Cultura Libros

George Steiner, quijote de los libros

Written by Debate Plural
Henry Mejía (Listin, 22-7-17)

Representante crepuscular de la época en que los escritores y pensadores alumbraban el día a día de la gente, no existía Google y cada palabra de los elegidos era guardada como oro en paño, es George Steiner (París, 23 de abril, 1929) el dios de la palabra que ha sobrevivido a su estirpe y respira entre nosotros para dar testimonio de una época de grandeza intelectual ya ida.

En tiempos de “Despacito”, los selfies hedónicos y las fotografías en Facebook de la hamburguesa que vamos a devorar, puede sonar a pasado la prédica de este hombre que ostenta tres lenguas maternas; que es capaz de disertar sobre Antígona, la revolución lingüística, las traducciones y la nostalgia, por el absoluto en sus clases anuales en Harvard y Oxford, y cuyos ensayos iluminados se disputan  The New York Times, The Economist o London Review of Book.

¿Y qué ha hecho grande a este hombre de aspecto cansado, cabello cano despeinado y un asombroso parecido a Voltaire, más allá de estudiar, leer y escribir?

Pues eso, precisamente: lo que ya no hace la mayoría de los mortales, y gracias a lo cual hemos retrocedido en calado intelectual y visión compleja, desertando del pensamiento crítico y la visión humanista integral que una vez tuvimos.

Cuando casi todos han renunciado al mundo del libro y la palabra impresa, George Steiner, como un Quijote del deber, ha aguantado la avalancha de nimiedades, vanidades y basura cultural que nos ahoga, rodilla en tierra y adarga al brazo, resistiendo como un gigante, traspasado de una fe casi mística en el valor de la palabra, la belleza y las ideas.

Pocos como él, en esta época de renuncias y deserciones, ha predicado tanto y tan bien defendiendo al libro de sus enemigos enconados. En ensayos como “Lenguaje y silencio: ensayos sobre la literatura, el lenguaje y lo inhumano” (1994), “Después de Babel: aspectos del lenguaje y la traducción” (1995), como antes en “Antígona: una poética y una lectura de la filosofía” (1987), Steiner se nos revela como un inclaudicable y apasionado luchador por una causa aparentemente perdida: devolver al libro, la literatura, la escritura y el saber la centralidad revolucionaria que hizo superior al hombre.

Pero existe un breve texto de Steiner titulado “El silencio de los libros”, publicado en la colección “Biblioteca de ensayo”, de la editorial Siruela en el 2011, donde he encontrado de manera condensada las razones que animan a este autor para no cejar en su empeño resistente. Incluso, afirma allí, en el hipotético caso de que ya la humanidad no lea a los clásicos, aún hay motivos de esperanza. Este tipo de lectura elevada- afirma- se convertirá en “Öuna especie de pasión particular que se enseñe en las ‘casas de lectura’, y a la que nos entregaríamos como Akiba y sus discípulos tras la destrucción del Templo, o como se cultivaba en las escuelas monásticas y en los refectorios de los conventos de la Edad Media”.

Los libros, las lecturas, las ideas y la creación humana son para George Steinerr, el seguro asidero de la humanidad en tiempos de barbarie y banalidad. Por eso no pereceremos.

No es casual que haya recibido el premio “Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades” en el mismo año en que el terrorismo bárbaro, inculto e incivil golpeó la ciudad de New York

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