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Enfocando el pensamiento dominicano (XX)

El Montero: Un Análisis Sociológico (I)

 

El presente ensayo centra la atención analítica en el valor de la novela El Montero de Pedro Francisco Bonó como documento-texto revelador del contexto socio-económico y cultural de la sociedad dominicana de mediado del siglo XIX. De manera específica, pone como centro analítico-expositivo las condiciones sociales de la tipología social característica del montero, como expresión del campesino pobre dominicano, que es la expresión del precapitalismo producto histórico del abandono y despoblaciones de la isla de Santo Domingo por parte del colonialismo español.

Nuestro interés e intención están marcados por el análisis sociológico del contenido de la obra, dejando a los críticos literarios los aspectos estilísticos, lingüísticos y el valor estético de la novela.  La lectura que hemos hecho de El Montero pretende ser de carácter sociológico, a fin de reconocer la afirmación del historiador Emilio Rodríguez Demorizi, quien en su Prefacio a la primera  edición dominicana del año 1968 de la novela El Montero, en la Colección Pensamiento Dominicano, escribió que “…Cuando la obra de Bonó se deje de leer como novela, se leerá como inapreciable capítulo de nuestro folklor, de nuestra sociología…” (Rodríguez Demorizi, Emilio. Prefacio a la novela El Montero, en Colección Pensamiento Dominicano, edición Sociedad Dominicana de Bibliófilos, Santo Domingo , República Dominicana, 2010, pág. 967).

La novela  El Montero es el prime escrito publicado por Pedro Francisco Bonó (1828-1906). Fue publicada en París el periódico español ilustrado El Correo de Ultramar dirigido por Eugenio Ochoa, según afirman Pedro María Archambault, Emilio Rodríguez Demorizi y Vetilio Alfau Duran.

En consecuencia nuestra valoración de la novela El Montero se orienta a revelar las características sociales del campesino pobre del siglo XIX dominicano a partir de las caracterizaciones del montero como tipo social fundamental y de descripciones de costumbres, tradiciones, usos, valores, creencias, formas de vida social cotidianas: comida, bailes, tipo de vivienda, material de construcción y ajuares. Así como el funcionamiento  de las relaciones sociales al margen de una racionalidad legal-institucional en el sentido de la sociología weberiana.

Estructura de la novela El Montero

La novela El Montero está estructurada en XII partes, en las cuales el narrador sigue un orden ascendente y dinámico hasta llegar al desenlace de su historia o mito.

I

Bonó hace una minuciosa descripción geográfica y ambiental de la costa del Nordeste, de manera específica, de Matancita, Matanzas-Nagua, espacio natural que sirve de escenario para el desarrollo de la novela. Resalta en la descripción del medio ambiente la riqueza natural de la vegetación y de animales salvajes: vacas y cerdos o jabalíes, entre otros. Riqueza natural que contrasta con el medio social de pobreza y subsistencia del Montero.

II

Bonó hace una descripción minuciosa, propia del observador atento y directo, del bohío o casa típica del campesino pobre del Cibao del siglo XIX dominicano (podemos afirmar del campesino dominicano en general, de esa época histórica).

Se trata de una descripción arqueológica-antropológica de los materiales de construcción del Bohío y de la herramienta: el machete, con los cuales  el montero construye su propia vivienda.

“Los materiales empleados comúnmente en la construcción de los Bohíos son: horcones que soportan en sus ganchos la poca trabazón de las máquinas, las soleras están adheridas a la viga y a las varas por delgados bejucos, las paredes las forman tablas de palmas arrimadas unas a otras y amarradas…” ( Bonó, Redro Francisco, 2000, El Montero. Epistolario. Biblioteca Clásicos Dominicanos. Ediciones de la Fundación Corripio, INC, Santo Domingo, República Dominicana, pág. 51)

Los ajuares del bohío los describe Bonó diciendo que “componíase el ajuar de ésta: de cuatro o cinco rollo de seiba que servían de sillas en competencia con una barbacoa, mueble formado por cuatro estacas clavados en el suelo, soportando dos cortas palos atravesados, sobre los que descansaban cinco tablas de palmas barnizadas por el continuo frote de los cuerpos. En un rincón cuatro calabazas llenas de agua, encima de las cuales descollaba una pirámide de jícaras, compitiendo en blancura con la porcelana, y que colgados por los extremos a las espinas por dos trozos de limoneros colocados en cruz, denotaban el aseo del ama de casa…. (subrayado mío, JFV) En las soleras estaban fijas varias quijadas de jabalíes en cuyos retorcidos colmillos descansaban macutos, cinchas y jáquimas, en fin, dos bateas y una mesa coja, pero muy limpia, completaban el resto de los mueble. (Idem, pág. 51)

En esta parte, también aparecen el Sancocho, como comida típica del montero y el aguardiente de caña.

