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Los mitos de Mon Cáceres (II)

Written by Debate Plural

Diogenes Cespedes (Hoy, 14-1-12)

Que Horacio Vásquez Lajara, junto a su primo Mon Cáceres Vásquez, era recuero lo confirma su sobrinanieta Antonia Vásquez, viuda de Andrés Freites, en su libro “Memorias de una curiosa” (SD: Amigo del Hogar, s/f, pero muy probable a fines 2010 o inicio de 2011) y que ambos primos quedaron arruinados económicamente por el Ferrocarril Central de Lilís y que esto fue motivo más que suficiente, de acuerdo a la lógica de Maquivelo, para eliminar el 26 de julio de 1899, al que les arrebató el único medio de vida de que disponían.

José C. Novas sugiere que este arruinamiento económico de los primos pudo haber sido uno de los móviles del magnicidio. Yo lo afirmo, aunque no haya un solo documento de Vásquez y Cáceres que lo atestigüe. ¿Por qué? Porque según Maquiavelo, puedes quitarle todo a una persona, incluso la mujer o las hijas, pero si le quitas su fortuna o medio de vida económica es la única razón por la que un sujeto mate a otro.

¿Cómo se define el oficio de recuero hasta los años 30 del siglo XX. Al hablar del oficio de su tío abuelo Horacio, Vásquez de Freites lo define: “Lo que hacía mi tío en su juventud era transportar mercancías de Puerto Plata a Santiago, La Vega, Moca y viceversa, incluyendo el puerto de Sánchez con una recua de mulos. Así tío Horacio se hizo de una aguda percepción de toda clase de hombres. En esa época la palabra de un hombre era su mejor aval. Nada de contratos y papeleos firmados, el honor de una persona consistía en su palabra.” (p. 149. ¿Por qué si Mon fue quien mató a Lilís de un disparo, no le tocó el mérito de ser Presidente de la República en 1902, sino a Horacio? Porque Horacio era el político y el que “tenía una aguda percepción de toda clase de hombres” y esta “clase de hombres” fue la clientela que le apoyó hasta 1930.

En cambio, a Mon le apoyaban por el miedo a su fuerza incontrastable y por su capacidad para dividir las fuerzas de Horacio y rodearse de los remanentes de los partidos en declive, como los jimenistas y los lilistas.

La turbulencia política que se desató en el país en 1899 fue por el control del poder político por parte de los primos Vásquez y Cáceres y sus partidarios con el fin de eliminar todo vestigio de la dictadura que significase un peligro para la vida de los magnicidas, pero también fue una lucha descarnada por el control de las aduanas que en aquella época era el único medio seguro de acumulación de riquezas y de mantener contenta a la clientela política que apoyó a los dos caudillos que en 1899 adquirieron dimensión “n a c i o n a l” y unas veces estuvieron aliados, otras enemistados.

No les bastó a Horacio y Mon la subida al poder del antililisista Juan Isidro Jimenes en las elecciones de 1902 para sentirse seguros, como tampoco la de Woss y Gil, ahijado de Lilís, ni mucho menos la ascensión de Morales Languasco en virtud del pacto de la Unión entre horacistas, jimenistas y lilisistas con Mon Cáceres de vicepresidente.

La turbulencia política de horacistas y jimenistas llamada la Desunión eliminó de la Presidencia a Morales Languasco y entonces el vicepresidente Cáceres asumió la Presidencia desde aquel 1905 hasta el 18 de noviembre de 1911 cuando la ambición de los jóvenes disgustados con el Presidente que les excluyó del poder en 1908, se decidieron a darle muerte en la avenida Independencia mientras paseaba en coche y sin escolta.

Pero, cómo y por qué los norteamericanos, usando de instrumento a Horacio, Juan Isidro Jimenes y Federico Velásquez, lograron sacar del poder a Woss y Gil y al propio Morales Languasco y que estas jugadas políticas aparecieron como luchas de poder entre los tres políticos y no como lucha de los norteamericanos por asumir el control político, militar y económico del país a través del control de sus aduanas como forma de control total del Caribe para asegurarse el control del comercio internacional a través del Canal de Panamá?

