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embarazo en las adolescentes

Written by Debate Plural
Ignacio Nova (Listin, 7-9-17)
El caso de embarazo y muerte de la señorita Emely Peguero a manos de su novio, por su trágico y pérfido desenlace ha servido a unos para exigir cuantos reforzamientos entienden necesarios óy ciertamente los sonó al tambaleante, cambiante y en franca degradación sistema de valores imperante en la convivencia social en la República Dominicana y, a otros, para exponer el grado las terribles inconductas, incivilidad y machismo que campean a sus fueros en nuestra sociedad.

El tema, de trascendencia singular, está en riesgo de ser erosionado por otro hecho que podría impactará hoy los territorios del norte del país: el huracán Irma, “potencialmente catastrófico”.

Por su impacto social y la expansión temporal de sus efectos, el embarazo de adolescentes adquiere dimensión de principalía, al vincularse a una extrema violencia de género y, como si eso no bastara, al doble abuso, intolerable en sociedades donde las normas de la convivencia social deben ser las únicas válidas para regir el vínculo entre las personas: el abuso sexual de menores.

Haber asesinado a una menor y a su feto después de haberla embarazado y sostenido una relación con ella durante años demuestra otros perfiles sociológicos y de psicología social que no deben ser subestimados. Junto a esto, la conducta de avestruz que en el país se desea imponer como norma ante las problemáticas y las realidades en pos de apuntalar mitos y paradigmas no refrendados cuyo poder de contención son relativos, aunque moralmente importantes.

El embarazo en adolescentes tiene condicionantes objetivas y es un grave problema de salud mundial, mucho más en las naciones pobres. Posee una sustentación biológica que intrinca en lo emotivo y lo psicológico para mediante esa urdimbre dar paso al imperio de la naturaleza: la biología.

Hechos reales y poderosos detrás del embarazo en adolescentes son el impulso hacia relaciones y experiencias sexuales en los adolescentes, con sus instintos hacia la maternidad, el apareamiento, la ostentación y la validación grupal. Instinto que en los humanos metamorfosea en entidad idílica y troncal: el amor romántico que socialmente, aparte de reproducir herencias sociales pre condicionantes, activa recursos de fatuos de pertenencia e identidad, de ostentación social y lúdica.

Es el conjunto de estímulos que impulsaron a Romeo a escalar de un salto una torre, tras la ventana de la querida Julieta, en el drama shakesperiano. Un hecho que revela el poder del “amor” antes muro cuya fama era ser infranqueables por las más avezadas tropas enemigas.

Cuando la fuerza de estas pasiones se obvian y las sociedades no adoptan correctivos validados por las ciencias para corregir o minimizar el impacto del embarazo en adolescentes, los demás puntos de vista vienen a querer enseñorearse, con el claro peligro de óen una sociedad como la nuestraó impedir su solución, agravar el problema, “validar” falsos paradigmas y credos de utilidad escasa.

Entrados en la pubertad, los jóvenes se verán impelidos por las fuerzas psicológicas que desencadena la biología de la reproducción. Saltarán las mismas murallas que Romeo, movidos por energías ante las que ninguna sociedad ni “recurso intermediador” ópor usar una categoría de Caserieró ha triunfado completamente. Si pudieran triunfar, Inglaterra, Canadá, Suiza y los Estados Unidos no reportaran el problema. Si los mitos funcionaran, el fenómeno no existiera.

Lo que sí se ha logrado con las ciencias es un enfoque veraz y terapéutico sobre el tema: la prevención y la anticoncepción. La educación sexual no es hablar de mitos y “deberes” a adolescentes hiperactivos, llenos de energía vital, capacitados por la naturaleza para seguir poblando el mundo.

Ellos, según refieren Elizabeth Wall-Wieler y colaboradores en el estudio “Embarazo adolescente: el impacto de la maternidad adolescente materna y el embarazo adolescente de una hermana mayor en una hermana menor”, serán víctimas de varios predisponentes, entre ellos la historia familiar: “Las probabilidades de quedar embarazada entre los 14 y los 19 años para los adolescentes con al menos una hermana mayor que tenían un embarazo en la adolescencia fueron 3.38 (Ö) veces más que en las mujeres cuyas hermanas mayores no tenían un embarazo en la adolescencia”. Una calidad de hermandad que en nuestra cultura gregaria es extensible a la vecindad y la “amistad” de amiguitas y compañeras de estudios y grupos, nutrientes de patrones de conducta a la mímesis social.

En el tema inciden otros factores predisponentes, como el económico: el embarazo como recurso de promoción social. Silenciosamente, las familias de las naciones pobres utilizan a las hijas como fuente de sustentación alimentaria y económica. Un utilitarismo de las hijas sobradamente documentado en la historia mundial como patrón cultura ó antropología. Va desde el cobro de dotes en animales, tierras o dinero, riquezas por las hijas en los tratos políticos; pasa por el pago de dotes por las hijas mujeres para obtenerlas en propiedad; llega hasta callar y simular los viajes de las hijas a países foráneos para brindar, fuera del ojo comunitario, servicios sexuales y realizar trabajos reñidos con la ley y/o la moral imperante. Algunas culturas las incitan y educan para que busquen parejas que “resuelvan” a la familia.

Ante estas realidades, los ministerios de Salud Pública, Educación y el Ministerio Público podrían tomar las riendas del tema en sus respectivas dimensiones: la científica, imponiendo paradigmas validados en su enfoque y abordaje; la educativa, transmitiendo esos contenidos; y la justicia, aplicando todo el peso de la Ley a los infractores.

Urge, pues, el despacho de equipos de psiquiatras y psicólogos a los centros educativos públicos y privados; educación sobre los métodos anticonceptivos con énfasis en las nefastas consecuencias sociales del embarazo en adolescentes, sin peroratas mitológicas. Y la condena a los culpables.

Reforzar el programa de distribución de anticonceptivos entre los adolescentes, junto a una fuerte campaña orientada a los padres. Si los padres no pueden contener el flagelo en casa, en la escuela lo debe intentar el gobierno a través de estas instituciones.

La encuesta de consumo cultural (Ministerio de Cultura y el Banco Central, 2014) sugiere la existencia de peligrosos niveles de incivilidad entre los dominicanos. Intolerancia, egoísmo, abuso a ultranza y tendencia a la agresividad resulta de la incultura y son las mejores muestras de incivilidad.

Conductas socorridas en nuestra sociedad. Propiciatorias del abuso a y embarazo en adolescentes.

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