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La permanencia de Jacques Viau (II)

Written by Debate Plural

Argenida Romero (D. Libre, 27-5-15)

El poeta haitiano fue profesor de francés y participó activamente en el movimiento cultural y político posteriores a la dictadura de Rafael Leonidas Trujillo. Su poesía fue publicada de manera póstuma.

«Era alto y mulato. Con ojos clarones, como amarillos».

Ana María Ducoudray habla con pausas frecuentes y muchos ademanes. Tiene 84 años, el cabello casi completamente canoso. Lentes de vidrios gruesos. Es un lunes caluroso de marzo. Estamos sentadas en la mesa del comedor de su casa, en Gascue. Su sobrina Irma también nos acompaña, y me pide que converse en voz alta, porque su tía casi no escucha.

Afirman que fue novia de Jacques Viau. Su novia oficial. Ella lo niega.

«Lo que pasaba entre nosotros, aunque todo el mundo nos veía como novios -sonríe-, era una amistad tan grande. Entre Jacques y yo nunca hubo un beso, ni un apretón de mano, nada de eso. Pero casi todas las tardes nos reuníamos, cuando escribía sus poemas o los estaba escribiendo, me los leía. Nos sentábamos en el Malecón. Él era un enamorado de su poesía».

Se conocieron, recuerda, dos años antes de 1965 por un amigo en común, Rafael Estévez, quien el día del entierro de Jacques tomaría la mezcla de cemento con sus manos y la colocaría sobre la entrada del nicho de su tumba en el cementerio de la Independencia, de acuerdo a una crónica del poeta Miguel Alfonseca, publicada en el libro «Guerra Patria», de Ramón Alberto Ferrera.

Ana María había llegado al país en 1962 después de un exilio de 18 años. Su familia fue antitrujillista. Uno de sus hermanos, Guillermo, murió en la expedición armada del 14 de junio de 1959, que buscaba derrocar la dictadura de Rafael Leonidas Trujillo. Se había divorciado y tenía 31 años.

-¿En qué momentos del día acostumbraban a juntarse?

-En las tardes.

-¿Siempre?

-Como tres o cuatro veces a la semana. De tarde. Muchas veces él iba a la oficina donde trabajaba a esperarme a la hora de salida. Íbamos al Malecón. Me leía los poemas, nos tomábamos un refresco en cualquier lugar. El siempre andaba con sus poemas.

Sin embargo, el escritor Antonio Lockward Artiles afirma lo que Ana María niega.

-¿Es cierto que Jacques y Ana María Ducoudray eran novios?

-Sí, es cierto. Ella se ha puesto muy huidiza. Yo he tratado de hablar con ella. Pero ella era la novia oficial de Jacques Viau.

El profesor de francés

En la época en que Ana María lo conoció, Jacques impartía clases de francés en el Liceo Dominicano, en la calle Las Mercedes de la Ciudad Colonial. En 1963 se muda junto a su padre, Alfred, al Hotel Universal, a pocos kilómetros de allí, en la calle Arzobispo Nouel número 210, edificación donde hoy se encuentra el Museo Memorial de la Resistencia. «Era un lugar cómodo y barato», afirma Lockward Artiles. Asegura que su amigo realizó varios trabajos. «Vendió hasta seguros».

Sobre su labor docente, el poeta Mateo Morrison, quien fuera su alumno en el Liceo Dominicano en su último año de bachillerato, recuerda al joven maestro «con corbata. Formal. Demasiado formal».

«Esa aparente timidez, esa suavidad, esa forma tan educada, era una realidad, pero había otro Jacques. Cuando el curso, en algunos momentos, se indisciplinaba, llegó en varias ocasiones a decir ‘si siguen así, tienen todos par de cuarentas’. O sea, era un hombre tranquilo pero de carácter», dice sobre su profesor, de quien recibió docencia entre los años 1963 y 1964.

División familiar

En 1954, la madre de Jacques y sus hermanas mayores regresaron a Puerto Príncipe, dos años antes de la caída del gobierno de Paul Eugène Magloire, según las notas biográficas de «Jacques Viau, poeta de una isla y Madame Saga».

Estos apuntes señalan que Jacques viajó a la capital haitiana para la boda de una de sus hermanas en una fecha que no se precisa, y permaneció allí por seis meses junto a su hermano menor, Clement.

En 1957, su padre se presentó como uno de los candidatos a la presidencia de Haití. François Duvalier las ganó.

