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El dilema de México: la OEA o Nuestra América

Written by Debate Plural
Nydia Egremy Pinto (teleSur, 18-6-17)
Afligidísimo ante el temor de perder el apoyo regional en medio de la difícil coyuntura política en que lo ha situado el nuevo huésped de la Casa Blanca, el gobierno de México ha optado por bajar su tono anti-Venezuela de las pasadas semanas y echar mano a la diplomacia para garantizar una tenue Asamblea de la Organización de Estados Americanos (OEA) este lunes 19 de junio. El novato canciller mexicano, Luis Videgaray – supuesto amigo del principal asesor y yerno del presidente estadunidense Jared Kuchner -, ha sido instruido para, ahora sí, recurrir a la valiosa reserva estratégica de diplomáticos de carrera mexicanos, para lograr ese propósito.

A quienes no les da vergüenza defender los principios básicos de la política exterior consagrados en la Constitución. De esos principios, los de la No Intervención en los asuntos internos de los Estados y la búsqueda de una Solución Pacífica de las Controversias, constituyen pilares en la actual coyuntura latinoamericana frente a la acometida del magnate-presidente estadunidense.

La complicada misión del embajador mexicano Luis Alfonso de Alba Góngora – experimentado diplomático en distintos foros y organismos internacionales – es coadyuvar a una solución pacífica entre el sector más arcaico y fascista dentro de la OEA, que alienta la subversión en Venezuela, y el propio gobierno bolivariano.

El provocador rol que ha desempeñado el secretario general del organismo regional, Luis Almagro, contra el presidente venezolano Nicolás Maduro ha oxigenado el conflicto y ahí, el canciller mexicano ha fungido como el cerillo listo para incendiar la escena. Tras semanas de abierta injerencia desestabilizadora de la OEA, el Gobierno de Venezuela solicitaba su salida del organismo el 28 de abril (que será efectiva hasta 2019). No obstante, este lunes la canciller venezolana, Delcy Rodríguez, estará en la Asamblea de la OEA. Su digna misión será denunciar el abierto intervencionismo corporativo estadunidense, ejecutado por los gobiernos vasallos de la región, entre ellos el mexicano.

Para ejemplificar la oportunidad del refrán popular de que “el juez por su casa empieza”, en días pasado la canciller Rodríguez enlistó los focos rojos (el auge del narcotráfico, el permanente estado de inseguridad a nivel nacional que ha ocasionado miles de muertos, desapariciones forzadas además de robos y pérdida patrimonial para los ciudadanos  y serias violaciones a los derechos humanos el grave caso de la desaparición de los 43 estudiantes de la normal de Ayotzinapa) que los propios mexicanos reclaman al gobierno federal.

A la vez, la venezolana citó el asesinato impune de periodistas en todo el país. No menos de Hombres y mujeres dedicados a buscar la verdad han sido masacrados, sólo entre 2013 y 2017 han sido silenciados a balazos más de 30 periodistas, siete de ellos sólo este año. Si en 2016 la Federación Internacional de Periodistas ubicaba a México como el tercer país con mayor cifra de comunicadores muertos y este año, el Comité Protector de Periodistas (CPJ, en inglés) advirtió que este 2017 México ocupa ya el primer lugar en la lista de países más mortíferos para los profesionistas de la información, después de Siria, Irak, Bangladesh y Filipinas. Tal situación no ha agitado las buenas conciencias en la Casa Blanca, en la OEA de Almagro ni de sus compinches de la Casa Rosada y otros seguidores. Claro que si esa masacre sistemática contra los comunicadores fuese tolerada por el gobierno venezolano, sus días sí que estarían contados.

Lo que realmente se debate en esta cumbre es el camino de la autodeterminación de todos los países miembros representados en el organismo regional. Si la OEA de 2017 decide mantener su rol lacayuno con un Washington cada vez más injerencista o si se abre al futuro con una visión de respeto y cooperación. Es claro que los venezolanos necesitan la ayuda solidaria y decidida de los latinoamericanos para avanzar hacia su desarrollo. Los ciudadanos de esa gran nación necesitan manos, voces y espíritus que los alienten para fortalecer esa Revolución Bolivariana que ha construido viviendas, escuelas, hospitales.

Pero si el Gobierno de México acata la orden del capital corporativo para persistir en su incongruente crítica al Gobierno de Nicolás Maduro, mantiene su gatopardismo y sumisión para apoyar la posición de Perú, Brasil – con un gobierno de facto -, Canadá y Panamá de solicitar la cancelación de la Asamblea Constituyente en Venezuela, los mexicanos confirmaremos que estamos muy mal representados. El propio embajador de Alba constatará que desde Los Pinos le fue asignada una misión condenada al fracaso Pinos.

Diplomático de carrera, en los años 80 De Alba Góngora lideró el Comité de Descolonización, por lo que sabe lo que significa el afán de los pueblos por su autodeterminación. También, conoció desde dentro esa gran diplomacia mexicana de antaño que impulsó el proceso de paz en Centroamérica con el llamado Grupo Contadora. Es a la vez, un testigo de los sucesos en Medio Oriente, ha centrado su atención en la protección de los derechos humanos en El Salvador, de los Migrantes además de promover la Convención Interamericana para erradicar la violencia contra las mujeres y el tráfico ilícito de armas de fuego. A quien como él, representa los mejores principios de la política exterior mexicana no se le puede imponer la misión de sabotear la voluntad del pueblo venezolano por dejar atrás décadas de subordinación económica imperial.

Los mexicanos del siglo XXI hemos apostado por la libertad.

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