Aquí interviene la capacidad analítica de Novas para mostrarnos, con los documentos pertinentes, cada jugada política de los norteamericanos para logar el control de nuestro país al pretextar tomar las aduanas para pagarles la deuda externa a sus tenedores de bonos, deuda que se remontaba a Buenaventura Báez y había sido comprada hábilmente por los comerciantes y banqueros norteamericanos, defendidos ahora por el poder imperial de los Estados Unidos.

Con el pretexto de pagarles puntualmente a los tenedores de bonos de la deuda dominicana, el poder imperial norteamericano diseñó una política pública (el pago a los acreedores a través del control de las aduanas= ideología de la justicia) y otra política secreta (el control político del país= ideología imperial) para asegurarse el control del Caribe y América Latina a través del Canal de Panamá y eliminar a cualquier competidor europeo en nombre de la Doctrina Monroe, el Corolario Roosevelt y la decisión de la Junta de Generales de los Estados Unidos de impedir toda presencia europea en América y de liquidar la oposición de cualquier gobierno latinoamericano a la política de expansión e intervención norteamericanas en la región. Para lograr este propósito los poderes norteamericanos diseñaron una estrategia de control político y militar de nuestro país que se resumió en la colocación de un poder unitario y fuerte que mantuviera a raya a los políticos que se oponían al control de nuestras aduanas por parte de los Estados Unidos, pues ese era el único medio de vida de esa clase política y el proyecto norteamericano era una amenaza de muerte para nuestros políticos clientelistas y patrimonialistas. De ahí que no haya anti-imperialismo político en esta oposición a los designios de los Estados Unidos. El hombre que garantizaba este proyecto era Mon Cáceres.

La Legación Norteamericana en el país ya había probado a Woss y Gil y este le rescindió elModus Vivendi (Novas, 60) y tuvieron que derrocarle (p. 43). Se ven el propósito de las luchas caudillistsas (p. 45), el diseño de la política del Departamento de Estado (p. 44) y la colaboración de los caudillos y caciques al plan expansionista de los Estados Unidos (p. 46).

También examina Novas en este contexto las causas de la deuda externa dominicana (p. 48), la inversión de los préstamos (p. 49), la aceptación de los convenios con los Estados Unidos (p. 50), cómo los Estados Unidos impusieron a Morales Languasco, quitaron a Woss y Gil y colocaron en el poder a su hombre, Cáceres (p. 52-53), en qué consistió el Plan Hi-SD (p. 55) y el silencio de los historiadores dominicanos con respecto al bloqueo naval norteamericano a nuestro país (p. 56), las causas de la caída de Woss y Morales Languasco (p. 60) y la alianza contra natura de los políticos para eliminar a este último (p. 63), la consiguiente entrega de los puertos dominicanos a los Estados Unidos por jimenistas y horacistas (p. 67), características del Protocolo de 1905 (p. 68), las aduanas en el gobierno de Cáceres (p. 71), la aplicación de la ley de fuga en su gobierno (p. 75), las mujeres que se opusieron a aquella política (p. 92), la guardia de Mon como remedo de la Guardia Rural impuesta en Cuba (p. 92) motivaciones de la Convención y cómo logró Cáceres imponerla (p. 95), quiénes fueron sus redactores (p. 101), la represión brutal contra los opositores a la Convención (p.109), cómo impuso “la paz” mediante el terror de las armas (p. 110), el pago de 20 millones de dólares en préstamo a Cáceres por su acción (p. 117), la Guardia Republicana entra en acción (p. 123), el disgusto frente a la reforma de la Constitución (p. 128), Mon cambia a los viejos colaboradores por gente ajena al grupo primario de apoyo (p. 138-39), consecuencias del disgusto del General Luis Tejera (p. 141), crítica a los magnicidios dominicanos que no tocan las causas profundas de estos (p. 142 y las conclusiones del autor (p. 156).

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