Siempre he creído que los museos deben ser una parte activa y fundamental en el proceso formativo de la cultura. No deberán ser sólo una acumulación de objetos que dejen dudas en el visitante. Hace falta en el país un Museo de las Identidades, y en tal sentido, y así se lo manifesté una vez al Dr. Leonel Fernández Reyna en su más reciente mandato, el Museo del Hombre Dominicano debería ser transformado pero sin cercenar sus actuales exhibiciones, de modo tal que pudiera verse con claridad el trayecto de la personalidad de un país cuyas principales formas culturales están envueltas en las crisis que lo han afectado, creado y modificado, desde las identidades más tempranas, hasta aquellas que conformaron la identidad cultural, y más tardíamente la nacional.
Existen, a mi juicio, puntos claves para reproducir y entender visualmente el proceso al que me refiero. En nuestra historia hay modelos que comprenden cambios radicales. Lo prehistórico y los puntos clave de la desaparición de las culturas aborígenes. Los procesos de criollización iniciales, como aconteció en el momento en el que el español se vio obligado a utilizar los valores aborígenes y fueron integrados a esos valores los inventados obligadamente por el invasor en el período de contacto. Las formas y normas de violencia adoptadas por el conquistador para la imposición a sangre y fuego de las ideas religiosas. Los inicios del contrabando y de la supresión de muchos de los pueblos de la costa norte y otros lugares generadores de una identidad naciente que se acrecienta y produce el primer choque rebelde entre criollos (entre ellos también españoles) y la Corona. La función “benéfica” del contrabando para la formación de una sociedad en busca de identidad política.
Como se ve son muchos los puntos a desentrañar y luego a codificar para llevarlos a lo visual-auditivo.
Estas ideas hablan de la identidad como un proceso vivo que contiene puntos culturales explicables y leyendas.
Sobre el plagio de un proyecto de identificación genética
Por otra parte, la transformación de la museografía del Museo del Hombre Dominicano debe comenzar con el antiguo proyecto presentado por nosotros y aprobado por el Ministerio de Educación Superior, que si bien comienza con un organizado estudio del ADN en la más temprana prehistoria, continuaría en el de la cuenca del Caribe, que daría asiento clave importante para el prestigio antropológico de la República Dominicana y que ahora, personas sin preparación doctoral y atentas solo a lo que consideran una “bicoca” para producir dinero, como ha acontecido en otros proyectos abortados, buscan plagiar, usando bases sentadas por nosotros que incluyen hasta los materiales de laboratorios y equipos. Hasta ahí están llegando los que desconocen a fondo la prehistoria y la historia que hemos estado tratando de plantear, y los que sí conocen nuestros archivos porque de algún modo han estado ligados a ellos debido a su cercanía con nosotros.
Lo cierto es que nunca hemos renunciado a esta investigación, y que ha sido una falta de respeto ya comunicada a las autoridades como el propio IBBI.
Parece ser que el asalto a proyectos ajenos podría dar resultados beneficiosos.