Se inicia el celo de Juan (hombre maduro de 40 años) por el enamoramiento de Manuel (joven montero de 20 años) y María.

III

Bonó presenta una descripción de la joven María, hija de Tomás, criador y dueño de rancho en Matancita, quien en la estructura social campesina representa un tipo social de mayor jerarquía que la del montero. Asimismo, en esta parte el autor describe el ritual amoroso entre monteros (antropología y sociología de las relaciones amorosas entre campesinos monteros).

“Entre criadores y monteros, los jóvenes se declaran el amor, primero con los ojos, como en todas partes, luego el hombre apoya fuertemente un pie sobre el de la mujer, y esto equivale a una declaración circunstanciada y formal; si no la mujer retira el pie y queda seria, rehúsa; si lo deja y sonríe, admite; en este último caso se agrega –Quieres casarte conmigo-, y si una necia risa acompañada de un bofetón le responde, trueca anillo de oro o plata con ella y quedan asentadas las relaciones amorosas, pasándose a dar los pasos al matrimonio necesario” (Idem, pág. 58-59)

Aquí también Bonó describe la fiesta campesina o fandango y el baile, sarambo o guarapo, así como el compromiso entre los jóvenes enamorados (Manuel y María).

“¿Y qué es el fandango?” –se pregunta Bonó- y él mismo se contesta “¡oh! que no se vaya a interpretar por el fandango andaluz o de otro pueblo u otra raza que no sea la de los monteros. El fandango no es una danza especial; el fandango son mil danzas diferentes, es un baile en cuya composición entra: un local entre claro y entre oscuro, dos cuatros, dos güiras, dos cantores, un triple, mucha bulla, y cuando raya el lujo una tambora.” (Idem, pág. 59)

En este ambiente festivo del fandango, describe Bonó el baile del sarambo o guarapo; así como las  improvisaciones o cantar en desafío haciendo uso de las coplas.

IV

Comprende la cacería de los monteros Juan y Manuel, emprendida a orilla del Nagua; narra el pleito entre Juan y Manuel y la actitud de Manzanilla (perro de Manuel), el cual se conduce al bohío y despierta el presentimiento de María en relación a las condiciones de Manuel luego de ser herido de muerte por Juan.

V

Narra cómo Manzanilla conduce a Tomás y a María al rescate de Manuel.

VI

Tomás busca a Feliciano, montero padrino de Manuel, para el rescate de éste.

VII

Se describe la comitiva del casamiento y la pavoneada en recua de caballos, que conduce a los monteros al pueblo para realizar la boda.

VIII

Presenta la descripción de la comida y el fandango para celebrar el casamiento entre María y Manuel. Es notaria la cooperación entre las mujeres monteras en la preparación de la comida; así como el proceso de asado de puercos y jabalíes.

En medio del fandango y del baile, sarambo o guarapo, se produce la pelea entre Juan y Tomás; llega la desgracia con la muerte del criador y jefe de familia, Tomás, padre de la novia María.

Aquí Bonó atribuye como causa de los pleitos y asesinatos a “La tradición, el aguardiente y el tener siempre un sable a su lado.” (Idem, pág. 85)

Afirma Bonó “La tradición es la espuela que anima al joven a empeñar una pelea general por cualquier niñada.” (Idem, pág. 85)

Bonó hace una analogía o comparación entre la tradición “civilizada” de Europa con la realidad social del montero; ya que en el caso de Europa, según él,  “la tradición ha dulcificado la costumbre en el hombre europeo…” (Idem, pág. 85)

Contrario al país de Bonó, en el cual la tendencia de las costumbre, a su juicio, está orientada por el alambique, el fandango, el aguardiente y las consecuentes peleas que conducen a la muerte y a la delincuencia. De manera que frente a un medio social dominado por el ambiente natural, la tradición y el aguardiente: “tradición que ha degenerado en costumbre”, Bonó presenta la estructura institucional del orden en Francia como el modelo para civilizar el país del XIX.

Considera que la costumbre es lo que hace el dominicano superior en el sable cuando hace uso de él en la guerra.

“..pero ¿qué es lo que hace al dominicano tan superior en el sable cuando hace uso de él en la guerra? La misma costumbre…” (Idem, pág. 87)

About the author

Juan Francisco Viloria

Filosofo, sociologo, profesor investigador de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).

Vice Ministro de Educación Superior, Ciencia y Tecnología.

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