«Al desatarse entonces en Haití un intento revolucionario, Jacques, adolescente, busca incorporarse al movimiento. Su madre, temerosa, hace que regrese a Santo Domingo, donde están su padre y demás hermanos», se indica en el texto. Lockward Artiles lo desmiente sin mayores explicaciones. «Jacques no regresó a Haití».

El poeta 

«La soledad/es un niño sin nombre/que tiende la mano herida/y con los ojos anochecidos/y su voz apagada/canta la dulce canción del hambre».

Son los primeros versos de la segunda versión del poema «La soledad», de Jacques Viau, escrito en 1963 junto a otros recogidos por Lockward Artiles para el libro «Jacques Viau, poeta de una isla y Madame Saga», editado en 1985. Estos textos no fueron compilados por Jacques como sí lo hizo con los de «Permanencia del llanto», publicado en diciembre de 1965 por el Frente Cultural, espacio que sostuvo el alma artística de la gesta revolucionaria.

Lockward Artiles conoció a Jacques Viau en 1962. En sus escuetas respuestas vía telefónica, luego de dos meses de negarse a conceder una entrevista, no abunda sobre este encuentro, pero en introducción que escribió para los poemas de Viau escritos en 1963 detalla sus impresiones sobre la llegada del poeta haitiano al grupo Arte y Liberación, dirigido por el pintor Silvano Lora.

«Arte y Liberación, entre los años 62 y 63, fue el primer vínculo de Jacques con ese mundo calificado a veces de poesía social, comprometida, popular. Silvano Lora había traído de Francia un documento que nos sirvió de estandarte, e impulsó actividades de masas, integrando artistas antes distanciados. Todos éramos castristas. Todos veíamos la tortura y el hambre como los puntos de viraje con relación a la poesía anterior», indica.

Continúa: «Con nosotros Jacques Viau Renaud leyó y corrigió su poesía, intentó salir de un introito historizante muy abstracto. Habría que decir que se humanizó cono nosotros, en todos los sentidos del término».

En este grupo multidisciplinario participaron, además de Viau y Lockward, Juan José Ayuso, Miguel Alfonseca, Grey Coiscou Guzmán, Jeannette Miller, Carlos Acevedo, José Ramírez Conde, Norberto Santana, René del Risco, entre otros. Este movimiento estaba cobijado en figuras como Aída Cartagena Portalatín y Pedro Mir.

«Jacques era una persona tranquila, un hombre sumamente educado y de gran formación cultural, eso lo convertía en un hombre atractivo. Igualmente, cuando era tu amigo, podías contar con él en cualquier circunstancia. Siendo un hombre tan joven, me atrevería a decir que tenía un aire patriarcal», rememora la escritora Jeannette Miller.

Miller señala en sus respuestas a través de un correo electrónico que Viau fue una figura muy presente en este movimiento, que «ofrecía recitales en los parques de la ciudad y en el interior del país, de contenido revolucionario». Sobre su poesía dice: «Ha sido valorada como una excelente obra de inicios, que trata los ideales revolucionarios, exhibiendo un manejo óptimo de la lengua española».

En el prólogo del libro «Permanencia del llanto», Lockward Artiles hace una apreciación más detallada. «En cada pregunta de Jacques Viau Renaud aparece su continua preocupación social. Sin embargo, su obra no es popular. No es una obra de lirismo individualista, pero no es una obra popular. Jacques Viau Renaud no tuvo tiempo para escarbar en el corazón del pueblo».

Párrafos antes, señala: «Es que lo más fácil es perderse y andar por las ramas toda la vida. Cosa que ha ocurrido con dolorosa frecuencia entre los artistas de nuestra América. También puede suceder que no se tenga tiempo. A Jacques Viau Renaud no le fue concedido. Estaba bien encaminado. Quiso. Lo deseó hondamente. No le fue concedido. No».

Para el editor Miguel de Mena, quien republicó la obra reunida de Viau bajo el sello editorial Cielonaranja, su poesía va más allá de sus circunstancias. «Viau Renaud escribió más allá de lo histórico, de lo evidente. Ni es un autor ‘sesentista’ ni ‘revolucionario’ en el sentido de estar inserto en una barricada particular».

No obstante, su poesía no fue trinchera suficiente para Jacques cuando inició la gesta revolucionaria. Pudo haberse quedado en el Frente Cultural, con sus demás compañeros de letras, pero se decidió por el frente de combate.

Viau reunió los textos de su libro “Permanencia del llanto”, antes de 1965. Fue publicado tras su muerte.

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