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Cuentos de la luna pálida de agosto

Written by Debate Plural
Rienzi Pared Pérez (Listin, 24-6-17)

Kenji Mizogushi fue un director de cine japonés que junto con Akira Kurosawa y Yasujiro Ozu son los más conocidos durante toda la etapa del cine clásico en Occidente. Sus artes han perdurado a través de los años por su calidad en la puesta en escena; pero sobre todo por la magia que envuelven sus historias.

Kenji Mizogushi nació en Tokio en 1898 y pasó muchas necesidades por el nivel de pobreza en que vivía; pero eso no impidió que desarrollara sus deseos apasionados por la pintura dándose a conocer en esos menesteres; por lo que en la década de los años veinte ingresa como actor en los Estudios Nikkatsu para luego pasar como ayudante de dirección.

Su primera película como director la realiza en el 1922 y se tituló “El día en el que regresó el amor”,  donde manifiesta aptitudes de ideología izquierdista; pero luego es censurado por el gobierno. Después, da un giro a su esquema y adapta para el cine obras de la literatura universal, entre ellas obras de León Tolstoi y de Eugene O’Neill por lo que comienza su ascenso meteórico en la década de los años treinta al realizar múltiples películas de alto contenido literario.

Sus rodajes más famosos que fueron acreditados con premios internacionales han sido: “La historia del último crisantemo” del 1939; “Vida de O-Haru” del 1952; “El Intendente Sancho” del 1954 y “Cuentos de la luna pálida de agosto” del 1953, que fue premiada en el Festival de Cine de Venecia.

Esta última película se centra la historia en Genjuro y Tobei que son dos aldeanos que viven en la pobreza en el Japón Feudal del siglo XVI afectado por las guerras civiles, donde ambos campesinos, sueñan con uno hacerse rico con su actividad de alfarero y el otro, en ser un samurái que pueda ser reconocido como tal. Dentro de la historia, el director plasma por un lado la vida y costumbre de ese Japón en esos años medievales, y por el otro lado, plasma una historia de fantasmas con todo el rigor de la tradición japonesa.

En el libro de las 100 mejores películas del siglo XX de Miguel Ángel Barroso plantea muy bien el estilo y la narración de esta película. El autor nos dice: “Los dos protagonistas son muy diferentes, aunque comparten un mismo sueño: el dinero y el poder. La ambición reina en sus vidas y son capaces de todo con tal de conseguir sus propósitos. Un ejemplo de este comportamiento obsesivo lo tenemos en la intensa y angustiosa secuencia en la que los aldeanos han de huir de sus casas porque los soldados japoneses invaden el pueblo. Genjuro no ha tenido tiempo de cocer sus piezas de lozas y a regañadientes se refugia en el bosque con su mujer y su socio. Preocupado porque se apague el horno y eche a perder tantas horas de trabajo, se arriesga a volver a su casa sin medir las consecuencias. Su mujer hace tiempo que ha observado su comportamiento egoísta y vive entristecida porque intuye que va a pasar malos momentos”. Esto sucede debido a la ambición desmedida, sentimiento obsesivo que es la razón principal reflejado en esta película.

Cuando nuestros protagonistas alcanzan vender sus lozas y obtienen el dinero esperado, se produce una ruptura de sus matrimonios sin importar los años dedicados. Más adelante el autor sigue “Cuando el ser humano obtiene riquezas, el primer impulso que puede salir a flote es el desprecio de aquello que antes se amaba y que ahora pasa a un segundo plano. Es también a partir de aquí cuando la película inicia un rumbo hacia lo fantástico, elemento hábilmente dosificado y combinado con la historia realista de Tobei. Los dos socios no tienen interés en seguir juntos y así, mientras Tobei abandona a su mujer para comprarse una armadura y una lanza con ánimo de entrar al ejército, Genjuro se enamora de una bellísima mujer con la que vivirá la pasión que su esposa nunca le dio. Las consecuencias del destino son crueles y rápidas: la mujer de Genjuro muere a causa de un lanzazo en el vientre mientras lleva a su pequeño hijo en la espalda, y la esposa de Tobei es violada por un grupo de soldados harapientos que no le deja otra opción que entregarse a la prostitución.”

El drama es intenso y de dolor espiritual. Genjuro acude a la casa de la bella princesa Wasaka por la cual había abandonado a su mujer y llegan a acostarse juntos; pero un monje le dice que regrese con su familia porque Wasaka es un alma en pena, es decir, un espíritu que ronda por doquier. Mientras que Tobei logra matar a un soldado enemigo. Ese hecho lo hace ser admirado por su tropa.

Sin embargo, ambos regresan a sus respectivas casas. Tobei se reconcilia con su esposa y la saca del burdel, mientras que Genjuro encuentra a su hijo y su esposa en el hogar, logrando dormirse toda la noche con ellos; pero al despertarse solamente está a su lado el vástago. Él se ha dado cuenta de que su esposa ha muerto; mientras él estuvo conversando toda la noche con su fantasma.

Lo que queda de los dos, es el arrepentimiento mutuo y entregarse a su familia, que era lo que en un principio debió estar de primero siempre. Mizogushi destaca en la historia el aspecto sobrenatural al estilo japonés.

Excelente película donde el director realiza un alegato a los valores familiares como el amor a la esposa, al hijo en espera de su padre cuando sale a vender su mercancía, a las buenas costumbres; porque es un enfrentamiento a la codicia del dinero y a la sensación del poder.

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ALGUNAS CURIOSIDADES DE LA PELÍCULA:

1) “Cuentos de la luna pálida de agosto” es una película japonesa de 1953 basada en la colección de cuentos homónima de 1776, escrita por Ueda Akinari.

2) Fue premiada con el León de Plata en la edición de 1953 del Festival Internacional de Cine de Venecia.

3) La música original de Cuentos de la Luna Pálida de Agosto corrió a cargo de tres compositores, siendo quizás el más conocido Fumio Hayasaka, un habitual en las películas tanto de Mizoguchi como de Kurosawa, ya que puso la música a películas como RashÙmon (1950), El Idiota (1951), éstas dos últimas de Kurosawa.

4) Desde el punto de vista técnico; sobresalen los planos largos con gran movimiento de cámara por parte de su director y una excelente yuxtaposición de lo real y lo sobrenatural en lo concerniente a la escena del fantasma.

5) En cuanto a los actores, tenemos entre ellos a dos de los grandes actores de la época: el actor protagonista Masayuki Mori, uno de los mejores actores japoneses de su generación y la actriz Machico Kyo que laboró con Akira Kurosawa encarnando varios papeles en diferentes películas que fueron exitosas para la época.

6) Se calcula que Kenji Mizoguchi llegó a dirigir no menos de 80 películas en sus cincuenta y ocho años de vida, pero el setenta por ciento se quemaron durante la Segunda Guerra Mundial y actualmente sólo se conservan 31. Sus películas tienen un estilo muy particular ya que no suele utilizar los primeros planos y usa masivamente el plano secuencial.

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