El documento “Defender la Democracia Dominicana ante la Amenaza del Continuismo y el Autoritarismo”, firmado por diversas personalidades, ha concitado simpatía en sectores de la vida económica, social y política del país, al tiempo que al mismo se ha adherido un significativo número profesionales y de intelectuales en su amplia acepción. Como es natural, ha sido criticado por algunos defensores del candidato del partido oficial
Para estos, no vivimos una situación de dictadura constitucional, porque, según dicen, existen elecciones para elegir el Presidente de la república, congresistas elegidos a través del voto directo, siendo, por lo tanto plural, que tenemos una Constitución fruto de un pacto entre el PLD y el PRD y que si bien el Presidente tiene una influencia en los otros poderes del Estado, esto ha sido la constante a lo largo de los años en la sociedad dominicana.
En sentido general, estos argumentos reducen la democracia a sus aspectos formales: la representación, la alternancia del poder y al pacto entre actores para establecer una Constitución, esta vez entre dos jefes/grupos de dos partidos. Entre otros yerros, creen que una democracia es tal porque sus congresistas son elegidos por voto directo, de donde se colige que es representativa, sin advertir, como advierte Bobbio, que de por sí, la representación formal no determina el carácter democrático de un Estado.
La alternancia de las camadas en México, con el cambio de su presidente, le confería la calidad de democrático al Estado de ese país, invalidaba ese tipo de alternancia el calificativo de dictadura perfecta. A pesar de la relativa libertad de opinión y de expresión del pensamiento, de la existencia de otros partidos, incluyendo el partido comunista, dejaba de ser una dictadura perfecta? Por otro lado, sabemos que antes de la existencia de los partidos existieron parlamentos cuyos representantes eran elegidos a través de diversas formas de votación, entre las que no se excluía la directa. Eran representativos pero no democráticos, como sucede con los congresistas de sistemas políticos de partido único.
La forma no define el carácter de un sistema. La existencia del pluralismo en una sociedad no necesariamente determina que esta sea democrática, tenemos el ejemplo de los grupos oligárquicos/corporativos en el feudalismo o incluso en sociedades modernas. La pluralidad de actores no determina el carácter democrático de un Estado.
Lo que define esta última condición es que el poder sea distribuido, no concentrado en pocas o en una sola mano, como sostenidamente se ha ido configurando el poder del actual grupo dominante en esta sociedad. Un poder ejercido a través de instituciones constitucionalmente establecidas, pero configuradas por la voluntad del jefe de la facción mayoritaria del partido gobernante pierde todo contenido sustancialmente democrático, por lo cual bien podría calificarse de dictadura constitucional.
Circunstancia esta que se agrava, porque ese poder se ejerce a través de una organización política que puede tipificarse como “partido de patronato”, según la caracterización de Weber del partido político. Esa es la esencia de la presente forma de dominación política, ahí radica la peligrosidad de la misma. Es en ese punto donde debe centrarse la polémica planteada en el documento arriba referido.
Otros detractores del documento han recurrido a argumentaciones tan pobres, tan pedestres que no merecen ninguna respuesta, algunos lo han hecho con la arrogancia propia del ignorante y otros con la consabida mala leche de quien carece de recursos argumentales, ponerse a responder esos argumentos es caer en la trampa de perder el tiempo rebatiendo lo insustancial y no dedicar el tiempo a potenciar un movimiento con perspectiva de poder trascender la presente coyuntura electoral.
Ahí radica su potencialidad. Ahí radica su importancia.
