar y desarrollarla, pero conduciendo en ella a todo el pueblo. Rousseau ha sabido separar cultura y moralidad. Si la naturaleza está dada, la cultura es una tarea, esta tarea es hacer la naturaleza del hombre más esencialmente humana. Es por la verdadera cultura por lo que un «consentimiento patológico» convierte a una sociedad en una «totalidad moral». Rousseau ha sabido de esta manera resolver el conflicto que existe primeramente entre naturaleza y cultura.
Rousseau, sostenía que el origen de todos los males de su época, estaban en la sociedad, y en sus efectos sobre el sujeto; como alternativa, propone la transformación interna de éste, por medio de la educación El ideal filosófico-pedagógico de Rousseau estaba centrado en la idea de que la civilización era el origen de la corrupción del ser humano.16
El concepto «Libertad» inmanente en la propuesta ética de Rousseau, constituye el verdadero destino o sentido de la historia de la cultura. El hombre es libre por su naturaleza y esta libertad es radical, no puede ser negociada en ningún contrato impuesto al hombre que vive en sociedad… ¡Que no se pueda hacer a los hombres esclavos!
El tema de la libertad está asociado en la propuesta axiológica de Rousseau a la condición natural del ser humano. El hombre como especie moral vive bajo la influencia de la vida social a la cual se debe, lo que no implica necesariamente la pérdida de su libertad que es inmanente a su naturaleza originaria y su condición humana.
En la moral Rousseauniana «el hombre es naturalmente bueno», es decir, es bueno por naturaleza, pero afirma el doctor Caballero, que «la naturaleza en nosotros no siempre triunfa». Según Rousseau, «en la existencia de cada individuo, así como en el de la humanidad, existe una inocencia primitiva que está fuera del bien y del mal, así como de la virtud y del vicio». La condición humana viene dada por la dualidad naturaleza-sociedad, en donde la realización ética del ser humano deviene no solo del desarrollo de la razón, sino también de los sentimientos. Al respecto plantea Caballero Harriet que «la calificación moral de la conducta solamente es posible en la vida social», que es donde la cuestión originaria del humano encuentra su realización. En ese sentido, comenta que
el hombre no es sociable por naturaleza, sino que está hecho para el devenir. Es solamente en la sociedad donde puede desarrollarse su razón y alcanzar la perfección de su naturaleza. En la educación primera es el papel de la naturaleza el que es esencial: Emilio debe primeramente aprenderla afrontándola. Poco a poco su razón se desarrollará y es ella la que aclarará su conciencia desde dentro que es preciso enseñara experimentalmente a los jóvenes es el sustituir la ley al deseo individual, la necesidad al capricho.
La moralidad de las acciones propias del ser humano no deviene de su condición natural, sino de su condición social. Las acciones morales son tales, en cuanto son ejecutadas por individuos que viven en sociedad y que afectan de manera directa o indirectamente a los demás, por tanto son el resultado de la consciencia adquirida en oposición al otro. Al respecto dice Caballero que
La razón por sí sola nos enseña a conocer el bien y el mal. La conciencia que nos hace amar a uno y aborrecer a otro, aunque independiente de la razón, no se puede desenvolver sin ella.
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