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Lomotil y Wikileaks

Written by Debate Plural

Hamlet Hermann (Hoy, 24-7-11)

Las farmacias dominicanas luchan por abastecerse para enfrentar el alto consumo de Lomotil y otros anti diarreicos ante un aumento súbito de la demanda por los políticos dominicanos. Luce como si se hubiera desatado una pandemia de temores entre funcionarios públicos. El diagnóstico parece ser Wikileaks aguda.

El fenómeno Wikileaks podría definirse como una desclasificación precoz de documentos de los gobiernos de Estados Unidos. El procedimiento normal es que, luego de pasadas tres o cuatro décadas de la ocurrencia de un hecho considerado secreto, el caso pueda ser consultado por el público. La decisión de desclasificar a tan largo plazo está diseñada para que los actores de los hechos no estén ya en el escenario político, social o militar y cualquier acción judicial que pudiera originarse a partir de las informaciones contenidas en esos documentos hubiera prescrito con el tiempo.

La importancia de la publicación de documentos secretos estadounidenses a través de Wikileaks proviene de su precocidad; de su publicación mientras los actores principales están vigentes todavía y las denuncias, en los casos que aparezcan señaladas algunas violaciones a las leyes, pueden ser traducidas ante los tribunales. Los documentos publicados desde Wikileaks presentan a funcionarios dominicanos como indiscretos informantes gratuitos de la embajada de Estados Unidos. Se van de la lengua contándole al embajador o al funcionario de turno de la CIA las malas andanzas de sus colegas, nunca las propias.

El aparente servilismo ante el imperio los lleva a confiar en la discreción del procónsul. Esos políticos lo han hecho siempre para congraciarse con el enviado imperial. Los datos transmitidos íntimamente a nivel de confesión clerical, son entonces acomodados por los diplomáticos extranjeros a las informaciones que aparecen diariamente en los medios de comunicación. Y así se van conformando los documentos que envía La Embajada a Washington con la debida aprobación de la DEA y la CIA, así como los agregados militares y comerciales.

Lo que ahora aparece en los precoces despachos de Wikileaks no son secretos develados. Eso y más fue dicho y escrito en la prensa nacional infinidad de veces. Sólo que, en anteriores oportunidades, los funcionarios se defendían de las denuncias descalificando a los denunciantes o alegando ser víctimas de campañas de descrédito por la oposición política. Con las actuales publicaciones de Wikileaks, las denuncias reverdecen porque tienen el aval de la representación del imperio y los timoratos, quienes tiemblan porque les pueden quitar la visa “made in USA”, consumen Lomotil al verse descubiertos.

El problema de los funcionarios que aparecen evidenciados en Wikileaks es que no tienen valor para enfrentarse a los procónsules denunciando las actividades ilícitas y los privilegios que los diplomáticos estadounidenses obtienen en República Dominicana. ¿Por qué no responden con la misma moneda denunciando los negocios y los encubrimientos de Hans Hertell con BANINTER? Eso se conoció y se denunció en su tiempo.

Todavía hoy, a mediados de 2011, más de un embajador de Estados Unidos, un representante de la CIA, un agregado militar o la cabeza de un organismo financiero internacional mantienen propiedades y participación en negocios y empresas que fueron logradas por medios cuestionables, sino ilegales. Habría que empezar esa lista desde principios del siglo XX, a partir de aquellos que negociaron los terrenos de Gascue donde ahora está la embajada de Estados Unidos en Santo Domingo. Habría que examinar las actuaciones de Joseph Farland, en los tiempos de Trujillo y llegar hasta Hans Hertell luego de haber pasado por Robert Hurwitch. Éstos y muchos más han aprovechado su misión diplomática para enriquecerse dentro de la corrupción típica de esta república bananera.

El funcionario que haya respetado las leyes y sostenido posiciones éticas correctas en su desempeño no debe temer a Wikileaks. Los informes de los embajadores estadounidenses podrían ser falseados por sus sesgos ideológicos cuando tratan temas relacionados con aquellos que se han atrevido a enfrentarlos. Pero en el trato con los sumisos a sus designios, más bien reproducen lo que los medios de comunicación publican, además de las confesiones clericales que les llevan quienes temen perder la visa “made in USA”. Por serviles, los estadounidenses los denuncian con desprecio, lo cual provoca que ahora anden consumiendo Lomotil para frenar sus angustias.

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