Cultura Nacionales

Lenguaje literario

Written by Debate Plural

Ofelia Berrido (Hoy, 29-12-12)

El escritor en su búsqueda personal  para entender el mundo sabe que su misión es explorar la naturaleza de la existencia humana para ser capaz de entenderla, revelarla y aproximarse a través de su obra al destino de la humanidad.  Crea mundos alternos, realidades nuevas, historias y poemas que surgen de su mente fértil y creadora y  trasforma la manera en que  percibimos el mundo. El lenguaje literario siempre será un arte comprometido porque invariablemente atestigua e indaga sobre lo humano: el sufrimiento que no nos da suspiro; el dolor y la angustia de la existencia; los deseos y pasiones que nos arrastran por senderos inesperados; y el misterio del apetito insaciable de  permanencia, aun sabiéndonos mortales… como si todo fuera dulce y fácil y no fuéramos seres de una fragilidad inquietante. El lenguaje literario está hecho para mostrar la realidad individual y colectiva a través de la mentira que guía el alma  hacia la  “verdad”.

Cuando al lenguaje, que usualmente usamos para comunicarnos de forma cotidiana, le damos un giro estético estamos frente al lenguaje literario.  Este proceso de refinamiento o lustración se realiza mediante técnicas especiales con la intención de impactar la  imaginación, las emociones, la inteligencia y la memoria. Este sistema de códigos con cuyo favor se designan los objetos del mundo exterior e interior es la materia prima para mostrar un mundo diferente del ordinario: los seres, sus acciones, cualidades, sentimientos, emociones y relaciones…

Si bien el lenguaje literario es altamente estructurado y, por tanto, el de mayor complejidad lingüística, nos libera de la palabra fría, de lo burdo, de la realidad decepcionante y de lo fatuo de los discursos manipuladores; y así, nos   permite penetrar el paraíso de la palabra bella que seduce y sorprende debido al uso de los recursos literarios que incluyen la función poética  y la función emotiva. Se caracteriza por la justa disposición de los vocablos, la sonoridad de las combinaciones, los significados ajustados al sentido preciso y el contenido del mensaje expuesto de la forma idónea.

Aunque se busca, como con cualquier lenguaje, comunicar un mensaje a través de un emisor hacia un receptor, el uso y las expresiones  serán distintas. Si bien el lenguaje del cual nos valemos  en el diario vivir es  denotativo (es decir, todo está dicho en la frase y por tanto  no hay motivos para activar la imaginación o suponer más allá del texto); en el caso del lenguaje literario, este lleva en su seno una forma de expresión de pura connotación, ya que no expresa una objetividad directa ni significados únicos, lo que permite múltiples interpretaciones y sentidos. Las palabras van más allá de lo dicho, porque el texto literario  tiene la  capacidad  de permitir múltiples lecturas.

Por otro lado, es un lenguaje figurado que busca sugerir al lector imágenes propias  a través de otras plasmadas por el escritor  a través del lenguaje literario esculpido con metáforas y  simbolismos. Al contrario de lo que ocurre con el texto normal que posee una finalidad pragmática y no estética.

El autor con su estilo, es decir, con su manera única de decir, convierte un texto ordinario en uno literario cuando el texto es tocado con la función poética propia de su voz personal.  Este tipo de escrito rico en forma y contenido perdura en el tiempo.  De ahí que los refranes, las canciones, las coplas y las palabras literarias sometidas a un proceso de estilización, perduren por su belleza en la memoria colectiva durante siglos, mientras que las creaciones sin intención estética ni profunda perecen. La interpretación y la percepción estética constituyen de hecho la finalidad del arte. La comunicación ordinaria sin intención estética tiende a ser transitoria, no perdura más que en su función utilitaria, aunque sin duda tiene una importancia vital.

Por otro lado, según Benedicte de Boysson y Bardies  “las vocales tanto en narrativa como en poesía tienen una sonoridad, una cualidad acústica que se convierte en colorido. Portan las marcas de acento, intensidad y altura y basándose en ellas juegan con su color y su sonoridad para crear las sutilezas de las sensaciones y las emociones.  Y es que en un texto literario verdadero los sonidos poseen una poesía natural”.

La musicalidad de los textos literarios se basa en parámetros acústicos que influyen a todo lo largo del enunciado y sus tres dimensiones principales son la frecuencia, la intensidad y la calidad de la voz.  La altura genera melodía o entonación, las duraciones de los sonidos y los silencios, así como los cambios de intensidad concurren para dar al amanecer su ritmo.  Sin duda, la entonación se combina con la sintaxis para dar las indicaciones sobre los bloques concretos que se deben segmentar para comprender mejor el sentido.

El autor es dueño de las palabras que emplea, pero no siempre del  sentido que le atribuirá el lector. Y es que el sentido de una palabra depende tanto de la oración y el contexto en que se emplea, como de los conocimientos individuales que no necesariamente comparte el escritor con el lector  de  la obra de arte.

El autor debe convertir en realidad  lo que expresa a pesar de que hay sentimientos complejos y difíciles de expresar.  Las experiencias místicas no se dejan atrapar en palabras, pero nombrarlas es imprescindible para el escritor porque fundamenta la cosa al hacer posible que se hable de ella, individualizando el saber. Además y como bien dijo  Ortega y Gasset  sobre la obra de arte”….para que tenga valor y peso debe tener un componente espiritual que le permita poseer un carácter perspicaz e inteligente y toque el alma de los lectores”.

La fuerza y el poder inconmensurable de la palabra deposita sobre los hombros del escritor una responsabilidad con la que debe cumplir porque aquello que dice impactará a mucha gente en el discurrir del tiempo.  Recordemos las palabras de Bruno Rosario Candelier en su libro El pensamiento creativo cuando nos hace ver que el autor es hijo de su tiempo:

“El sujeto creador, como cualquier persona del conglomerado social, se encuentra instalado en una realidad histórica, social, lingüística, antropológica y cultural desde la cual asume sus valores, principios y creencias para desarrollar sus condiciones intelectuales, morales, estéticas y espirituales”.

La importancia del lenguaje literario radica en que el escritor es el resultado del resto del mundo, él y su lector son la sombra uno del otro. Uno es el otro, el otro es él mismo: la obra literaria pone al descubierto su  unicidad.  El que lee y recrea es tan autor como el que escribe la pieza literaria. Ver a uno es ver al otro disipando en el tiempo y en el espacio las fronteras entre la ficción y la realidad para ser  capaces  de  procrear una vida  más tolerable y entendible por el bien de la humanidad.  La  obra literaria  importante es aquella que es capaz de trasformar al ser humano con su contenido y su belleza; es aquella que permite  abrir las puertas de caminos que nos conducirán  al encuentro con grandes secretos que el subconsciente develará en el mundo de la belleza pura del lenguaje literario.

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