Fidelio Despradel (Hoy, 5-3-12)
Han llovido las críticas al discurso del Presidente ante la reunión conjunta de las cámaras: para el Doctor Fernández existen dos repúblicas: La verdadera, con el cúmulo de problemas potenciados por el actual gobierno, y otra, la que el Doctor Fernández ve cuando se traslada en su helicóptero y en sus juegos conceptuales.
No vale la pena gastar tinta en lo que todo el mundo percibe y que el grueso de nuestros habitantes sufre en carne propia. Lo importante es tratar de otear el futuro: La actual administración del Doctor Fernández nos deja un país amarrado como un andullo por problemas de corrupción, impunidad, auge del crimen y narcotráfico, instituciones corrompidas e ineficaces y un modelo económico obsoleto.
A esos problemas se le suman la determinación continuista de la poderosa e inescrupulosa cúpula política y social que hoy controla los hilos del poder y el estado real de nuestra economía: Servicio de la deuda externa por encima del 5% del PBI; deuda pública que se ha más que duplicado en los últimos cuatro años, chupándose casi el 40% de los ingresos corrientes del gobierno; Balanza de Pagos cuyos déficits se acercan a los 4,000 millones de dólares al año; nivel de las reservas brutas del Banco Central dependiendo cada vez más del financiamiento externo; un Presupuesto Nacional que se cubre en su tercera parte con financiamiento externo e interno; deuda del Banco Central encampanada en casi 250,000 millones de pesos, y para colmo, el Banco de Reservas, que debería ser instrumento del desarrollo industrial y agropecuario de la nación, entre marzo y diciembre del 2011, traspasó indirectamente al gobierno la friolera de 38.8 mil millones, en préstamos a contratistas de la construcción de obras del Estado, en una operación encubierta de incremento de la deuda pública.
Detrás de todo está la corrupción y el abandono al sector productivo, hijas de un modelo económico obsoleto basado en la importación, que desalienta la producción nacional y que el gobierno impone para satisfacer el apetito voraz de la boa gubernamental. Es lógico pues la feroz voluntad de mantener el poder para garantizar la fuente de enriquecimiento y evitar el encarcelamiento de los principales personajes de la cúpula peledeísta.
Este complejo coctel altamente explosivo determina nubes de tormenta, sea al momento de la votación o posteriormente. Sólo el desarrollo de una corriente social de resistencia, expresión de una ruptura con el bipartidismo, sumado a una candidatura ejercida por personas de probada firmeza, determinación y probidad, garantizan que esas tormentas encuentren cauce propicio para acumular fuerzas en la lucha, que cambie la actual correlación de fuerzas, con miras a un cambio de rumbo del país.
