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La peste=rutina, Albert Camus

Written by Debate Plural

Diogenes Cespedes (Hoy, 30-7-11)

Aparte de las metáforas de la peste como pena de muerte, enfermedad y guerra, existe otra proporcionada por el narrador secundario Tarou, el hijo del abogado que lograba la condena a muerte de los acusados y asistía, sin el menor remordimiento, a su ejecución.

Me refiero a la peste como rutina de la vida. Tarou describe muy bien esta rutina, puesto que la vivió en carne propia con la vida que llevó su padre en el hogar, sin otra preocupación que la lectura de la guía Chaix para aprenderse de memoria las distancias entre las ciudades de Europa y los horarios de los trenes que las recorrían. Una vida rutinaria como la que sigue la generalidad de los sujetos, conduce al tedio y la infelicidad.

Dice el narrador Tarou al Dr. Rieux: “Digamos para simplificar (…) que yo sufría ya la peste mucho antes de conocer esta ciudad y esta epidemia. Es mucho decir que soy como todo el mundo. Pero existen personas que no lo saben, o que se encuentran bien en ese estado, y personas que lo saben y quisieran salir de él. He deseado siempre salir de ahí.” (p. 196-7)

Otro fragmento, bastante largo es el inicio de la novela misma donde el Dr. Bernard Rieux narra, a partir de la década del 40 del siglo XX, los sucesos de la peste, ficticia como enfermedad, que abatió la ciudad de Orán y el narrador describe la vida ordinaria y rutinaria que llevaban, de sábado a domingo, los habitantes de la ciudad, cuyas actividades se reducían a ir al cine, los cafés, jugar dinero a las cartas y pasear por la misma avenida y los lunes se dedican a trabajar para ganar mucho dinero (pp.5-6) La enfermedad ficticia está justificada como acto de creatividad a través del epígrafe de Daniel Defoe, que funciona como generador de formas profundas de la novela.

Así como “El extranjero” (p. 124) genera, por anticipación, la escritura de la obra teatral de Camus, “El malentendido”, con el relato de una crónica de un suceso periodístico, asimismo, “La peste” alude, continuamente, a otras obras anteriores del autor y crea, por repetición, situaciones y personajes a lo largo de su relato novelesco. Como ejemplo, la aparición de los personajes españoles en “La peste” (el viejo español asmático, p.16; la referencia al narrador de “El extranjero” con la frase: ‘Se trataba del joven empleado de comercio que mató a un árabe’, p. 46; la frase de Rambert que recuerda a la de Mersó: ‘Siempre pensé que no era más que un extranjero en esta ciudad’, p. 167; la alusión al tema de “El extranjero”: ‘Quise saldar una cuenta con la lechuza roja. En consecuencia, participé en la política, como se dice. No quería ser un apestado, eso es todo. Creí que la sociedad donde vivía era aquélla que descansaba en la pena de muerte y que al combatirla, combatía el asesinato’, p. 200; la presencia de numerosos bailarines y músicos españoles en Orán, p. 22; la aparición de los personajes García, Gonzálès, p.115, 118-120, 122,123, 129, 131 y 160, 161, 163; y, repetición de una frase que se encuentra en “El extranjero”, en “Calígula” y en “El malentendido”, en el sentido de que el personaje que habla en cada obra dice no amar a la policía, 129.

La teoría de la filosofía del Absurdo se vuelve práctica en la escritura de “La peste”. Al igual que en “El extranjero”, para formar sistema en todas las obras de ficción de Camus. Casi desde el inicio mismo de “La peste” los símbolos activos del Absurdo harán su aparición. Bernard Rieux, médico de los hospitales de Orán, al emprender la narración, mucho tiempo después del fin de la peste, se refiere a su actividad escritural: “Por lo demás, el narrador, que usted conocerá siempre a su debido tiempo, no hará valer ningún título en una empresa de ese tipo si el azar no le hubiese colocado en el lugar de recoger cierto número de declaraciones…” (p. 8)

En todas las obras teóricas y de ficción de Camus encontrarán ustedes, muy a menudo, el término azar. Pero cuidado, en la filosofía de Camus este término no tiene nada que ver con la noción de destino, propia de la filosofía metafísica. Según esta metafísica, todos los sujetos, de acuerdo a un plan divino, tienen marcado ya el decurso de su vida hasta el día de la muerte. El destino es inevitable y nadie lo puede cambiar. Según este axioma, propio de las religiones, a veces ni los dioses inmortales podían contrarrestar el destino. Esto se ve claramente en la mitología griega, la cual hemos heredado en Occidente. En el cristianismo, esta noción de destino entra en contradicción con el libre albedrío.

En la filosofía del Absurdo, Camus no creó un término distinto que eludiera lo metafísico. En esa virtud, algunos espíritus conciliadores pretenden dotar la noción de azar de Camus de un contenido metafísico. Como las teorías filosóficas forman sistemas, cada uno de los conceptos que tales teorías desarrollan son parte indisoluble de tales sistemas.  Por esa razón, si el concepto fundamental de la filosofía de Camus es que el mundo y la vida son absurdos porque no obedecen a leyes históricas ni ninguna lógica, eso significa que los sucesos más simples o complejos que les ocurren a los seres humanos son absurdos, es decir arbitrarios, en el mismo sentido en que Saussure teorizó el signo lingüístico, es decir, que tales sucesos, simples o complicados, son radicalmente arbitrarios y radicalmente históricos.

La radicalidad de lo arbitrario y lo histórico es el concepto que anula, tanto para las religiones como para la mitología, la noción de destino o azar. De modo que si interpretamos los mitos y las religiones a la luz de estos conceptos de la lingüística y la historia, lo que les ocurrió a Edipo, Prometeo, Hércules, Ulises y otros personajes mitológicos o legendarios, no fue debido al plan de una fuerza superior a ellos, sino que, como dice el sicólogo Eric Berne, ese era el guión de vida de cada uno de estos personajes. El guión de vida o programación emocional, término que prefieren otros sicólogos, no es otra cosa que las creencias que desde la más tierna infancia, incluso antes, nos inculcan en el cerebro nuestros padres y luego ese mismo guión de vida (lo prohibido y lo permitido) nos lo repiten el entorno social, la escuela, la iglesia, la universidad y las demás instituciones que aseguran el mantenimiento del orden social.

Los responsables del guión de vida de Edipo son el pastor y el oráculo que estaba escondido detrás de la Esfinge. Si en la filosofía y en la escritura del Absurdo de Camus todo lo que le sobreviene a los seres humanos es arbitrario y sin obediencia a leyes históricas  metafísicas, entonces los personajes principales de sus novelas y relatos obran conforme a esa filosofía.

Por esa razón, a la pregunta de si cree en Dios, el Dr. Rieux le responde a Tarou: “Justamente. Se puede ser un santo sin Dios, ese es el único problema concreto que conozco hoy.” (p. 204) El médico entiende que es un santo porque, durante la peste, se consagró, en cuerpo y alma a salvar a los enfermos, por amor al prójimo, sin recibir nada a cambio y sin esperar recompensa ni reconocimiento.

No existe ninguna posibilidad de manipular el ateísmo de la filosofía y la escritura del Absurdo.

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